El enigma de la deuda pública

Wilmer Alavi Argandoña

La deuda pública es un tema muy complejo que puede tener tanto efectos positivos como negativos en la economía de un país. Si se utiliza de manera responsable y eficaz, el endeudamiento puede impulsar el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Sin embargo, cuando los niveles de deuda se vuelven excesivos y no se gestionan adecuadamente, los riesgos se multiplican y pueden llevar a consecuencias perjudiciales para el país y su población.

América Latina y el Caribe, se enfrenta a una situación preocupante en cuanto a la deuda pública. Según el Libro del Banco Interamericano de Desarrollo, titulado “Lidiar con la Deuda”, la deuda en la región ha alcanzado la cifra alarmante de $us. 5,8 billones, lo que equivale al 117% del producto interno bruto (PIB), principalmente por las cinco economías más grandes, que llegan hasta el 140% de su PIB.

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Esta situación es alarmante sobre todo cuando diferentes Organismos Internacionales multilaterales que ofrecen financiamiento y asistencia técnica a los países en temas de endeudamiento sostenible recomiendan que la Deuda Pública no supere el 50% con respecto al PIB. Si bien este límite no es una regla definitiva, ya que cada país tiene sus propias características, situación económica, capacidad de pago y necesidades específicas al establecer metas y políticas de endeudamiento sostenible, la idea es evitar que la Deuda Pública alcance niveles insostenibles que puedan amenazar la estabilidad económica y el bienestar de la población.

Uno de los principales problemas de un alto endeudamiento es el aumento de los costos de financiamiento. A medida que los niveles de deuda se elevan, las tasas de interés también tienden a subir, lo que hace que el servicio de la deuda genere mayor presión financiera en el país en cuestión. Esto implica destinar una parte cada vez mayor del presupuesto al pago de intereses, lo cual reduce la disponibilidad de recursos para invertir en sectores de impacto como la educación, la salud y la infraestructura. Además, altos niveles de endeudamiento pueden llevar a una pérdida de confianza por parte de los inversionistas, lo que dificulta la refinanciación de la deuda y puede desembocar en una crisis financiera.

Otro aspecto crítico es la vulnerabilidad que se genera frente a decisiones de política monetaria mundial y las fluctuaciones cambiarias, especialmente cuando la deuda está denominada en moneda extranjera. Una deuda alta en divisas puede exponer a un país a mayores riesgos y volatilidad en su economía, ya que las variaciones de los tipos de cambio pueden aumentar el costo de la deuda y afectar negativamente la estabilidad financiera.

La pandemia de COVID-19 exacerbó aún más el problema de la deuda en la región. Para contrarrestar los efectos negativos de la crisis, los gobiernos recurrieron al endeudamiento para financiar programas de ayuda social, sostener las empresas y mantener el empleo. Si bien estas medidas eran necesarias y justificables, también resultaron en un aumento significativo de la deuda pública. Ahora nos encontramos en una encrucijada, donde la deuda acumulada está ejerciendo una presión asfixiante sobre la economía y obstaculizando su recuperación.

Ante este panorama, es crucial que los responsables de las políticas públicas tomen medidas para abordar el desafío de la deuda en la región. Se debe procurar que la deuda se utilice de forma inteligente, enfocándola en inversiones de calidad y en la provisión de mejores servicios para la población, evitando el endeudamiento excesivo.

La Deuda Pública es un desafío significativo que enfrenta América Latina y el Caribe en la actualidad. Para evitar los efectos negativos del endeudamiento excesivo, es fundamental que los gobiernos tomen medidas responsables y eficaces. Esto implica utilizar la deuda de forma inteligente, evitar los riesgos de la deuda excesiva y gestionar adecuadamente los altos niveles de endeudamiento. Solo a través de una gestión prudente y una política fiscal responsable, podremos garantizar un desarrollo sostenible y un futuro próspero para nuestra región.

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