Mauricio Carrasco, (ABI). – En la introducción del libro Arguedas. Confidencial, del escritor y periodista Roberto Cuevas Ram" />

Antonio Arguedas, el oscuro personaje que entregó el diario y las manos del Che a Fidel

Con esos titulares, los periódicos del día jueves 24 de febrero del 2000 se referían al hecho de sangre que, dos noches antes, la del martes 22 de febrero, se había registrado en la plaza Roma de Obrajes en la ciudad de La Paz.

Según datos periodísticos registrados aquel día, Antonio Arguedas Mendieta, el hombre fuerte de los años sesenta, perdió la vida cuando intentaba activar una carga explosiva, producto de un error fatal.

“En vez de mover el detonador a la derecha (para activar el medidor de tiempo), lo hizo a la izquierda, lo que provocó la explosión”, reza el informe del Departamento de Inteligencia del Gobierno, corroborado por una frase que, según el ministro del Interior del presidente Hugo Banzer (1997-2001), Wálter Guiteras Dennis, habría dicho Arguedas: “carajo, me equivoqué”.

Detalles más, detalles menos, los periódicos basándose en informes oficiales decían que “Antonio Arguedas escribió su nombre en la historia cuando entregó a Fidel Castro las manos del Che Guevara. Mucho antes participó en la Revolución de 1952, fue ministro del presidente Barrientos…”.

A muy pocas horas la noticia comenzó a tener variantes. El “error” adquirió en unos casos la figura de “suicidio”, en otros “ajuste de cuentas” aludiendo a una supuesta vinculación con el narcotráfico o venganza de la CIA y, el más insistente, “asesinato político”.

El hermano de Antonio trató, sin éxito, de llevar adelante un proceso judicial con la tesis de “asesinato político” que quedó archivado en los vericuetos del ámbito judicial.

Sólo el libro de Roberto Cuevas quedó como testimonio de aquel suceso fatal. El texto fue agotado completamente.

Internacionalmente se ha constituido en documento de consulta como testimonio complementario de la infinita cantidad de libros sobre el Che, por cuanto la motivación del periodista Cuevas Ramírez para escribir su libro fue obtener datos de primera mano de quién fue autor de que el diario y las manos del comandante Ernesto Guevara Laserna, llegue a poder de Fidel Castro.

El libro Arguedas. Confidencial transcribe en más de doscientas páginas el diálogo con Antonio Arguedas y responde al género de la entrevista periodística, especialidad que académicamente fuera impartida a los estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés durante el tiempo que Cuevas ejerció la docencia universitaria.

A nivel nacional el texto fue muy poco comentado por los críticos de libros, pero en el exterior encontró resonancia, como es el caso de Paco Ignacio Taibo II, el bibliógrafo mexicano más documentado sobre el Che, quién en el periódico Jornada de México dice: “Un último material: Arguedas confidencial, del periodista boliviano Roberto Cuevas Ramírez, es una biografía repleta de información sobre el controvertido y extraño Ministro del Interior boliviano responsable de haber sacado el diario y las manos del Che de Bolivia para entregarlas al gobierno cubano”.

Vida sinuosa

Arguedas fue ministro del gobierno del general René Barrientos entre 1964 y 1967 y era uno de los pocos personajes que conocía el paradero de los restos del Che Guevara en Bolivia.

Cuando murió, la división de investigaciones de la Policía Técnica Judicial (PTJ), informó que Arguedas era la persona que portaba una bomba que explotó en su cuerpo en una zona residencial de La Paz, sin provocar otras víctimas.

Inicialmente se había informado que la persona fallecida era Jorge Lozano porque fue encontrado un documento de identidad en uno de sus bolsillos. Las investigaciones posteriores establecieron la verdadera identidad del fallecido.

Los testigos del hecho manifestaron que dos hombres discutieron en la plaza de la Loba de la zona de Obrajes, a pocos minutos del centro de La Paz, y posteriormente uno de ellos se alejó con un bulto en el pecho, que era una bomba que le explotó en el cuerpo.

Para la PTJ, la identificación del occiso fue difícil porque en la explosión se destruyeron sus dos manos, lo cual fue calificado en su momento como una “ironía del destino” porque Arguedas fue el hombre que entregó las manos del “Che a Cuba, las que envió en forma clandestina en una caja”.

Arguedas había desaparecido de la actividad política en los últimos años y se dedicaba a sus actividades particulares.

Sin embargo, investigaciones policiales lo vinculaban con la conformación de un grupo terrorista denominado C-4, cuya bandera era el combate al narcotráfico, al comunismo, y a la corrupción.

El grupo fue acusado de colocar cinco bombas en diversos lugares de La Paz, pero sin provocar víctimas.

Ese grupo era investigado por los organismos de inteligencia policiales y militares, una vez que se sospechaba que miembros de esas instituciones descontentos con el gobierno eran los encargados de colocar los explosivos para sembrar inseguridad.

En 1998, la policía acusó a Arguedas de encabezar una banda dedicada a los secuestros extorsivos de empresarios, por cuya liberación pedían rescates de hasta 100.000 dólares. La banda fue capturada, pero Arguedas pudo eludir la pesquisa.

El Che Guevara murió el 9 de octubre de 1967 en las selvas del sudeste de Bolivia, tras encabezar un movimiento insurgente desde marzo de ese año. Fue capturado herido en un combate, y posteriormente ejecutado.

Arguedas fue la autoridad que tenía conocimiento de todas las operaciones militares y policiales que llevó adelante el gobierno de Barrientos para destruir el movimiento guerrillero conformado por guerrilleros cubanos, peruanos, bolivianos y de otras nacionalidades.

Un fragmento de la entrevista de RC (Roberto Cuevas) con AA (Antonio Arguedas dice textualmente:

RC: ¿Cómo comienza la historia del Diario del Che, don Antonio?

AA: Como usted sabe, el que tomó las fotografías del Diario en Ñancahuazú fue el capitán Félix Ramos Medina, que tenía otro nombre pero que aquí funcionó como tal. Fue el que entrevistó al Che Guevara estando prisionero y que publicóúltimamente un libro. Era Adjunto a Inteligencia Militar.

De esas fotografías sacan tres copias fotostáticas que las entregan a Barrientos, Ovando y Zenteno Anaya. A mí, no me dieron oficialmente los americanos ninguna. Yo tomé el Diario del Che Guevara de una copia que le había dado el señor Murray a Toto Quintanilla con fines de inteligencia para tomar nombres, antecedentes, etc.

RC: ¿O sea que además de las tres copias, hubo otras?

AA: Por supuesto. Los americanos distribuyeron a los servicios de inteligencia de varios países de América Latina con fines de investigación. De la que correspondía al Ministerio ordené se me dé una copia.

RC: ¿Qué motivó posteriormente para que envíe el Diario a Cuba?

AA: Sinceramente estaba aburrido en el Ministerio. Pero además tenía presión indirecta de mi familia porque mi ex esposa estaba molesta y no le gustaba que trabaje en el Ministerio; mi hijo, un estudiante de secundaria, se puso francamente a favor de los guerrilleros lo que me ponía virtualmente frente a la familia que tenía simpatía por la guerrilla. Por otra parte, estaba decepcionado de la corrupción que ostensiblemente se veía en el gobierno.

Los ministros de Obras Públicas seguían robando la plata de los caminos, los directores del Servicio de Caminos hacían pingües ganancias en la construcción de caminos, el Ministerio de Economía hacía negocios escandalosos con la harina, en fin, una situación que me ponía absolutamente incómodo. A eso súmele la campaña que los americanos habían iniciado contra mí.

Apenas llegaba al Ministerio ya me sentía traumado porque muchos decían que era un tipo incapaz, que era sargento y que no tenía don de mando, que el servicio de inteligencia andaba de cabeza, que no se metía presos a todos los movimientistas que había que tenerlos encerrados, que era una calamidad como ministro y, sin embargo, nadie parecía advertir la enorme resistencia popular que se traducía en diarios conflictos.

RC: ¿La decisión de enviar el Diario del Che a Cuba, cómo llegó?

AA:  Cuando se declararon las guerrillas yo estaba decepcionado del gobierno y no sabía cómo salir del enredo, hasta que el jefe de la CIA me hizo llegar un obsequio conteniendo unos blancos, una pistola, fotografías de Fidel y Raúl Castro, Ciro Redondo, etc.

Yo interpreté aquello como una provocación y dije: “Qué mierda, yo me voy a entender con Castro. No necesito esta pega y finalmente soy un tipo que debe responder a lo que llevo dentro de mí. Estos gringos de mierda que se vayan al carajo”.

RC: ¿Tenía usted contacto con Fidel Castro?

AA: No. Lo que hice fue contactarme con un amigo periodista a quién le pedí haga llegar a Castro el Diario del Che como regalo.

 Las Manos

El Ejército boliviano había amputado las manos del Che después de su ejecución para tener una prueba de su identidad. Después, las manos habían ido a parar al dormitorio del ministro del Interior de Bolivia, Antonio Arguedas, que las había escondido debajo de su cama, en un bote con formol, dentro una urna de madera, “con terciopelo rojo y un acabado muy elegante”, según su propia descripción.

A espaldas de su propio Gobierno, el ministro decidió enviar las manos del Che a La Habana, como ya había hecho antes con las fotocopias del diario del guerrillero. Para ambas misiones clandestinas, recurrió a un buen amigo, el periodista Víctor Zannier.

En 1970, en la plaza de la Revolución, Fidel Castro daría las gracias a “aquellos anónimos amigos que pusieron en riesgo sus vidas para que estos sagrados despojos reposen en suelo de Cuba”.

Desde entonces las manos del Che están guardadas en un lugar secreto.

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