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Bolivia, ícono de la reivindicación plurinacional

Armando Quispe Barra

Hoy, se cumplen 15 años de la instalación de la Asamblea Constituyente, ese escenario que definió desde 2006 la nueva hoja de ruta de país en la Carta Magna que establece: “Cumpliendo el mandato de nuestros pueblos, con la fortaleza de nuestra Pachamama y gracias a Dios, refundamos Bolivia”.

El 22 de enero de 2006, Evo Morales Ayma juró como el primer presidente indígena de Bolivia. Así comenzó a escribirse una nueva historia en el marco de una revolución democrática y cultural, y, sobre todo, enmarcada en la inclusión.

Si bien en las elecciones de 2005, el Movimiento Al Socialismo (MAS) logró 53,7% de votos, esa cifra fue superada en los comicios generales siguientes. Por ejemplo, en 2009 consiguió el 64,22%; en las presidenciales de 2014, los bolivianos ratificaron su confianza con el apoyo del 61,36% en las urnas.

Antes de 2005, los resultados de las elecciones generales organizadas en 1985, 1989, 1993, 1997 y 2002 no reflejaban un conceso mayoritario de los electores por un postulante a la Presidencia de Bolivia. Durante esos 17 años, los resultados de mayor apoyo oscilaban entre el 22,46% y el 35,60%.

Ese día, los bolivianos definieron que las riendas del país tomen un nuevo rumbo para cambios estructurales. El MAS logró oficialmente el 53,7% de apoyo en las urnas, una cifra que marcó un hito luego de la recuperación de la democracia en 1982.

El Estado Plurinacional

El día de la refundación fue el sábado 7 de febrero de 2009 y el escenario elegido, la ciudad de El Alto. Esa jornada, entraba en vigencia la nueva Constitución Política del Estado.

El domingo 25 de enero de 2009, en un referéndum constitucional, la población aprobó  la Carta Magna con el 61,43% que se impuso al 38,57% que se oponía, los votos en blanco sumaron 1,7% y los nulos, un 2,91%.

“Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los propósitos de avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva, portadora e inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo integral y con la libre determinación de los pueblos”, se lee en parte del prólogo de la Constitución.

El nuevo texto constitucional provocó, entre 2006 y 2018, un reordenamiento político, social y económico en el país, una nueva hoja de ruta para el Estado.

Las acciones urgentes se enmarcaron en la nacionalizaron de los recursos naturales, las empresas estratégicas y la implementación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que dio paso a la economía plural que reconoce en un marco de igualdad a todas las formas de organización económica de Bolivia.

El 1 de mayo de 2006, el entonces presidente Evo Morales firmó el Decreto Supremo 28701 de nacionalización de los recursos hidrocarburíferos denominado “Héroes del Chaco”. Con esta norma, el Estado boliviano tomó un rol estratégico en el sector de hidrocarburos para que los recursos generados por la renta petrolera sean destinados a obras como caminos, escuelas, hospitales, postas sanitarias, campos deportivos y otros.

La norma permitió aplicar la fórmula que consiste en que 82% de los beneficios sean para el Estado (18% de regalías y participaciones, 32% del Impuesto Directo a los Hidrocarburos IDH y 32% a través de una participación adicional para YPFB) y 18% para las compañías que cubre costos de operación, amortización de inversiones y utilidades.

El analista y abogado experto en derecho internacional, Gabriel Villalba, asegura: “A partir de la nacionalización de los hidrocarburos, tú tienes un sustento económico que antes era una ganancia de un 80 por ciento para las empresas trasnacionales en las regalías gasíferas del país. El Movimiento Al Socialismo en lo estructural transforma eso y se podría decir que supera a un sistema de libre mercado a un sistema económico anquilosado y totalmente dependiente del andamiaje privado de la economía, se transforma eso y se convierte el Estado como un actor protagónico de la economía”.

Las medidas se caracterizaron, además, por la redistribución de la riqueza y la industrialización de los hidrocarburos, minerales, litio, entre otros; la integración de la estructura caminera del país y, también, el ingreso a la era satelital. Todo eso, como como parte del denominado proceso de cambio que lideró el Movimiento Al Socialismo (MAS).

La consolidación del nuevo modelo económico se enfocó en la aplicación de políticas mediante bonos, protección social, acceso y producción soberana de alimentos, fondos para los pequeños productores, políticas de vivienda y servicios básicos, y el mayor acceso al financiamiento.

La transformación permitió que Bolivia se constituyera en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Así se refundó en el marco de la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico.

Permitió las autonomías territoriales y las autonomías indígenas originario campesinas que descentralizan los recursos y el poder político a los territorios.

Se estableció la democracia intercultural que garantiza no sólo la democracia representativa, sino la democracia directa mediante el referéndum y la democracia comunitaria.

Uno de los avances más profundos en el proceso fue el reconocimiento de la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios.

Con ese precedente, el Gobierno del MAS asumió medidas para garantizar la libre determinación de los pueblos en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales.

Se concretó la presencia de las naciones y pueblos indígena originario campesinos en la estructura del poder estatal.

“Hablar de Estado plurinacional, hablar de plurinacionalidad es hablar de inclusión, es hablar de pluralidad, es hablar de que todos dentro de este Estado estamos reconocidos en nuestras identidades culturales”, sostiene Villalba.

Frustración opositora

Luego de 10 años de la vigencia de la nueva Carta Magna, sectores antipopulares intentaron retomar en 2019 las lógicas de la República con un golpe de Estado, provocando una ruptura en la construcción plurinacional. Los sectores opositores a Evo Morales articularon apoyo transnacional; pero la conspiración fue frenada por el mismo pueblo en las urnas el 18 de noviembre de 2020, cuando Luis Arce fue electo presidente.

Durante el régimen de Jeanine Áñez, se aplicaron medidas que afectaron el nuevo Estado en contra de la soberanía nacional. Se dio la posibilidad de que sectores antipopulares tomen acciones en contra de los intereses del pueblo. Se desconoció el carácter plurinacional mediante el agravio a los símbolos de los pueblos reconocidos por la Constitución como la Wiphala.

“Trató de imponer esa vieja lógica de la construcción estatal del siglo XVI de una sola lengua, un solo idioma oficial, un solo territorio, una sola identidad, un solo lenguaje, una sola religión, es por eso que no es casualidad que el golpe de Estado y la proclamación de Jeanine Áñez como presidenta de facto fuera en el Palacio Quemado, con todo el valor republicano que representa en contraposición a la Casa Grande del Pueblo; que hayan hecho esta ficción de enfrentamiento entre la bandera tricolor y la bandera Wiphala, ambas son símbolos patrios reconocidos por la nueva Constitución del 2009”, explica el analista Gabriel Villalba.

Desde el 20 de octubre hasta el 10 de noviembre de 2019, sectores críticos al Gobierno impulsaron movilizaciones en diferentes sectores del país, una crisis política y la renuncia del entonces presidente Evo Morales, quien denunció un golpe de Estado.

Áñez, que esa vez ocupaba el cargo de senadora, aprovechó el escenario para tomar el poder y aplicar un régimen de violencia como en el caso de las masacres de Senkata de El Alto y Sacaba en Cochabamba.

En contraste, Luis Arce aplicó medidas para contrarrestar la triple crisis en busca de la reconstrucción de Bolivia y su estabilidad tras la ruptura institucional. Así, Bolivia retomó el camino de la construcción del Estado Plurinacional tras la posesión del domingo 8 de noviembre en la Asamblea Legislativa y con apoyo nacional.

El 18 de octubre de 2020, logró el 55,11% de los votos válidos como candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS) en las elecciones presidenciales, según los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

“Las dos tareas que el gobierno de facto se impuso: pacificación del país y convocatoria inmediata a elecciones no se cumplieron, todo lo contrario. Se sembró muerte, miedo y discriminación, recrudeció el racismo y se usó la pandemia (del COVID-19) para prorrogar a un gobierno ilegal e ilegítimo”, cuestionó Arce en su discurso de posesión.

“Este 8 de noviembre de 2020, iniciamos una nueva etapa en nuestra historia y queremos hacerlo con un gobierno que sea para todas y para todos, sin discriminación de ninguna naturaleza”, resaltó.

Reivindicación plurinacional

Tras la recuperación de la democracia y el reimpulso a la construcción plurinacional, el Gobierno de Arce marcó hitos como la reactivación económica, la vacunación masiva y gratuita para el pueblo contra la pandemia del COVID-19, la recuperación del derecho a la educación, y el restablecimiento del orden democrático en sintonía con el desarrollo integral y la libre determinación de los pueblos.

El mandatario destacó que Bolivia haya retomado la lógica de los cambios históricos, políticos, sociales, económicos y culturales como referente internacional de la construcción plurinacional.

“Los bolivianos, nos sentimos orgullosos de haber sido el primer país de nuestra región de haber instaurado el Estado plurinacional como una lógica de administración y gestión de la sociedad”, destacó en su discurso en el acto oficial de inauguración de la nueva infraestructura de la Asamblea Legislativa Plurinacional en La Paz.

El miércoles 28 de julio, Pedro Castillo juró a la Presidencia del Perú en un acto oficial en el que aseguró que uno de sus principales desafíos es la convocatoria a una Asamblea Constituyente plurinacional para la elaboración de una Constitución que promueva cambios sociales y económicos en su país.

“La Asamblea Constituyente del Bicentenario debe ser plurinacional, popular y con paridad de género. Su composición tiene que incluir, al lado de candidatos propuestos por las organizaciones políticas inscritas, a porcentajes de candidatos provenientes de los pueblos originarios, de los pueblos indígenas nativos y originarios, del pueblo afroperuano, de candidaturas independientes provenientes de los gremios de organizaciones populares, sindicales y gremiales, genuinamente representados de todo el pueblo peruano”, dijo Castillo en esa oportunidad.

En el caso de Chile, la representante del pueblo mapuche, Elisa Loncon, fue elegida el 4 de julio como la presidenta de la Convención Constitucional. Tiene como uno de sus desafíos impulsar una refundación de su país como Estado plurinacional.

“Esta Convención transformará Chile en un Chile plurinacional, en un Chile multicultural, que no atente contra los derechos de las mujeres, de las cuidadoras, que cuide la Madre Tierra, que también limpie las aguas. Este sueño se hace realidad, es posible refundar este Chile”, aseveró.

Gabriel Villalba, también experto en geopolítica, considera que el proceso de transformación en Bolivia no puede ser entendido sin la revolución cubana que tiene como un bastión ideológico al Estado Plurinacional.

Al respecto, asegura: “Bolivia se queda ahora como lo que hace algunos años era Cuba. Bolivia es ahora el modelo que está siendo visto por Chile, por Perú y por Colombia para entender la plurinacionalidad que abarca a todos, que es diversa, incluyente y no excluyente”.

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