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La política fiscal en Bolivia

Miguel Clares

En el tejido económico global, donde las tensiones y desafíos económicos son moneda corriente, Bolivia destaca como un faro de estabilidad gracias al Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP). En este marco, la política fiscal juega un papel crucial, no solo en la preservación de la estabilidad macroeconómica, sino también en la salvaguarda de los objetivos sociales, especialmente dirigidos hacia los sectores más vulnerables de la sociedad.

Siguiendo la tríada conceptual propuesta por el economista Richard Musgrave en su influyente obra “Teoría de las Finanzas Públicas”, la política fiscal en Bolivia se erige como un instrumento multifacético, cumpliendo con las funciones asignativa, distributiva y estabilizadora. Estos pilares se traducen en la asignación eficiente de recursos, la intervención para corregir desigualdades y el fomento del crecimiento económico a largo plazo.

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En un análisis detenido, se observa que la eficacia de la política fiscal boliviana se traduce en cifras reveladoras. Al cerrar el mes de noviembre de 2023, las estadísticas revelan una inflación acumulada del 1,5% y una tasa de desempleo del 3,5% a octubre de este año. Estos indicadores, más que meros números, constituyen el reflejo palpable de la protección del poder adquisitivo de la población y la generación de empleo, consolidando un entorno económico robusto.

¿Cómo se logra este panorama positivo? La asignación eficiente de recursos para la inversión pública emerge como una estrategia clave. Esta medida no solo impulsa la demanda interna, sino que también genera un dinamismo económico sostenible. En contraste con otras economías que luchan contra la recesión, Bolivia, a través del MESCP, mantiene tasas de crecimiento del PIB en terreno positivo. La inversión pública se convierte así en el motor que impulsa el desarrollo sostenible a medio y largo plazo.

En un contexto internacional y nacional desafiante, la política fiscal en Bolivia se ha revelado como un escudo protector. Resistente a las embestidas de la crisis global, ha evitado que las sombras de la recesión se proyecten sobre los hogares y empresas bolivianas. Este logro es resultado de esfuerzos palpables y medidas estratégicas implementadas en el ámbito fiscal.

Al acercarnos al cierre del año 2023, las perspectivas son alentadoras. El Presupuesto General del Estado 2024 se presenta como un instrumento que garantizará la subvención de combustibles, la estabilidad de precios y programas sociales destinados a mejorar la calidad de vida de la población. La política fiscal, como una fuerza dinámica y equilibrada, continuará siendo el timón que guía a Bolivia hacia horizontes de desarrollo sostenible y bienestar general. En un mundo marcado por la incertidumbre, la política fiscal boliviana emerge como un modelo ejemplar digno de atención y estudio.

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