Un estudio Delphi confirma la opinión generalizada sobre la prensa boliviana

Los medios promueven enfrentamientos, manipulan y actúan como políticos

Juan Carlos Marañón Albarracín

Boya.News.- Los canales de televisión, periódicos, radios y páginas digitales viven ensimismados en una confrontación política que daña su credibilidad, economía y organizaciones gremiales.

La mayoría (82,6%) de “un grupo selecto y plural de actores políticos, analistas, periodistas y especialistas en distintos ámbitos”, que participaron en el estudio Delphi hecho por la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES Bolivia), consideran que los medios de comunicación en Bolivia promueven enfrentamientos y conflictos, informan en función a sus propios intereses, manipulan y su credibilidad es de regular a baja.

“En general. ¿Usted diría que los medios de comunicación promueven enfrentamientos y conflictos en el país?” Es una de las preguntas del estudio, realizado del 4 de febrero al 6 de marzo del presente año. El 41,4% responde que promueven poco; el 41,4% que promueven mucho; el 12,1% que “no promueven nada” y el 4,3% no sabe.

El estudio Delphi, desarrollado en el marco del Proyecto de Análisis Prospectivo y Diálogo, “no es una encuesta ni tiene ninguna pretensión de representatividad. Solo expresa el criterio de las personas entrevistadas” (119), precisó FES Bolivia en la presentación del documento. Aclaró que el contenido no los compromete institucionalmente.

En el tema “Medios de comunicación”, los resultados preocupan y ratifican una percepción generalizada sobre los medios de comunicación y el periodismo boliviano, están sumergidos en una abierta confrontación entre oficialistas y opositores; atrincherados en posiciones irreconciliables, expresadas día a día en las publicaciones de periódicos, canales de televisión, radios y redes sociales.

Los medios de comunicación pregonan que son “independientes”, “imparciales” y que “informan con veracidad” porque “primero es la gente” y “dan todo por Bolivia”. Sin embargo, la realidad es otra. Están lejos de respetar los principios constitucionales que deben ejercer “mediante normas de ética y autorregulación de las organizaciones de periodistas y medios de comunicación”.

Es lamentable, pero las organizaciones de la prensa están cooptadas por oficialistas u opositores que las ponen al servicio de intereses particulares o de poder, como sucedió en el régimen de Jeanine Áñez, cuando la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) proclamó un “huracán de libertad de expresión”.

La ANPB pretendía, a través de un proyecto de decreto, “recuperar la libertad de expresión y garantizar los derechos de los trabajadores”, pero solo repetía el Capítulo Séptimo de la Constitución Política del Estado Plurinacional y no defendió a los trabajadores de la prensa despedidos de reparticiones públicas y medios estatales porque eran considerados ex oficialistas (masistas).

Pasado el tiempo, los opositores se volvieron oficialistas y los oficialistas retornaron a ser opositores, el nuevo gobierno también arrasó con trabajadores de la prensa que ingresaron a reparticiones y medios del Estado, la organización de la prensa tampoco defendió estos periodistas (golpistas). En general, se podría decir que retornaron a sus trincheras mediáticas para continuar su lucha contra un “gobierno dictatorial”, aunque haya sido elegido en las urnas con el 55% de los votos.

 

 

“Hay quienes dicen que algunos medios de comunicación actúan como si fuesen actores políticos. ¿Está de acuerdo o no con esa opinión?”. Es otra pregunta del estudio. La mayoría de los expertos (85,3%) comparte ese criterio. El 44,8% está “de acuerdo”, el 40,5% está “muy de acuerdo” y una minoría del 11,2% está en desacuerdo con la mayoría.

La afinidad política y editorial de los medios varía según intereses económicos o políticos. En ambos extremos hay medios de comunicación alineados al oficialismo y a la oposición. Los que responden al gobierno se benefician con mayor publicidad del Estado Plurinacional y los otros reciben poco o nada, sobreviviendo con anuncios de algunas empresas privadas que no tienen negocios con el Estado.

Desde las dos trincheras se disparan cañonazos informativos, según marque la agenda de ataque o defensa, para preservar sus intereses extra periodísticos, ya sea para atenuar o exagerar los hechos que puedan favorecer o perjudicar a uno de los bandos en disputa por el poder político del país.

Mientras periódicos, radios, redes de televisión y páginas informativas en redes sociales afirman que gozan de la confianza de la población, los resultados de la investigación muestran que decrece vertiginosamente. Solo el 9% de los entrevistados tiene la sensación de “alta confianza”, el 41% tiene “regular confianza” y el 50% tiene baja (27%) y muy baja (23%).

 

Percepción sobre la confianza en los medios

 

Los medios repiten todos los días que informan con veracidad; pero, en opinión del 71,6% de los expertos, “informan en función a su propia agenda de intereses”. El 16,4% dijo que “manipulan la información” y un mínimo de 3.5%, asegura que los medios “informan con veracidad”.

Al elegir un medio para informarse, el 62,1% de los entrevistados prefiere enterarse, de las noticias del país y del mundo, en medios digitales. El 42,2% a través de periódicos. El 26% en redes sociales. El 25% por televisión, el 12,1% por radio y solamente el 4,3% por grupos de WhatsApp. Estas cifras no suman, son las opciones que eligen, por lo que podrían elegir varias opciones a la vez.

La muestra del estudio fue elegida por conveniencia, siguiendo criterios de diversidad, pluralismo político, género, región y edad. Se realizó vía online, mediante la plataforma Survey Monkey del 4 al 6 de marzo del presente año.

El informe tiene percepciones sobre los siguientes ejes temáticos: I. Contexto clima social. II Temas de conflicto y acuerdo. III. Reforma de la justicia. IV. Agenda regional. V. Medios de comunicación. VI. Posicionamiento sobre líderes y actores políticos.

En lo referente a medios de comunicación, confirma que la prensa boliviana vive una intensa pugna política que afectó su credibilidad, sus ingresos, dañó sus organizaciones gremiales y profesionales. Hoy es común ver, oír y leer a un ex político o ex candidato perdedor, atribuirse ser periodista y descalificar a sus adversarios como portador de la verdad.

 

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