Solo 5% apoya a Dina
Dina Boluarte ha roto récords. Según IEP, una de las encuestadoras más serias, el 90% de los peruanos la desaprueban (y el 91% hace lo mismo con el Congreso), mientras que solo el 5% de los ciudadanos la aprueba. Desde que en el Perú se han venido haciendo sondeos, nunca antes la tasa de apoyo ha sido tan bajo para una presidencia y tampoco nunca antes esta ha sido igual al porcentaje de los que no saben o no opinan.
Este es el regalo que le ha dado la población a quien se declaró como la “madre del Perú”, y justo en el mes de las madres. Para Dina esto prepara la más madre de las derrotas. Ninguna democracia sobrevive con un nivel tan descomunal de repudio tanto hacia su poder ejecutivo como a su legislativo.
Este 5% de aval se ha registrado antes de que Dina cumpla un año y medio en palacio. Ella, encima, ha manifestado que espera estar 25 meses más allí, hasta el 28 de julio del 2026. Para este 7 de junio en que el Perú celebra el día de la bandera, Benavides no podrá volver a ser la fiscal de la nación, mientras Dina en todo el hemisferio es la mandataria con mayor desaprobación.
En esa fecha tan importante habrá miles de bicolores con signos de luto. Para evitar seguir detentando la presidencia más repudiada de nuestra “democracia”, Dina rehúye a la prensa y a las apariciones públicas. Su Premier y sus ministros son quienes ahora reciben las pifiadas.
La mayoría de los países del mundo (desde Australia hasta Israel) se reivindican como occidentales, pero ninguno de ellos tiene a un gobierno tan repudiado. Sin partido, bancada, carisma e intelecto, Dina se ha hipotecado al fuji-congreso, a cuyas resoluciones siempre estampa su firma. Ella ha creído que mientras más servil se pueda tornar ante Fujimori y la corrupción, ella iba a poder seguir en la casa de Pizarro. Empero, mientras más pasa el tiempo, Dina acumula más y más infracciones penales con las cuales ella va a terminar superando a su exdictadora boliviana Jeanine Añez por su tiempo bajo rejas. Y la ultraderecha, que hoy la sostiene para querer hacer cuanta contra-reforma pueda, va a terminar sacrificándola y despotricando contra ella cuando ya le hayan exprimido peor que limón de emolientero.