Reseña: "Una vida soñada"

Más allá del inframundo de los vende humo

Elvis Vargas Guerrero

El carácter desinteresado define al arte. Es un fin en sí mismo: el arte por el arte. Cuando el arte tiene un propósito, se adentra en otros terrenos, es artesanía o producto de consumo. En la Feria del Libro de Granada, conocí a una autora boliviana, Asteria Reyes. A pesar de su sutil economía de palabras, demostraba una habilidad notable para escuchar, lo cual me motivó a leer su libro, “Una Vida Soñada”.

Todo ser humano, en algún momento, ha soñado su vida, buscando un propósito desde la oscuridad de las cavernas hasta la confusión de las luces LED, intentando encontrarse a sí mismo y comprender su rol en este mundo. Asteria plantea de sopetón la pregunta: ¿es posible la grandeza? Hubo grandezas que corroyeron el alma humana y otras que nos enaltecieron como especie. Buscando la respuesta me puse a leer el libro, que, dicho sea de paso, se lee de una sentada.

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Mientras hojeaba sentía nostalgia por obras leídas en mi juventud, como “Juan Salvador Gaviota” de Jonathan Livingston que impulsaba a explorar el mundo, aprender a volar y descubrir lo que estaba más allá de nuestros ojos. “El Hombre en Busca de Sentido” de Viktor Frankl, que nos enseñaba a dibujar la sonrisa más sublime, aunque en esos momentos nos estén torturando. “La Noche Quedó Atrás” de Jan Valtin mostrando la capacidad crítica para cerrar ciclos y enfrentar nuestras propias creencias. Naturalmente estos libros son distintos a los que ofrece la industria de la autoayuda, los vende humo, que fomentan un enfoque consumista de la felicidad y el bienestar, promoviendo la idea de que la solución a todos los problemas se encuentra en comprar más libros, asistir a más seminarios o adquirir más productos. Yo veo que Asteria supera los linderos de esta industria con una herramienta poderosa, la honestidad.

Me impresiona de ella su historia de vida, aunque no totalmente plasmada en su libro. La conocí mejor a través de un intercambio de mensajes. Su travesía errante desde Aiquile, La Paz, Brasil, Argentina y Barcelona es fascinante. Uno solo puede quedar atónito ante su fuerza creadora y transformadora en ese tránsito migratorio. Sus viajes son el hilo invisible de los bolivianos, a quienes un amigo definía como, el leve tránsito de la generación del autoexilio. Ese sueño similar a la fantasía guaranítica de vagar sin descanso hasta encontrar la tierra sin mal. Al ver personas como ella me hizo recuerdo que es difícil encontrar compatriotas exitosos; por ahí alguien dijo que, de cien, quizás uno conquista el éxito, y ha tenido que trepar como Sísifo sobre la montaña de cadáveres de los que no pudieron llegar a destino.

Veo en la vida de Asteria el mito de la travesía del héroe, donde los obstáculos del viaje han sido la catarsis que le permitió dominar el ego limitador. Al final de su búsqueda, se sana a sí misma y sana al mundo. El triunfo es el final, y como en toda cosecha, lo más hermoso es compartir los frutos. El libro de Asteria es precisamente eso: compartir los frutos de una cosecha, no una confesión de lo vivido. Su voz es poderosa cuando relata su propia vivencia, y esto se refleja en la presentación. Del capítulo 1 al 3, son fórmulas de éxito para ayudarte a ser mejor persona.

Creo que Asteria es una voz digna de ser escuchada y leída. Quizás su búsqueda ya ha terminado, como ella dice “despertado a un nivel de conciencia consciente” y, como los héroes medievales, ahora comparte los relatos de su viaje para empoderar a otros. Aunque no me gusta la palabra “empoderar” porque me recuerda demasiado al americanismo empowerment, esa gracia que alguien o algo te concede.

Al terminar de leer el libro, empiezo a creer en los finales felices, aunque no al estilo Disney. Ya desearía que la fuerza individual pudiera cambiar el mundo; pero con tanto agorero suelto como Piketty revelando que el lugar donde naces determina tu suerte —que más posibilidades de éxito tiene el hijo de un ejecutivo de Manhattan que el hijo del paria de Calcuta—. Quizás Frankl tenía razón: la felicidad es solo una actitud ante la vida.

“Mi vida cambió totalmente porque pude descubrir que la pobreza financiera es mental”. Esto no lo hubiera podido digerir sin antes ver el glamour de su presencia. Asteria es una persona fascinante y creo que también lo será como escritora.
Una vida soñada
Asteria Reyes
Aliar 2015 Ediciones, S.L.;

 

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