El INE guarda silencio sobre este tema
En el Censo 2022 boliviano, ¿se incluyen a las mujeres?
(Textura Violeta) ¿Dónde están las mujeres?, es una pregunta básica del periodismo que busca visibilizarlas y es también una pregunta válida para el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que prepara el Censo 2022 en Bolivia. Un asunto sobre el que esta entidad no respondió cuando se le consultó, pese a que hay vacíos estadísticos para la población femenina que presenta más del 49% del país.
Textura Violeta ha realizado un repaso de la boleta censal de 2012 que toma en cuenta una separación por sexos en sus preguntas y que, sin embargo, muestra que no se ocupa de elementos también relevantes y que afectan a las mujeres, como las labores de cuidados, las violencias o el acceso a tecnologías.
No se conoce aún la boleta censal de 2022, aunque el director del INE, Humberto Arandia, ya dijo anteriormente que serán 34 preguntas, mientras que el viceministro de Planificación, David Guachalla, señaló que la boleta de este censo no puede variar mucho respecto del anterior, 2012, para poder comparar y adelantó que se incluirán consultas sobre el uso de internet y la pandemia. No se menciona a las mujeres.
En el Censo de 2012 se contabilizaron 10,3 millones de personas en Bolivia, de las cuales 5,2 eran hombres y 5,15 eran mujeres. La proyección para este 2022 es que haya 6 millones de hombres y 5,98 millones de mujeres. Pero no se trata sólo de eso, no se trata de contar cuántas mujeres hay, sino del rol que cumplen y por ello Textura Violeta envió varias preguntas al INE, mediante su Jefa de Difusión, Carmen Miranda, sin obtener respuestas. Quién sabe, más adelante.
A falta de respuestas en Bolivia, el INE de Chile ha elaborado una guía específica para este tema y explica que “la incorporación del enfoque de género en las estadísticas suele considerarse, erróneamente, como la mera caracterización de la población según su sexo. Si bien es cierto que la desagregación constituye uno de los pasos fundamentales en el tema, no es el único, ni mucho menos la meta a alcanzar, sino que es el piso mínimo”.
Agrega que “para una efectiva incorporación del enfoque debe considerarse cómo se ven o verían afectados los hombres y las mujeres al tomar ciertas decisiones metodológicas en cada una de las fases de la producción y tomar las medidas necesarias para que estos efectos no generen o perpetúen desigualdades entre los sexos”. Por ello el INE chileno ha considerado necesario “incorporar el enfoque de género en cada fase de la producción estadística”.
Cambios a la boleta censal de 2012
2022 ha sido nombrado “Año de la revolución cultural hacia la despatriarcalización” por el gobierno ¿Se está aplicando un enfoque de género en el censo a realizarse en Bolivia? ¿En qué medida se aplica este enfoque?, se les ha preguntado. Ante el silencio, la boleta censal de 2012 nos dice bastante: se caracteriza a la población por su sexo, fundamentalmente, no se observa género. ¿La nueva boleta será muy distinta? No se informa, aunque se dijo que no cambiará sustancialmente. En todo caso, un repaso de esa boleta permite hacer un ejercicio sobre lo que hay, en cada capítulo, para revelar las desigualdades entre los sexos:
En la pregunta 17 del censo de 2012, en su capítulo B sobre “Principales características de la vivienda” se consulta sobre aparatos, equipos y conexiones que permiten acceder a la comunicación (radio, tv, computadora, servicio de internet), lo que muestra el interés por saber el grado de acceso a la información y a la comunicación, especialmente a las tecnologías online. Es un indicador evidentemente importante; sin embargo, aquí no se pregunta quiénes usan esas tecnologías, indicador que marcaría si hombres y mujeres tienen el mismo grado de uso, así como personas según su edad. Se podría verificar, tal como ocurre en otros países, que las mujeres tienen menos acceso, al igual que pasa con las personas mayores. Este uso y posible discriminación se añade a la desventaja que por razón de clase social seguramente se hará visible. Este dato permite luego aplicar políticas específicas para estas poblaciones.
En este mismo capítulo, no existe un apartado sobre el uso de ciertos electrodomésticos (lavadora y refrigerador, principalmente, como sí lo hay respecto a la radio y la tv) que muestran el tiempo que se dedica a ciertas actividades domésticas muy duras, como el lavar ropa mano o la posibilidad de almacenar productos, reducir el número de veces de compra y su tiempo para ir al mercado. Se trata de actividades que suelen hacer las mujeres, por lo que su efecto es muy fuerte en su vida cotidiana. Tener estos electrodomésticos informan más allá de los niveles de pobreza, muestran la situación de las mujeres en esos niveles.
En el Capítulo C, referido a la “Emigración internacional” se pregunta sobre personas que vivían en ese hogar y se fueron. No se pregunta sobre si éstas envían remesas de dinero y la frecuencia. En España se sabe que son las mujeres las que más envían dinero y que lo hacen de manera más constante, no sólo al hogar de donde partieron sino a los de sus familiares en general. El impacto de las remesas en la economía boliviana llegó a representar el 7% del PIB y son las mujeres migradas las que allí, seguramente, tienen mayor incidencia y estudiarlo es necesario.
En el capítulo D, sobre “Mortalidad”, se crea un apartado para que se explique si, en caso de ser mujer la fallecida, la muerte se produjo por causas relacionadas al embarazo. Sería importante preguntar sobre las causas de las muertes en general: enfermedad, accidente, violencia. En el caso de la violencia se podrían extraer datos de feminicidio e infanticidio. En el caso de enfermedad y accidente, se podría obtener información sobre los cuidados ¿Quién estuvo cuidando y atendiendo a la persona enferma o accidentada en sus últimos días? Generalmente son mujeres.
De igual forma, en el capítulo E, sobre “Personas con alguna dificultad permanente”, se indaga sobre el tipo de dificultades que tiene la persona entrevistada y no sobre quién le ayuda a sobrellevarlas, quién le atiende y cuida en caso de que sean dificultades altas. Suelen ser las mujeres quienes se ocupan, en desmedro de sus objetivos de vida.
Finalmente, en el capítulo F sobre “Principales características de la persona” no existe la opción de declararse LGTBI y esa ausencia podría considerarse una discriminación del Estado hacia estas personas, ya que las ignora. Así como también lo podría ser el hecho de que “ama de casa” no sea considerado trabajo, así no sea remunerado.
En este apartado, se pregunta a las mujeres mayores de 15 años cuántos hijos tienen o tuvieron ¿Y si es menor de 15 (y hasta los 18 años), no sería éste un indicador de alarma, que pueda advertir de una violación? En este apartado, también se podría incluir si como persona ha sufrido o sufre algún tipo de violencia (colocar los tipos), las circunstancias, si lo ha denunciado, si ha sido atendida, entre otros.
Director del INE, Humberto Arandia (Foto: INE)
Lo técnico es político
El INE está en un proceso de “socialización” del Censo que se llevará a cabo este año en noviembre y para ello lleva a cabo un cronograma por departamentos en el país. Se entiende que esa socialización se verá reflejada en la boleta censal.
Durante la socialización, el INE explica que “el proceso censal tiene un carácter técnico y se basa en estándares internacionales”; sin embargo, se conoce que las estadísticas son herramientas para la aplicación de políticas, por lo que el tomar o no un dato tiene una voluntad encaminada a aplicar o no ciertas acciones en un programa estatal. Por ello, los datos tienen un trasfondo de política pública.
Es esa la razón de que, en las últimas semanas, se hayan producido acalorados debates sobre si se debe o no introducir en la boleta censal preguntas referidas a la identidad o pertenencia a la categoría “mestizo” y no solo a grupos étnicos específicos, debido a que hay una lucha política muy fuerte sobre este aspecto en el país, que tiene un racismo muy marcado.
Así como también hay pedidos de incluir la creencia (o no) religiosa que se profesa, ya que existe el interés de revelar el verdadero poder que pueden tener estos grupos religiosos, además de la iglesia católica. Finalmente, visibilizar la situación de las mujeres es también otro aspecto a tomar en cuenta y que otros países ya lo llevan a cabo debido a que el feminismo tiene cada vez mayor peso en el espacio político.
Recomendaciones internacionales
El INE chileno recuerda que “ya en 1989 el Comité de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (conocida por su sigla en inglés CEDAW) en su recomendación general n°9 ‘Estadísticas relativas a la condición de la mujer’, consideraba que la información estadística era necesaria para comprender la situación real de las mujeres, por lo que recomendaba a los estados partes hacer todo lo posible para asegurar que las oficinas estadísticas nacionales desglosaran sus instrumentos por sexo e integraran una mirada de género en sus análisis”.
Esta entidad explica que “un indicador desagregado por sexo no es exactamente lo mismo que un indicador de género. El primero sigue siendo un indicador tradicional por cuanto mide el número de personas que – tal como su nombre lo indica – está desagregado por sexo, mientras que el segundo permite observar las desigualdades entre los sexos como consecuencia de los roles, creencias y valores de género. El primero es necesario, pero muchas veces insuficiente para obtener información y analizarla desde el enfoque de género, porque no ofrece el mismo tipo de información ni sirve para identificar situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres”.
Arandia dijo que la boleta censal de 2022 ya fue revisada y avalada por Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Es precisamente la División de Asuntos de Género de la CEPAL que indica que hay temas clave para el diagnóstico de las desigualdades entre hombres y mujeres ¿Esos se estarán tomando en cuenta en el censo? ¿Responderá el INE boliviano?
En todo caso, estos temas clave son: Uso del tiempo, trabajo remunerado y no remunerado, pobreza e ingresos con perspectiva de género, protección y seguridad social, acceso a recursos productivos, representación política y toma de decisiones, violencia hacia las mujeres y derechos sexuales y reproductivos.