¡Adiós unión Jack!
¡Ecce Bretix! Los euroéscepticos y los eurofobici de Gran Bretaña hablan del “Día de la Independencia” y de la recuperada soberanidad británica. El precio pero puede ser muy alto: nos referimos a la desintegración del Reino Unido. El divorcio de la Unión Europea ha acelerado escenarios poco favorables al mantenimiento de la United Kingom fuera de Inglaterra y Gales.
El parlamento de Edimburgo ha votado a favor de un nuevo “referendum” para independizarse de Londres, después de que el precedente fue rechazado por una minima diferencia. Solamente que en la antecedente el Bretix era una lejana hipótesis, ahora es realidad y los escocesés son declaradamente pro-europeos, como ha demostrado el voto unánime en el parlamento. No obstante Londres se oponga a un nuevo “referendum” ellos tienen buen juego en decir que es Gran Bretaña que los ha llevado fuera de la Unión Europea. De ahí la decisión del despliegue independientista para ir otra vez al voto popular sabiendo de contar sobre un amplio consentimiento. El gobierno de Edimburgo tiene la necesidad de la autorización del gobierno central de Londres para aprobar el “Scotix”, pero es claro que el problema antes de ser jurídico es político. Un “no” fortalecería a los “independientistas” y sancionaría a la marginalidad los partidos nacionales ingleses, en primer lugar al Partido Conservador.
Es posible que “el día de la Independencia” tenga efectos también en el “Muro de Adriano” y fuera del Canal de Irlandia. Si Irlandia del Norte decidiese unirse a la República de Irlanda, su decisión, al contrario de la escocesa, sería automática. Irlanda del Norte ha votado para permanecer en la Unión Europea y según los acuerdos firmados en 1998, Londres tiene que aceptar la unión si esta es la voluntad de la mayoría de los irlandeses. Tanto en Ulster como en Eire es una hipótesis que comienza a dar algunos frutos en la leadership del “Sinn Fein”, el histórico partido católico independientista, hoy recalcitrante delante a la hipótesis de regresar a formar un gobierno de unidad nacional con los unionistas pro-Londres.
Las dificultades para “la Grande Patria” no terminan aquí. En la cumbre de los Jefes de Estado de la Unión Europea que se reunirá a fines de Abril, Europa impedirá a Londres cualquier tratado comercial bilateral con países de la UE o algún estado histórico con poca solidariedad con los miembros de la UE. Además, Bruselas pedirá los 60 mil millones de Euros que ha concedido a cobertura de los compromisos como miembro de la Unión Europea. Incluso, la Unión Europea ha fijado puntos rígidos y bien claros para negociar la salida de Londres, comprometiéndola a cumplir condiciones precisas. Antes de iniciar a hablar de relaciones futuras son necesarias garantías precisas hacia los ciudadanos de la U.E. que residen en Gran Bretaña y sobre la espinosa cuestión de la futura frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte los pactos son claros: tienen que respetar las decisiones de la Corte de Justicia de la Unión Europea.
Un escenario muy difícil para los ingleses preocupados por el impacto que podrá tener el producto interno bruto (PIB) y por las facilidades que tenían en todas sus traslaciones económicas como miembros de la U.E. Cantar el clasico “Rule Bretaña”, ahora, es un riesgo que esta vez puede llevar la nave inglesa a impactar sobre escolleras muy peligrosas.