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Coca o muerte
Cuenta Nicolás Segundo, ex autoridad de la comunidad guaraní Ivaviranti, de cuando era peón de hacienda: “Una vez los peones fueron a poner postes en un chaco. Llevaron 15 brocas y todas se trozaron, porque no le invitaron coquita al Iya del Monte. (Dios, Dueño del Monte) Entonces fueron donde el patrón y le dijeron:
-Muy poquita coca nos da y eso no le ha gustado al Dueño del Monte.
-Yo soy el dueño de ese monte- dijo el patrón.
Al otro día el patrón fue con los peones y llevó dos brocas y las dos brocas se rompieron. Entonces apareció el Iya del Monte transformado en venado y el patrón se puso a temblar. No podía ni moverse y sus peones tuvieron que llevarlo a la hacienda. Su mujer lo santiguó y, en la noche, el Iya del Monte se apareció en los sueños de su mujer y le dijo:
-Si no les das más coquita a tus peones, tu marido se va a morir.
Al otro día, cuando hemos ido a recibir nuestra ración de coca, ella ha dicho:
-Verdad había sido que hay Iya- y les ha dado más coquita y recién han podido agujerear los palos.
La coca es para nosotros y para los Iya. Nosotros no coqueamos callados, tenemos que llamarlos, pedirles permiso para que nos regalen sus palos. Tenemos que decirle: “Eyu yamuati sheru…” (ven Padre para que coqueemos…). A todos los Iya les invitamos coquita. También ponemos coquita al suelo para que ellos la recojan.”
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La coca, en haciendas del territorio guaraní, es uno de los temas pendientes. Es un tema bello, triste, alegre, lleno de anécdotas e infinito. Tal vez tendría que ser escrito por descendientes de los peones de hacienda —hoy viven en comunidades libres o ciudades— con el apoyo de sus organizaciones.