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La fiesta de ego, digo, Evo

Miguel Clares

“El gringuito no se ha equivocado, Evo es un perverso y un malo”; quién pensaría que dicha frase cobraría tanto sentido hoy en día. Inicio el artículo con una declaración vertida por don Filemón Escobar (†), fundador del Movimiento al Socialismo (MAS). Una frase que se adecua a la perfección con la actual personalidad de Evo Morales.

El señor Morales ascendió al poder en 2006 como un faro de esperanza para las bases sociales, encarnando las aspiraciones de los movimientos indígenas y campesinos. Su elección marcó un hito en la historia boliviana, pero lamentablemente, el poder lo cegó. Su transformación en un líder arrogante y desprovisto de humildad ha desconcertado a quienes lo apoyaron con fervor al principio.

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En lugar de mantenerse fiel a los principios que lo llevaron al cargo presidencial, Evo Morales se ha sumido en un comportamiento polémico y beligerante. Su autoproclamación como candidato del MAS-IPSP para las próximas elecciones, siguiendo el ejemplo de Jeanine Añez, revela una falta de respeto hacia las opiniones de otros miembros de su partido. Este acto desafía la esencia misma de la democracia y la toma de decisiones colectivas en una organización política.

Además, la convocatoria de un congreso en Lauca Ñ sin la participación de las organizaciones sociales que históricamente han sido fundamentales para el MAS-IPSP parece más una celebración (fiesta) personal que un proceso democrático. Este tipo de acciones solo sirve para aumentar la percepción de que Morales busca el poder por el poder mismo, en lugar de servir al pueblo boliviano.

Es evidente que la convocatoria del congreso en Lauca Ñ no refleja la composición real y diversa del partido. Esto es especialmente preocupante en un momento en el que Bolivia necesita un trabajo conjunto para enfrentar los desafíos económicos y políticos. Los intereses personales de Morales solo perjudican a la población boliviana.

Es esencial recordar que el éxito de la gestión de Evo Morales no habría sido posible sin las contribuciones significativas de dos grandes economistas, Luis Arce y Carlos Villegas, quienes fueron los verdaderos arquitectos del Modelo Económico Social Comunitario Productivo. La tentativa de Morales de apropiarse de los logros de otros cuestiona su legitimidad y mancha su legado.

Mientras el gobierno actual se esfuerza por brindar una gestión pública en beneficio de la población boliviana, los intereses personales y políticos de Evo amenazan con obstaculizar el progreso del país. Es esencial que los líderes políticos recuerden que su deber primordial es servir a la gente y no a sus ambiciones personales.

Es claro que el presidente Luis Arce demuestra un enfoque significativamente diferente al de Morales. El actual presidente se ha centrado en la preservación del bien comunitario en lugar de la búsqueda de intereses individuales. Arce trabaja incansablemente para consolidar una gestión que prioriza el bienestar de la población boliviana en su conjunto.

En consecuencia, el cambio en la conducta y el enfoque de Evo Morales es un tema que merece una profunda reflexión. Su transformación de un líder esperanzador en un político controvertido y egocéntrico plantea interrogantes sobre su verdadero compromiso con los ideales que alguna vez prometió representar. Bolivia necesita líderes que se mantengan fieles a sus principios y trabajen en beneficio de la nación en lugar de su propio interés.

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