En las entrañas de Perú, mi patria

Marco Minguillo

En mi patria se habla de diálogo. En mi patria se habla de paz. En mi patria se habla de democracia.

Y, paradójicamente, ante nuestros ojos yacen cincuenta seres humanos, en su mayoría jóvenes, cuyos cuerpos han sido agujereados por balas del estado oligárquico.

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A comienzos de diciembre del año pasado el Congreso de la República perpetró un golpe de estado contra el presidente Pedro Castillo.

Dina Boluarte, respaldada por la oligarquía, las fuerzas armadas y policiales, los políticos conservadores de derecha y la prensa hegemónica, usurpó la presidencia del país. Ahora, en un contrasentido, quienes gobiernan el Perú son los perdedores de las últimas elecciones.

Así mismo, debo subrayar que el gobierno de Pedro Castillo abandonó el programa político primigenio por el que fue elegido e implementó un gobierno mediocre e ideológicamente de derecha liberal.

Ante esta frustración colectiva donde la clase política muestra, una vez más, que vive de espaldas a las necesidades de la población, se inició un proceso de levantamiento social en diversas partes del país; teniendo su eje principal en las zonas más pauperizadas y poniendo al desnudo las injusticias que generó el modelo socioeconómico neoliberal. Modelo pomposamente endiosado y protegido por diversos personajes que han pasado por palacio de gobierno durante décadas.

En mi patria se habla de democracia, a pesar que la constitución política elaborada durante la dictadura fujimontesinista continúa vigente y es defendida contra viento y marea por los que ostentan el poder.

Se sabe que la población indignada exige demandas concretas: La renuncia de Dina Boluarte, el cierre del impopular y desprestigiado Congreso, la convocatoria a nuevas elecciones generales este año 2023 y el referendum para una Asamblea Constituyente.

En mi patria se afirma también que el estado peruano es multinacional y pluricultural. Mas solo en el discurso, ya que el estado oligárquico es, en la cruda realidad, excluyente, inhumano, patriarcal, racista y reaccionario. La mejor muestra es el actual “diálogo de balas” y las matanzas que han ejecutado contra pobladores en Apurímac, Ayacucho, Junín, La Libertad, Cuzco, Arequipa y Puno.

Lo preocupante de la actual coyuntura política es que se continúa criminalizando la lucha y el derecho a la protesta del pueblo peruano, que exige justas demandas para democratizar un país hundido en la corrupción, en la injusticia social y en la violencia indiscriminada.

Desde una perspectiva de pájaro, no se puede descartar la presencia del imperio del norte en la lucha geopolítica por retomar el poder en países como Perú, mas aún ahora cuando en varias naciones latinoamericanas vuelven a soplar vientos de hermandad, de solidaridad y de sueños por consolidar la Patria Grande.

Para culminar estas líneas, en esta noche invernal estocolmeña, debo decir que me aúno a este clamor popular por democratizar nuestra patria y que las muertes contra el pueblo peruano no queden en la impunidad.

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