Todavía queda mucho por aprender y desaprender

Encontrar tu rol en el feminismo

Ana Sofía Cabezas

En los últimos años, muchas mujeres hemos tenido acceso a información y oportunidades de educarnos en la lucha del feminismo. Seguramente, la mayoría tuvo su primer acercamiento a través de lo que entendemos como el feminismo liberal —movimiento político de reivindicación de las mujeres, cuestionado desde otras teorías por diferentes motivos—; pero, gracias a las oportunidades de estudio, se hicieron populares otras teorías que, respaldadas por experiencias de mujeres de diversas realidades, permitieron abrir la discusión sobre la verdadera raíz del problema y las soluciones que proponen las diferentes ramas del feminismo.

Probablemente muchas, al informarse más sobre la lucha, notaron micromachismos en su entorno y, como numerosas veces se ha declarado en redes sociales y plataformas, hicieron visible la fricción e incomodidad que causó la denuncia de los mismos en sus entornos sociales. Es admirable ver cómo se ha identificado la misoginia internalizada con la que muchas contaban y cómo se han ajustado vocabularios, cuestionado libros, perfiles de redes sociales, series y películas, que claramente tenían toques machistas. Además, es digna de celebrar la decisión de muchas de dejar de juzgar a otras mujeres y empezar a ver a las nuevas generaciones como aquellas que notarán un cambio, gracias a todo el activismo que se ha puesto en marcha alrededor del mundo en estos tiempos.

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Muchas veces es cuestionado si todas pueden tener una voz en el feminismo, ya que existen mujeres que no solo merecen una plataforma para hacer escuchar su voz, sino que saben y cuentan con experiencias de gran valor. Sin embargo, una lección importante es que hay que conocer el entorno en el que cada una se comunica, quiénes escuchan y cómo se puede sensibilizar a cada círculo. Aquellas mujeres que se encuentran en una posición de privilegio, o que no han vivido opresiones de diferentes tipos, ¿pueden hablar o tener una voz en la lucha? Al no dejar que el privilegio les nuble la empatía, se puede aportar al escuchar y entender que las opresiones que viven todas las mujeres no son las mismas. Las de clase trabajadora, por ejemplo, sufren una opresión estructural y sistemática. Una manera de contribuir es tener siempre una mirada interseccional.

Seguro existen quienes se identifican con el miedo de luchar sobre vivencias que no se han experimentado en carne propia; pero la ideología de la política identitaria argumenta que la identidad de uno no determina a qué luchas se puede pertenecer, sino que son los objetivos en común los que llevan a apoyar movimientos como el feminismo.

Una gran recomendación es nunca dejar atrás la capacidad de analizar y que no se puede invalidar a alguien por lo que es, sino por lo que opina o la manera en la que piensa. Entonces, todos aquellos cuyos objetivos se alinean con las luchas feministas de mirada interseccional, pueden aportar. Pero, hay que tomar en cuenta que nunca se termina de aprender, motivo por el cual, si alguien desea hablar o tener voz, debe prepararse, escuchar a otras mujeres, respetar los sentimientos y experiencias de las personas oprimidas, crear una conciencia y marcar objetivos que siempre deben ser de liberación colectiva.

Esta compenetración con las experiencias de otras, siempre debe ir acompañada de un equilibrio con la teoría. Gracias a grandes lecturas, hoy en día es posible informarse mucho sobre el feminismo. Una recomendación es leer a Angela Davis, quien muestra un enfoque de las mujeres con la raza y la clase, así como el testimonio de Domitila Barrios de Chungara, líder boliviana.

De esta reflexión es posible encontrar una respuesta —aunque seguramente existen muchas, en tanto el proceso de desconstrucción individual nunca acaba— y es que, si una no ha vivido la opresión de otra mujer, no significa que no pueda luchar con ellas.

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