La tecnología moderna pone en dificultad a los diarios de papel

Rodolfo Faggioni

Cuando un periódico muere, todos nos sentimos un poco más pobres. El 11 de septiembre ha salido por última vez el Washington Post Express: por dieciseís años ha sido el periódico más leído por los viajeros que tomaban el tren subterráneo en la capital americana. Una Prensa Libre o Free Lance como se usa decir hoy en día. En este caso, hay que agregar el Washigton Post Express a la lista de publicaciones “asesinadas” por la tecnología moderna. En su último editorial, bajo un título muy amargado e irónico se lee: “Espero que continúen disfrutando de esos malolientes teléfonos inteligentes”. En el momento de máximo tiraje, en 2007, se distribuyeron 170.000 ejemplares diarios, en los útimos tiempos llegaron a 120.00 y últimamente casi nadie lo leía. Casi todos los viajeros de los trenes subterráneos o de los autobuses estaban con su smartphone leyendo las últimas noticias del día en los news.

Los smartphone se han extendido desde hace una década, pero el golpe de gracia, si así lo podemos llamar, ha sido el uso del Wi-Fi que permite de continuar en la red, incluso viajando en un tren subterráneo o en un túnel.

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Sin embargo, hay algo que no se entiende en esta despedida, como cuando pronosticaron que la TV había matado a la radio. La radio sigue muy viva y digamos la verdad, no han sido ni los “teléfonos inteligentes” ni la Wi-FI a “asesinar” el Washington Post Express, fue la incapacidad de quienes lo dirigieron a no entender, que el mundo estaba cambiando.

Es como cuando los que fabricaban las velas de cera estaban en desacuerdo con los que inventaron la bombilla eléctrica, o cuando los constructores de carruajes tirados por caballos, hicieron, literalmente, las barricadas contra los primeros automóviles. Podemos lamentarnos que hoy los abanicos no estén más de moda, pero la gente prefiere el aire acondicionado. Los pasajes del tren o de los aviones ya no se compran en las agencias de viajes, ahora basta un “clic” en un  “app” (aplicación) para comprarlos.

De todos modos, la prensa es la prensa,  un baluarte de la democracia, porque sin ciudadadanos informados, el pueblo se puede desorientar y estar perdido, como sucede dónde no hay libertad de prensa. Pero el objetivo del periodismo no es sólo vender papel, es difundir las noticias, hacer conocer la literatura, la cultura, las opinones, etc.

Dicho esto, el papel no muere necesariamente, esto se demuestra por la resistencia de los libros en papel en comparación a los libros electrónicos, los e-book.

Pero si el periódico dá las mismas noticias que se leen en un  smarphone e en u n Wi-Fi, algo tiene que cambiar.

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Rodolfo Faggioni

Es periodista boliviano. Actualmente vive y trabaja en Italia como corresponsal de medios de comunicación latinoamericanos. Desde 1975 es miembro de la Asociación de Prensa Internacional en Italia. En 1995 fue ganador del XXI Premio Internacional "DANTE ALIGHIERI" en Artes, Letras y Comunicación Social en la sección Periodismo.

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