El ADN de la Eficiencia Pública

Wilmer Alavi Argandoña

El propósito fundamental de una gobernación o municipio, se centra en mejorar de manera significativa la calidad de vida de sus habitantes. Este objetivo implica la prestación eficiente de servicios públicos, la optimización de los procedimientos de atención ciudadana, así como el desarrollo y mantenimiento de infraestructuras y obras públicas. Para lograrlo, es esencial reconocer el principio económico básico de que las necesidades de la sociedad son infinitas, mientras que los recursos disponibles son limitados. Por lo cual, una gestión pública efectiva debe ir de la mano con una administración financiera sólida, garantizando una asignación adecuada de recursos para satisfacer las diversas demandas y necesidades de la población.

Un factor primordial que determina el éxito de cualquier gobierno radica en la calidad de sus líderes políticos. Investigaciones han demostrado que la competencia, integridad y las habilidades de toma de decisiones de los líderes influyen directamente en la implementación efectiva de políticas públicas, la gestión eficiente de recursos y la transparencia gubernamental. Está claro que, sin líderes capacitados y éticos, cualquier intento de mejora en la administración pública no tendrá resultados favorables.

La eficiencia pública, otro pilar esencial, está intrínsecamente ligada a una planificación estratégica. Los gobiernos subnacionales deben definir de manera concreta sus objetivos a corto y largo plazo, basándose en una visión clara de su futuro. Los planes de desarrollo deben ser realistas, flexibles y deben estar fundamentados en un análisis exhaustivo de las necesidades de la población y las capacidades gubernamentales. La falta de una planificación estratégica sólo perpetua la ineficacia y falta de dirección en la gestión gubernamental.

La tecnología, en la actualidad, está desempeñando un rol protagónico en la transparencia y participación ciudadana mediante plataformas digitales, la gestión eficiente con sistemas de gestión y planificación, el e-government, la toma de decisiones informadas con Big Data y la analítica de datos, la seguridad ciudadana con sistemas de vigilancia modernos, la gestión de la infraestructura urbana con el IoT, etc.

La participación ciudadana, no sólo garantiza la representatividad en la toma de decisiones, sino que también construye un sentido de pertenencia y responsabilidad cívica. La evidencia respalda la noción de que una mayor participación ciudadana conduce a la formulación de políticas públicas más adecuadas y ajustadas a las necesidades reales de la población. Ignorar este aspecto es renunciar a una valiosa fuente de retroalimentación.

Asimismo, una administración financiera eficiente conllevará una mejor asignación de recursos, la implementación de medidas preventivas contra la corrupción y la adopción de prácticas presupuestarias transparentes son requisitos fundamentales para un gobierno sólido. La falta de administración financiera efectiva debilita las bases de cualquier gestión gubernamental, generando un ambiente propicio para la corrupción y el mal uso de los fondos públicos.

Los gobiernos subnacionales deben maximizar el “valor público” mediante la implementación de políticas y acciones que promuevan la equidad, la justicia y el progreso colectivo, asegurando así un impacto positivo y duradero en la calidad de vida de la población.

El ADN de la eficiencia pública en gobiernos subnacionales es una combinación entre liderazgo efectivo, planificación estratégica, tecnología, participación ciudadana y desarrollo del capital humano. Con al menos estos elementos se puede construir una gestión pública que responda a las necesidades de la sociedad, promoviendo la transparencia, la eficacia y el cumplimiento de los objetivos gubernamentales. El reto está en que los gobiernos subnacionales no sólo sean administradores de recursos, sino que se conviertan en catalizadores de desarrollo y bienestar.

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