Textura Violeta

La Virgen Revolucionaria

Drina Ergueta

“¡Gloria y honor! Oh, Reina del Carmelo, canta mi voz con plácido fervor!”: a coro, se cantó en alguna de las procesiones que se han realizado este fin de semana en gran parte del mundo católico, desde España y hasta sus ex colonias, con la Virgen del Carmen en andas de sus fieles, una virgen que en La Paz, Bolivia, se le llama también la “Virgen Revolucionaria”.

“Revolucionaria”, es uno de los sustantivos no formales en La Paz, pero ese título le corresponde, también, porque fue la patrona del Ejército de los Andes que liberó a Argentina, Chile y Perú del yugo español. Hoy, esta imagen es patrona de la nación en (las independientes) Bolivia y Chile, también de las Fuerzas Armadas en estos países y de España (vencida), así como en Colombia y Venezuela; además de ser la virgen del mar en varios países, y de los conductores y los carabineros, entre otros honores.

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Esta virgen es la más visible, o la única, imagen femenina de la Revolución del 16 de Julio de 1809 en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz porque los patriotas independentistas, y fundamentalmente criollos, la tomaron como su protectora y, así, se estableció “el primer gobierno independiente local de la América española”, liderado por una Junta Tuitiva de 18 integrantes, todos hombres, y que duró poco porque, finamente, fueron vencidos y ejecutados.

Meses antes, el 25 de mayo de ese año había estallado en Chuquisaca una revolución, la primera en esta América sometida y fue allí también, donde luego de varios años de luchas y sangre, en 1825 se firmaba la independencia del último territorio liberado, ese 6 de agosto en que nació Bolivia. Entonces también brillaron sólo hombres.

Eran otros tiempos, evidentemente. Las mujeres estaban dedicadas a sus labores de casa y, según su clase social, se las muestra acompañando a los revolucionarios como cocineras y enfermeras o colaborando cosiendo banderas. Seguramente es verdad, pero en parte. Hoy, que poco a poco toda la historia se va reescribiendo y rescatando e incorporando a mujeres en ella, hace falta saber ¿dónde están las mujeres en la Revolución del 16 de Julio? Con seguridad que allí estuvieron y en situación activa y efectiva, como en cada acción social humana.

Hay pocas mujeres que se conozca que se hayan participado en las luchas por la independencia de América, que por la fuerza de su presencia no han podido ser del todo invisibilizadas y es hace poco que están siendo más valoradas. Allí está Juana Azurduy, que “armó un ejército de amazonas en 1812 con mujeres mestizas e indígenas, cuyos intereses económico-sociales también estuvieron postergados y sometidos por la política realista”, señala en un artículo académico Berta Wexler. La acción militar de Azurduy fue vital en la liberación de Bolivia y Argentina.

Según recopilación de Ángeles Vázquez, brillan indígenas como: Micaela Bastidas Puyucahua, quien es “el ‘icono invisible’ de la historia peruana, siendo el motor de la insurrección popular más grandiosa del Virreinato (1790),… (y) que fue más enérgica que el propio Túpac Amaru II (su marido)”, además están “Cecilia Tupac Amaru y Marcela Castro, ‘esa indomable mujer’”. No hay que olvidar a Bartolina Sisa en el levantamiento en La Paz en 1781.

“En 1811, en Barinas, Venezuela 21 mujeres firmaron una carta al gobernador, ‘en nombre de las demás de su sexo’, ofreciéndose para alistarse al ejército republicano”, entre ellas figura Josefa Camejo Venancia.  Además, está María Dolores Bedoya, heroína de la independencia en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Chiapas; Leona Vicario y Antonia Nava Catalán en México; las colombianas Antonia Santos y Policarpa Salvatierra; la ecuatoriana Manuela Sáenz y Consuelo Triviño; la peruana Francisca Zubiaga y Bernales. Entre otras, citadas por Vázquez.

Pocos nombres de mujeres para tanta acción y lucha y tan inmenso territorio. Sólo en Bolivia figuran con fuerza nombres de mujeres indígenas, como parte además de una población doblemente invisibilizada. Ninguna con tantos honores y tanto afecto como la Virgen del Carmen, que es sólo una imagen y de un credo cada vez más venido a menos.

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