Añez y Arce y el deterioro de la economía boliviana

Fernando E. Torrejón Flores

1.- El periodo de Añez y la recesión

Entre octubre y noviembre de 2019 se produjo en Bolivia un golpe de Estado que derivó en la salida de Morales del país y en la entrada de Añez en el gobierno. Morales debía gobernar por lo menos hasta enero de 2020, pero el golpe no respetó su victoria en las elecciones generales de aquel año, lo que le impidió estar al mando del Estado hasta el año 2025.

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Como resultado de los conflictos sociales provocados por el golpe de Estado, la economía boliviana en el mes de noviembre de 2019 decrecía al -3% con respecto a noviembre de 2018 (véase Gráfico 1). El golpe a su vez tuvo un efecto negativo sobre el crecimiento anual del PIB de 2019, pues éste a finales de gestión fue un poco más del 2%, cuando en condiciones normales debía registrar por lo menos una cifra del 3% (véase “Lecciones de economía boliviana: El golpe de Estado de octubre”, 17/2/20[1]): el golpe de Estado tuvo un coste de crecimiento de aproximadamente un punto porcentual.

La errática política económica de Añez al inicio de 2020 (antes de la crisis del coronavirus) llevó a la economía a conseguir bajas tasas de crecimiento en los meses de febrero y marzo, de 0,6% y -4%, respectivamente (véase Gráfico 1). Sin duda no fue afortunado para Bolivia la llegada de Añez al poder.

En el periodo crítico de la crisis del coronavirus, entre abril y septiembre de 2020, fruto de la cuarentena rígida impuesta por el gobierno, la actividad económica descendía vertiginosamente, mostrando tasas de crecimiento muy negativas (véase Gráfico 1). A medida que el confinamiento se iba flexibilizando, la economía iba frenando su caída lentamente, pues los agentes económicos paulatinamente retornaban a sus actividades; de hecho, en los meses de octubre y noviembre de 2020, la variación de la producción respecto a la ocurrida un año antes era de 0% y 7%, respectivamente (véase Gráfico 1). Sin embargo, esas cifras no fueron suficientes para contrapesar el extraordinario deterioro económico ocurrido en los meses de la cuarentena; así, Bolivia en términos acumulados decrecía en 2020 en -8%.

Fuente: elaboración propia en base a datos del INE.

La combinación del golpe de Estado, la mala administración del gobierno de facto y la crisis del coronavirus, llevaron a la economía a un periodo recesivo, de tal forma que el propio PIB per cápita, un indicador que muestra el ingreso medio de cada ciudadano e indica de manera aproximada el nivel de bienestar económico, se redujo en 2020 a niveles del año 2015 (véase Gráfico 2).

Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.

 

2.- La inefectiva e insuficiente política económica de Arce

La victoria del partido de Morales en octubre de 2020, con una mayoría de más del 54% de la votación, llevó a Arce al mando del gobierno en noviembre del mismo año. Las demandas de la población que había votado por el MAS-IPSP eran claras: justicia por los crímenes del golpe de Estado y reposición de la economía popular ida a menos por la mala política del régimen de facto de Añez y por los efectos de la crisis del coronavirus. Sin embargo, el gobierno actual no está pudiendo satisfacer ninguno de esos dos ruegos.

Con respecto a la economía, los encargados de la parte económica de la actual administración, se esfuerzan por mostrar que las cifras de crecimiento son el resultado de una política económica efectiva, e indican de forma superficial que las cifras muestran un récord histórico. No obstante, a la luz de los datos reales, lo cierto es que esos números no responden exclusivamente a las medidas económicas llevadas a cabo por el entorno de Arce, ni tampoco son lo suficientemente elevados ni consistentes, para asegurar que la economía vaya por la senda de un crecimiento estable y sostenido. No se puede garantizar tampoco que haya una recuperación que conducirá al país por lo menos a los niveles de antes de octubre de 2019.

Como se verá a continuación, ni el bono contra el hambre, los fideicomisos, la devolución del IVA, el impuesto a las grandes fortunas y ni siquiera la inversión pública han sido medidas efectivas ni suficientes para llevar a la economía boliviana por la senda de una recuperación sostenible en el tiempo.

  1. Los bonos, los fidecomisos para la sustitución de importaciones, la devolución de los impuestos y el impuesto a las grandes fortunas no han tenido un efecto significativo sobre la economía.

Con respecto a los bonos, entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 se transfirieron 4 mil millones de bolivianos (580 millones de dólares)[2]. Lo que supone un 1,58% del PIB (4/253×100=1,58%). Sin embargo, la erogación de esos recursos no tuvo un efecto significativo sobre la economía en el tiempo que duró esta medida, pues en los tres meses que se repartió ese subsidio, la economía registró tasas de crecimiento negativas, diciembre (-1%), enero (-4%) y febrero (-4%) (véase Gráfico 1). Tampoco, los bonos sirvieron para aumentar el consumo de las familias: los datos del INE muestran que el consumo de los hogares del primer trimestre de 2021 ha sido inferior al del primer trimestre de 2020 en un -0,9% (véase Gráfico 3). Es probable que una parte importante de los bonos haya ido a aumentar las reservas de los bancos e instituciones de crédito, pues las familias endeudadas utilizarían parte de esos recursos para pagar sus deudas pendientes. De hecho, las reservas bancarias entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 pasaron de Bs 6.545 millones a Bs 7.325; y las de las instituciones financieras no bancarias de Bs 232 millones a Bs 306 millones (fuente: BCB).

Fuente: elaboración propia en base a datos del INE

La devolución del IVA, el impuesto a las grandes fortunas y los fideicomisos para la sustitución de importaciones, tampoco han supuesto una política efectiva de reactivación. A julio de 2021, la devolución del IVA (Bs 8,4 millones) y la recaudación del impuesto a las grandes fortunas (Bs 240 millones)[3] apenas representaban el 0,098% del PIB ((8,4+240)/252.718)*100). Por su parte, los fideicomisos para la sustitución de importaciones[4], cuyo objetivo era fomentar la producción nacional, escasamente ascendía a Bs 205 millones, que significa el 0,08% del PIB. Con esas cifras tan pequeñas, es muy difícil asegurar que la demanda y oferta agregadas se hayan expandido exclusivamente por la política económica del gobierno. De hecho, el propio INE muestra que en el primer trimestre de 2021 respecto del primer trimestre de 2020 (datos sin pandemia), la economía decrecía en -1,1% (véase Gráfico 4): las medidas económicas no han tenido un efecto significativo ni contundente sobre la recuperación económica en el primer trimestre de 2021.

Fuente: elaboración propia en base a datos del INE

 

  1. El ajuste natural de la economía y los aumentos de los precios de los metales

A partir de abril de 2021 la economía comienza a registrar tasas de crecimiento muy positivas pero decrecientes (véase Gráfico 1): ello hay que explicarlo a la luz de tres razones. Por un lado, hay un efecto estadístico, pues la gran caída de la producción ocurrida en el periodo de confinamiento (abril-septiembre de 2020) hace que la base para calcular el crecimiento sea tan baja, que incrementos de la producción de un año inmediatamente posterior arrojan tasas de crecimiento muy elevadas. Con el gráfico 1, se puede comparar los valores de abril-julio de 2020 con abril-julio de 2021. Por ejemplo, ¡en abril el crecimiento es casi 30%! Cifra que debe explicarse por el valor bajísimo de la producción de un año antes.

Por otro lado, ha habido una vuelta natural y paulatina de los agentes económicos a sus actividades normales, fruto de la eliminación de las restricciones de movilidad, especialmente en los sectores sin orientación exportadora: construcción, transporte carretero departamental y urbano, y servicios de hoteles y restaurantes. De hecho, estos tres sectores fueron los que más sufrieron con el confinamiento económico y se recuperaron de forma significativa cuando se eliminó éste (véase Tabla 1). Por ejemplo, el sector de los hoteles y restaurantes en el mes de abril de 2020 disminuyó su producción con respecto a abril de 2019 en un -46%, y así en el mismo sentido todos los meses hasta septiembre de 2020. Ya en 2021, sin cuarentena, entre abril y julio de 2021 la actividad hostelera se recupera naturalmente, mostrando tasas de crecimiento positivas, aunque decrecientes (véase Tabla 1 y Gráfico 5). Asimismo, conviene indicar que la baja ejecución de la inversión pública, de solo un 35% (1400/4011*100)[5], da a entender que la recuperación de la construcción respondería sobre todo a la reactivación de la edificación de viviendas y de edificios privados, más que a infraestructuras llevadas a cabo por el gobierno.

Finalmente, otro factor que explica las elevadas tasas de variación de la actividad a partir de abril de 2021 es el aumento de los precios internacionales de los metales y del petróleo, ocurrido por lo menos desde mediados de 2020, y con continuos ascensos desde marzo de 2021 (véase Tabla 2), que ha fomentado la producción e ingresos del sector de la minería y de los hidrocarburos. De hecho, fruto de la subida de las cotizaciones de los bienes básicos, el sector de la minería en Bolivia ha tenido un ascenso impresionante; en abril de 2021 con respecto a abril de 2020 el aumento ha registrado un 1727% (véase Tabla 1) que también ha permitido que otros sectores como la construcción, comercio, transporte y otras industrias mejoren sus niveles de actividad (véase gráfico 5).

La importancia del sector minero también se ve reflejado en el valor de sus exportaciones que, acumulado entre marzo y julio de 2021, asciende a 2234 millones de dólares (aproximadamente Bs. 15 mil millones). La magnitud de esta cifra, que representan casi un 6% del PIB, al ser comparada con la inversión pública ejecutada (Bs. 4 mil millones) muestra la importancia que el sector minero está teniendo en la dinámica de crecimiento de 2021.

 

Asimismo, aunque las tasas de crecimiento superficialmente parecen ser elevadas y son utilizadas por el gobierno para justificar sus medidas, lo cierto es que éstas son insuficientes, incluso para retornar a los niveles de actividad de antes de octubre de 2019. Como puede verse en el gráfico 6, las cifras de producción de los meses abril, mayo, junio y julio de 2021 han sido inferiores a aquellas registradas en 2019. Este es un signo de que al finalizar el año difícilmente la economía boliviana alcanzará los niveles de producción de 2019.

 

  1. Perspectivas de crecimiento insuficiente y recomendaciones

Según las perspectivas de crecimiento que ofrece el Banco Mundial (véase Global Economic Prospects, June 2021), Bolivia crecería en 2021 al 4,7%. Este dato es utilizado por el gobierno como un gran logro, pero no pasa de ser un crecimiento que está entre los más bajos de las nueve economías de Sudamérica (excepto Venezuela). Hay países como Perú, Argentina, Chile y Colombia que crecerían este año entre el 6% y 10% (véase Gráfico 7).

 

 

Tampoco, el crecimiento pronosticado conduciría a que Bolivia retorne pronto a los niveles de producción de 2019. Economías como Paraguay, Brasil y Chile, a finales de 2021 retornarían a los niveles de actividad de 2019, mientras que Bolivia sería la última economía de Sudamérica, solo por detrás de Ecuador, en volver a la situación anterior a la crisis del coronavirus (véase gráfico 8). Este último apunte muestra las limitaciones que tiene la política económica del actual gobierno para recuperar la actividad económica y para no dejar retrasado al país respecto de sus pares más próximos.

El gobierno debería pensar que el modelo que dio buenos resultados antes de octubre de 2019[6], y que se basaba en la demanda interna como motor del crecimiento, con redistribución de la renta, que se facilitaba por los ingresos que provenían de las exportaciones de gas, minerales y soja al mercado exterior, no es suficiente para generar un crecimiento elevado y estable en el tiempo. Así pues, el modelo debería incluir la pieza de la oferta para terminar de estar completo.

El lado de la oferta debería ser la columna vertebral del nuevo modelo de desarrollo que guíe a la economía hacia mayores niveles de bienestar económico y social en los siguientes años. En ese sentido, aprovechando todas las potencialidades de territorio e identidad cultural endógenos, se debería definir como piezas centrales y estratégicas del modelo de desarrollo, el fomento al sector de los alimentos a mediana escala, la extensión de las energías renovables y no renovables a gran escala, la explotación y gestión de los recursos hídricos, la producción de la industria semipesada, y la construcción de parques tecnológicos.

  1. Conclusiones

Los efectos del golpe de Estado de 2019, la mala administración de la economía del gobierno de facto de Añez, y la crisis del coronavirus llevaron a Bolivia a una recesión marcada por un crecimiento en 2020 de -8%. Desde noviembre de 2020, Arce toma el mando de la gestión del Estado; sus medidas de política económica, desde el bono contra el hambre hasta el impuesto a las grandes fortunas no han tenido un efecto significativo sobre el crecimiento de la economía. De hecho, en los meses de reparto del bono (diciembre de 2020-febrero de 2021), la actividad mensual decrecía a tasas iguales al -4%; de la misma forma el consumo y PIB del primer trimestre de 2021 disminuían a tasas cercanas al -1%.

A partir de abril de 2021, la actividad económica mostraba tasas de crecimiento altas y decrecientes. En aquel mes se crecía en más del 30% y hay sectores como el minero que lo hacían en 1700%. Es muy difícil pensar que las medidas adicionales del gobierno como son los fideicomisos de sustitución de importaciones, devolución del IVA y el impuesto a las grandes fortunas, que suponen menos del 0,2% del PIB, hayan tenido un efecto significativo sobre la demanda y oferta agregadas; adicionalmente la baja ejecución de la inversión pública a principios de octubre (35%) es un indicio de que el aporte de la política económica llevada a cabo por el gobierno no ha sido significativo para la recuperación.

Realmente, las altas y decrecientes tasas de crecimiento experimentadas desde abril se explican principalmente por un efecto estadístico, por la vuelta natural de los agentes económicos a sus actividades cotidianas y por el aumento de los precios internacionales de las materias primas.

Para finales de año, según las previsiones que ofrece el Banco Mundial, Bolivia terminaría como la última economía de la región sudamericana (solo por delante de Ecuador) en acercarse a los niveles de producción del año 2019. Ello es una llamada de atención al gobierno y exige a sus operadores de política económica que entiendan que el modelo que funcionó hasta antes de octubre de 2019 es insuficiente para los tiempos que corren. Para que la economía pueda recuperarse y tener un crecimiento sostenido a largo plazo, es necesario que se incluya en el modelo una pieza productiva que tenga como líneas estratégicas el fomento del sector de los alimentos, las energías a gran escala, la gestión y cuidado de los recursos hídricos, la expansión de la industria semi pesada y la instalación de parques tecnológicos.

Adicionalmente, a nivel político, conviene que el gobierno también tome en cuenta que los errores de criterio a la hora de aplicar la política económica pueden ocasionar insatisfacción en la población con las consecuentes reacciones sociales que pueden generar pérdidas de crecimiento y deterioro de la economía. El gobierno también debería entender que su responsabilidad en los asuntos del Estado implica no echar la culpa de sus fallos a los demás agentes económicos sino más bien diseñar políticas de corto y largo plazo efectivas y adaptadas a la realidad nacional para mejorar el bienestar de la población cuidando los recursos que nos ofrece la Pachamama.

NOTAS

[1] https://www.bolpress.com/2020/02/17/lecciones-de-economia-boliviana-el-golpe-de-estado-de-octubre/

[2] https://www.economiayfinanzas.gob.bo/el-bono-contra-el-hambre-beneficio-a-mas-de-4-millones-personas-el-33-corresponde-al-area-rural.html

[3] https://www.facebook.com/EconomiaBo/videos/1451770491857541

[4] https://www.economiayfinanzas.gob.bo/el-gobierno-habilita-fideicomisos-para-sustituir-importaciones-y-apoyar-a-empresas-productivas.html

[5] https://abi.bo/#/noticia/12398

[6]Véase “Cómo deja la economía Evo Morales”, Bolpress 13/11/2019. https://www.bolpress.com/2019/11/13/como-deja-evo-morales-la-economia-boliviana/

 

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