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La herencia de los Reinaga: Fausto, Hilda y Wankar

Chryslen M. Barbosa G.

Reinaga, el Fausto, nació un 27 de marzo de 1906 – exactos 117 años – y dejó esta vida en 1994. Wankar Reynaga murió el 13 de junio de 2022 a sus 83 años. Hilda Reinaga nos acaba de dejar, el último 3 de febrero. Sus herencias en la construcción de un pensamiento indianista se mantienen en la lucha de los pueblos latinoamericanos.

 

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Fausto Reinaga

Fausto Reinaga quedó internacionalmente conocido por su aporte a la construcción de un pensamiento indianista en Bolivia, sobre todo a la narrativa del sujeto político “indio”. Nacido en la comunidad quechua de Huahuamikala, en el departamento de Potosí, Reinaga fue parte de grandes procesos en la historia boliviana como la Revolución Nacional de 1952, apoyando al Movimiento Nacionalista Revolucionario.

Su vínculo con autores críticos como Frantz Fanon y José Carlos Mariátegui le hizo transgredir los límites del marxismo clásico latinoamericano y mirar a los pueblos de Bolivia como sujetos de su propia revolución. En 1971 escribió “La Revolución India”, un libro ácido contra los colonialismos presentes en las izquierdas y derechas de Latinoamérica.

Reinaga reivindicaba la categoría “indio” para entenderse a éste como sujeto de la historia de este territorio, una categoría englobante a las personas que son oprimidas por el proceso de racialización y de colonización que sufrimos en Latinoamérica. El indianismo reinaguista retoma la frase de la peruana Domitila Quispe “si con el nombre de indio nos han sometido, con el nombre de indio nos vamos a liberar” y, a partir de este postulado, entiende al “indio” y a la “india” como sujetos de su propia revolución, una crítica a los movimientos marxistas (como el MNR) que miraban estos pueblos como “campesinos”, ignorando sus formas propias de organización social y sus procesos históricos.

Fausto Reinaga durante una de sus disertaciones

 

Para Reinaga, existen “dos Bolivias”: la de mestizos blancos y la de los indios. La Bolivia “oficial” y la Bolivia silenciada. Él nos llama la atención, ya en los años 1970, para mirar la historia de la Bolivia que no está en los libros oficiales.

Mucho antes de que los autores del pensamiento decolonial y poscolonial critiquen la “geopolítica del conocimiento” – una forma de producción de conocimientos que toma a nuestros pueblos como objetos de investigación, mientras los europeos son los enunciadores, los productores del saber – Fausto Reinaga ya criticaba la posición de las academias universitarias como “fabricas de profesionales que desembocan en los organismos de sustentación del sistema social ‘opresor y represivo’”.

El movimiento indianista (es importante decir que el pensamiento indianista tuvo importantes contribuciones, también, de personas como Raymundo Tambo, Constantino Lima, Juan Rosendo Condori y Tania Cruz), que recibió importantes contribuciones del pensamiento de Fausto Reinaga, no es solamente un horizonte político sino que constituye una historiografía indianista propia.

Leer la historia de Bolivia “a contrapelos” (como decía Walter Benjamin) es una forma de interpelar el pasado que nos han presentado con el pasado que nos han silenciado. Para eso, el indianismo pone el pasado adelante, en su horizonte, tomando como referencia las luchas anticoloniales de Tupak Katari, Bartolina Sisa, Zárate Willka, Laureano Machaca y Santos Marka T’ola.

A parte de eso, Reinaga entendía que la representación histórica que se tenía en Bolivia no tomaba en cuenta las figuras importantes no-indias, demostrando su respeto a los aportes de personajes históricos como Juana Azurduy:

“No existe una estatua de los grandes héroes indios, como Tomás Katari, Tupaj Katari, Bartolina Sisa, Manuel Cáceres, Juan Huallparrimachi, Zarate Willka. . . y, algo peor, no hay una estatua de los verdaderos forjadores de la nacionalidad boliviana; vale decir, de los grandes mestizos Guerrilleros de la Independencia, como Juana Azurduy de Padilla, Manuel Ascencio Padilla, Lanza, Muñecas, Warnes, Méndez, etc., etc.
De los 102 Guerrilleros que ofrendaron su vida para forjar Bolivia, no hay una estatua… Los bolivianos no sólo que erigen estatuas a los gringos, sino que escriben libros y editan revistas, al gusto y sabor de los gringos. La intelligentsia mestiza sagradamente cumple su función de peonaje cipayizado hasta la médula. Escribe libros sobre los “Ídolos de Bacon”, “Rilke”, “Sociología marxista”; y edita revistas: “Nova”, “Espartaco”. “Praxis”, “Signo”, ‘”Sísifo”…
¿Puede haber mejor prueba de la colonización del país? (FAUSTO REINAGA, “La Revolución India”, 4 ed., 2010: 34)

En suma, el pensamiento de Fausto Reinaga, en sus muchas fases, nos sirve hasta hoy para entender el racismo estructural de la sociedad boliviana, pero, también, para criticar la historia de nuestros países latinoamericanos: la que nos han contado y las que no.

Wankar Reinaga. Foto: Colectivo La Curva

Wankar Reynaga

Uno de los hijos de Fausto Reinaga, Wankar, nació en 1939 y murió en junio de 2022. Fue militante indianista y autor de uno de los libros históricos más completos de esta vertiente: “Tawa-inti-suyu: cinco siglos de guerra kheswaymara contra España” (1977), con una perspectiva marcadamente anticolonial, pero, también, con determinantes aportaciones a la lectura del Tawantinsuyu. El libro está dividido en tres partes: Ayer, Hoy y Mañana, todas con una propuesta clara de descolonización sea en la lectura de la historia, sea en la proposición de un horizonte. Según el autor, su libro fue quemado durante el golpe militar de Bolivia, demostrando las dificultades en el ingreso a los mercados editoriales latinoamericanos, incluso después, en los momentos entendidos como “democráticos”.

Para Wankar Reynaga, la liberación de los pueblos colonizados sólo sería posible con la extinción del colonialismo: “Liberar no es remendar, reformar, democratizar, modernizar ni socializar la actual esclavitud colonial. Es destruirla”.

En una entrevista del Colectivo Curva en su casa (2016), Wankar Reynaga explicó que “la herramienta del opresor siempre es confundir (…) Fausto Reinaga y mi persona no somos dos, somos uno, un propósito, un destino, gobierno indio para pueblo indio. Ahora ¿Qué cosa es el indio? ¿Solo el Mamani, el Quispe, el Ticona? No es el color del cuero, es el color del alma”. Wankar nos muestra la importancia del vínculo entre pensadores en el horizonte común por una sociedad liberada para los pueblos oprimidos.

Hilda Reinaga

Hilda Reinaga

Hilda Reinaga, sobrina de Fausto Reinaga, fue la principal protectora y difusora de sus ideas. Fue una de las fundadoras, al lado de Fausto, del Partido Indio de Aymaras y Keswas (PIAK) lo que, después, se transformó en el Partido Indio de Bolivia (PIB).

Hasta su muerte, el último 3 de febrero, Hilda se ocupaba de la Fundación Amáutica Fausto Reinaga y vendía sus libros en un puesto de la San Francisco (La Paz). En 2021, ella publicó su libro “Mi llegada a la casa del Amauta” con sus memorias y testimonios acerca del indianismo y de la trayectoria de su tío; pero, más allá de una difusora de las ideas de Fausto, Hilda siempre supo poner su marca en el indianismo, con la interrelación entre cuidado y fuerza tan presente en nuestras warmis, especialmente lo que Esteban Ticona Alejo llamó “el espíritu de la rebeldía de la mujer quechua del Norte de Potosí” (Esteban Ticona Alejo. “De Fausto a Hilda Reinaga: herencia y sueños”).

Hilda, en nota a la segunda edición de “La Revolución India” explica las tres etapas que pasó el pensamiento de Fausto Reinaga: la marxista-indianista, la crítica al marxismo desde el “indianismo radical” y la del pensamiento amáutico. Esta última fue tomada por Hilda para nombrar la Fundación, pero también para referirse a Fausto en su libro: el Amauta. Muchos pensadores han leído la “última fase” del pensamiento de Fausto como la más “pachamámica” o la “menos rebelde”, ya que, en el libro “El Pensamiento Amáutico”, el autor deja en claro la importancia de la espiritualidad en la producción de una revolución. En la misma nota al libro de Fausto, Hilda evidencia que “para ser revolucionario indio hay que ser revolucionario amautico indio”, discordando de la negación de su fase amáutica.

Esteban Ticona Alejo (2022) hace hincapié que el libro de Hilda Reinaga representa “aspectos desconocidos” de la vida de Fausto, como su apego cotidiano a la Pachamama, yendo a vivir en el cerro K’illi K’illi un lugar históricamente beligerante que recibió una de las partes del cuerpo descuartizado de Tupak Katari. La asociación entre su vínculo con la espiritualidad y con la lucha política indianista nos informa mucho sobre la posición de Hilda Reinaga como indianista.

Quizás deberíamos leer más los análisis de nuestras warmis sobre la historia de este movimiento para dejar de creer que la espiritualidad y la lucha política son antagónicas. El aporte de Hilda es determinante para el entendimiento del indianismo.

La herencia de los Reinaga

La parentalidad de los militantes/autores no es una reducción de Hilda y Wankar a la figura de Fausto, sino que es una muestra de cómo en el interior de su familia, de sus espacios domésticos – aunque hayan tenido conflictos propios – la construcción del pensamiento indianista era una realidad.

Los tres, así como muchas personas vinculadas a la formación de este horizonte político, son referentes importantes en el entendimiento de lo que es el indianismo hoy: sus aportes y límites. Es imprescindible tomarlos en cuenta a la hora de entender nuestra historia y de construir nuestros horizontes como latinoamericanos.

Termino con el extracto de Luis E. Valcárcel en el Prólogo de la cuarta edición de “La Revolución India”: “Todas estas enseñanzas consolidarán la conciencia india en sus derechos reivindicatorios y en el supremo ideal de erigir, sobre los cimientos graníticos de la Cultura Andina la sociedad justa por la que todos luchamos.”

¡Esta es la herencia de los Reinaga!

Chryslen M. Barbosa G.

Chryslen Mayra Barbosa Gonçalves es antropóloga, doctorante por la Universidad Estatal de Campinas (Brasil) e investigadora invitada en la Universitat de Barcelona (UB). Es parte del Colectivo indianista-katarista La Curva en la ciudad de El Alto. Trabaja temas de economías de mujeres indígenas, movimientos políticos andinos y teorías anticoloniales.
El nombre JIWASA, de su columna, viene del aymara, es una de las formas de decir “nosotros”, un modo que incluye al interlocutor. Este nosotros inclusivo construye puentes posibles de luchas, de conocimientos y de historias entre diferentes pueblos y territorios. El Jiwasa es un thaki (camino o ruta) posible en la diversidad de pueblos que somos.

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