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El modelo económico boliviano frente a las adversidades

Miguel Clares

La historia económica de Bolivia atesora un capítulo significativo, uno que rara vez se presenta ante el escrutinio público, pero que merece ser contado. Este capítulo gira en torno a la creación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), un hito forjado en las aulas de la poderosa Universidad Mayor de San Andrés. Dos mentes visionarias, Luis Arce y Carlos Villegas, se alzaron como los arquitectos de este modelo, devolviendo la dignidad y la soberanía económica al pueblo boliviano.

Este modelo económico boliviano se distingue por su firmeza ante las adversidades globales. Mientras que otros sistemas flaquean bajo la presión de los shocks económicos mundiales, el modelo boliviano resiste, garantizando que el peso de la crisis internacional no recaiga sobre los hombros de los hogares y las empresas bolivianas. En tiempos de post-pandemia, la guerra entre Ucrania y Rusia, espirales inflacionarios a nivel global, quiebras de bancos internacionales y un reordenamiento geopolítico mundial, así como la crisis climática y recesiones económicas en varias naciones, Bolivia conserva su estabilidad macroeconómica.

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Mientras las tasas de crecimiento económico de países vecinos fluctúan en terreno negativo, Bolivia mantiene una tendencia positiva, destacando su resiliencia en medio de la tormenta económica internacional. La inflación en Bolivia se mantiene entre las más bajas del mundo gracias a un modelo económico que protege el bolsillo de las familias bolivianas y, en particular, de los sectores más vulnerables. Este enfoque social del modelo no solo garantiza cifras sostenibles, sino también bienestar económico para la población.

El contexto internacional ha puesto a prueba repetidamente al MESCP, y aún así, la estabilidad económica perdura gracias al compromiso incansable del actual Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, con el bienestar del pueblo boliviano. Si bien se han presentado adversidades externas, no debemos dejar de lado que recientemente también se manifestaron obstáculos internos.

En el frente interno, múltiples intentos de boicot económico por parte de élites cruceñas impulsaron paros que generaron un costo económico nacional. Además, la retención de leyes y créditos externos por parte de algunos asambleístas ha obstaculizado el avance del país. Las campañas de desinformación, lideradas por políticos disfrazados de analistas económicos, han intentado socavar la estabilidad económica. A pesar de estos desafíos, tanto internos como externos, el modelo ha permitido generar certidumbre económica y una significativa reducción de la pobreza y la desigualdad.

En este contexto, es importante subrayar que el MESCP no es solo un sistema económico, sino un faro de esperanza para la población boliviana. Ha permitido la creación de empleos, la inversión en infraestructura, el fortalecimiento de la producción local y el acceso a servicios básicos para muchos que antes carecían de ellos. Además, ha habilitado la participación activa de las comunidades y los pueblos indígenas en la toma de decisiones económicas y políticas, una faceta fundamental para construir una sociedad más equitativa y justa.

Este modelo, concebido por bolivianos para bolivianos, merece ser protegido. El compromiso del Gobierno actual se traduce en una gestión centrada en el bienestar del pueblo, desligada de intereses personales y políticos. En tiempos de adversidad, es tarea de todos defender lo que nos pertenece y seguir avanzando en la senda de la prosperidad, respaldados por un Gobierno comprometido con su población y enfocado en el progreso de Bolivia.

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