Los síntomas del estado terminal del capitalismo mundial

Eduardo Andrade Boné

Todo parece indicar que en la medida que le vamos echando una mirada al comportamiento de la economía capitalista a escala global, podemos observar que el sistema en sí adolece de una serie de enfermedades, que nos indican que este se va acercando gradualmente a su estado terminal.

 Ahora, para tales efectos, en realidad hay que tener en cuenta que el sistema capitalista moderno comenzó a tomar forma durante la transición de la economía feudal y agraria a una economía más orientada al comercio y la producción industrial. Aunque sus raíces y antecedentes se remontan a varios siglos atrás, se puede deducir que el sistema capitalista mundial comenzó a entrar en escena de manera más relevante durante los siglos XVIII y XIX.

En resumen, el sistema capitalista moderno comenzó a tomar forma en los siglos XVIII y XIX, impulsado por cambios en la producción, el comercio, la tecnología y la filosofía económica. A lo largo del tiempo, ha evolucionado gradualmente y después de crisis periódicas producidas por el propio sistema, se ha adaptado a diversos contextos históricos, políticos y sociales, y sigue jugando un papel significativo en diversas economías a escala global.

Ahora todo nos indica que una disminución prolongada del crecimiento económico puede llevar a una recesión aún más crítica, caracterizada por la caída de la producción, el aumento gradual del desempleo y una mayor  desconfianza en la economía del sistema capitalista mundial, que desde su aparición, ha sido incapaz de resolver los problemas del desempleo, de los bajos salarios, de las magras pensiones que se perciben en la mayor parte de los países del mundo, cuyo ejemplo mayor es un país como Chile, en donde prevalece un sistema de capitalización individual (AFP) y que ofrece pensiones miserables, incluso para técnicos y profesionales, que han tenido relativos buenos ingresos, pero que a la hora de pensionarse, obtienen pensiones de sobrevivencia.

Ahora el sistema capitalista a escala global ha generado grandes desigualdades económicas y carencias en los más diversos ámbitos como salud, vivienda, educación, seguridad ciudadana. Ahora si la riqueza y los ingresos están distribuidos de manera desigual e injusta, podemos estar en la antesala de grandes tensiones sociales, afectando el sistema democrático representativo, cuya consecuencia se expresa en crisis económicas que incide en la estabilidad de cualquier país a corto y largo plazo.

Hoy estamos observando un aumento rápido y sostenido de los precios y la especulación       de las grandes cadenas de productos alimenticios y otras, que va afectando el poder adquisitivo de la población y desencadenando una serie de problemas económicos diversos, que el sistema capitalista no esta en condiciones de solucionar, que los Estados son incapaces de regular, lo que permite un crecimiento mayor de la riqueza del 1% de la población mundial, en desmedros de la mayor parte  de los habitantes del planeta.

Ahora estos síntomas de las crisis periódicas del sistema capitalista, genera inestabilidad financiera, como crisis bancarias, como las ocurridas en los bancos regionales de los Estados Unidos o colapsos de mercados produciendo quiebras permanentes de diversos tipos de empresas que va teniendo efectos devastadores en la economía global y local de los más diversos países.

Ahora en este nuevo reordenamiento de la geopolítica global, las tensiones económicas y comerciales nos indican que estas están marcadas además por la aparición del grupo de países conocidos como los BRICS+ (China, India, Brasil, Sudáfrica y Rusia) cada vez de mayor relevancia e influencia  y que según las fuentes económicas nos indican que los BRICS aportan el 31,5% del PIB mundial, mientras el G7 representa el 30,7 por ciento. Lo que refleja un cambio en lo que respecta al futuro inmediato de la economía y comercio mundial, donde el sistema capitalista comienza a perder fuelle e influencia.   Las disputas entre países, las políticas arancelarias y las barreras comerciales pueden obstaculizar el comercio internacional y dañar la economía mundial, más aún cuando nos encontramos inmersos en conflictos como lo que se vive en Medio Oriente (Israel-Palestina) y Ucrania-Rusia en el nor este de Europa.

Todo parece indicar que en la medida que le vamos echando una mirada al comportamiento de la economía capitalista a escala global, podemos observar que el sistema en sí adolece de una serie de enfermedades, que nos indican que este se va acercando gradualmente a su estado terminal, es cuestión de indagar en las secciones económicas de la prensa mundial para darnos cuenta de lo que esta ocurriendo.

La deuda pública de Italia registró en junio su máximo histórico, al situarse en 2,843 billones de euros, según datos del banco central del país europeo. Según se desprende del informe publicado en la web del Banco de Italia, las sumas de las obligaciones del Gobierno crecieron desde el anterior récord negativo de 2,815 billones de euros, registrado el pasado mes de mayo.

El crecimiento mundial se desacelero de 3,4% en 2022, a 2,9% en 2023, para luego presuntamente repuntar a 3,1% en 2024. En las economías avanzadas la desaceleración será más pronunciada, con una disminución desde 2,7% el pasado año, a 1,2% y 1,4% este año y el próximo.

El crecimiento económico mundial, está a la baja marcadamente debido a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones, todo esto producto de las propias perturbaciones económicas y financieras creadas por el propio sistema capitalista occidental y que en lo grueso afectan a los sectores sociales con menor poder adquisitivo, generando además un crecimiento gradual de la pobreza a escala global.

En el África subsahariana —que representa alrededor del 60 % de las personas del planeta se encuentran en la pobreza extrema—, se cree que el crecimiento del ingreso per cápita entre 2023 y 2024 sea, en promedio, de apenas el 1,2 %, una tasa que podría hacer que los niveles de pobreza aumenten, en lugar de disminuir, todo por obra de este sistema nefasto y que solo beneficia al 1% de los habitantes de nuestro globo terráqueo.

Estados Unidos considerada la primera economía mundial, cuenta con una deuda que supera ya los 34 billones de dólares, declarada como una cifra “aterradora”, según la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, lo que genera una gran incertidumbre a escala global, con respecto a los vaivenes que vayan a ocurrir en el sistema capitalista mundial.

Mientras tanto varios países europeos comienzan a vivir una serie de conflicto en el ámbito agrícola, ello debido a la subida de los precios de los combustibles y las garantías concedidas a Ucrania por parte de la Unión Europea. Toda esta situación comienza a afectar las condiciones de vida de los pueblos europeos, que ven como su poder adquisitivo se va viendo reducido, producto de la inflación y que afectan a la llamada “canasta básica”. Lo que refleja una vez más que el sistema capitalista se encuentra en pleno declive, pues es incapaz de resolver los problemas más acuciantes de la población.

Lo lamentable de todo esto, es que las fuerzas progresistas a escala global no cuentan con una alternativa económica y social, lo que permite que el sistema capitalista mundial, siga mutando hasta el final de sus días.

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