Más de 33 mil sociedades offshore registradas
Los Pandora Papers a la suiza
Como en la mitología griega, una vez que los males endemoniados comenzaron a escaparse de la Caja de Pandora, nadie los pudo detener. Hoy, los Papeles de Pandora (Pandora Papers) destapados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) este mes de octubre siguen produciendo humo — cuando no, incendios– en los más variados rincones del planeta.
En la pequeña Suiza, de apenas 40 mil kilómetros cuadros de superficie y un poco más de 8 millones de habitantes, se baten todos los récords de empresas offshore. Según una reciente investigación que la organización no gubernamental helvética Public Eye (Mirada Ciudadana) (https://www.publiceye.ch/fr/ ) realizó a partir de datos extraídos de los Pandora Papers (https://www.icij.org/investigations/pandora-papers/), en este país alpino se registran 33.000 sociedades-buzón aun cuando no realizan ninguna actividad económica local. Hecho relevante: este tipo de estructura jurídica está implicada en casi la mitad de las sospechas de corrupción y blanqueo de dinero denunciadas ante las autoridades federales.
Las offshore se encuentran en cuatro cantones: Ginebra “internacional”, el más atractivo, con apenas medio millón de habitantes, es el campeón con 13.638 sociedades de este tipo, lo que representa un tercio de todas las empresas inscritas en su registro mercantil. Le siguen el Tesino (Suiza italiana), con 9.816; Zug, con 6.306 y, por último, Friburgo, donde residen 3.064. La investigación habría probado que al menos 90 de esas empresas han realizado actividades directas para favorecer la evasión fiscal.
Sin oficina, sin más personal que un administrador que gestiona las cuentas y la correspondencia, la existencia de las empresas offshore, buzón o domiciliarias, se reduce prácticamente a pequeñas placas identificatorias en el exterior de los edificios de barrios financieros. Dichas entidades se registran por docenas en locales fantasmas, desde donde los bufetes de abogados generalmente administran las actividades diarias a través, solamente, de un servicio telefónico de contacto.
De Panamá a Pandora
Más de cinco años después de los Panama Papers, las revelaciones actuales de los Papeles de Pandora destapan realidades de trascendencia planetaria.
Los casi 12 millones de documentos filtrados por el consorcio compuesto por unos 600 periodistas de diversos países, involucran a personalidades políticas, culturales, deportivas y empresariales, algunas de las cuales ya enfrentan acusaciones de corrupción, lavado de dinero o evasión fiscal. La investigación señala al menos a 35 líderes mundiales, a más de 330 funcionarios públicos de unos 90 países, así como a empresarios de primer nivel, muchos de ellos en el ranking de la Revista Forbes de las principales fortunas mundiales. También incluye una lista amplia de evasores que operaron en las sombras.
Entre estas 35 personalidades políticas se encuentran el rey Abdalá II de Jordania; el primer ministro de la República Checa, Andrej Babis, y los presidentes de Chile y Ecuador: Sebastián Piñera y Guillermo Lasso, respectivamente. Entre los personajes famosos vinculados a esta investigación se nombra, entre otros, a Shakira, Pep Guardiola, Julio Iglesias, Chayanne, Claudia Schiffer, Ringo Starr, Elton John y el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Por otra parte, en el terreno nacional, los Papeles de Pandora vuelven a demostrar el rol central que desempeña la industria suiza de los paraísos fiscales — abogados y sociedades fiduciarias– en los circuitos de evasión fiscal internacional.
La gran mayoría de estas sociedades se dedican a las finanzas, el sector inmobiliario o el comercio de materias primas. Un reciente estudio de la Oficina Federal Suiza de Estadística (OFS) lo confirma: una de cada cuatro empresas activas en el comercio no cuenta con empleados. Las estadísticas de las autoridades son elocuentes: casi la mitad de los informes remitidos a la Oficina de Comunicación en materia de Blanqueo de Capitales (Money Laundering Reporting Office-Switzerland, MNROS, en sus siglas en inglés) tienen que ver con este tipo de sociedades-buzón.
Como lo señala Public Eye, estas empresas no se dedican necesariamente a actividades ilegales, de todos modos, su montaje operacional es el que más se utiliza para ocultar transacciones dudosas o para esconder a los verdaderos beneficiarios económicos de las mismas.
Los consejeros suizos siguen permitiendo que sus clientes se beneficien de las lagunas del sistema helvético. El ICIJ informó que ya en 2016, en el marco de la investigación anterior sobre los Panamá Papers, más de 38.000 empresas offshore se crearon en países caribeños gracias al asesoramiento de la sucursal helvética de la firma Mossack Fonseca desde un edificio residencial en Ginebra.
Mil 300 intermediarios suizos participaron en los últimos años de esta “ingeniería empresarial”. Public Eye investigó lo que había sucedido con esos intermediarios desde ese momento al presente: dos tercios de los 211 directores particulares desaparecieron de la actividad y por lo 120 de los 153 bufetes de abogados involucrados siguen funcionando, y de las 821 firmas restantes dedicadas a este tipo de asesoría, 599 continúan operando.
Perfil del operador
“En Suiza, los Papeles de Pandora revelan a los artesanos de la ocultación de la riqueza”, titulaba el 4 de octubre el cotidiano helvético Le Temps. Son abogados, asesores financieros o empleados de fiduciarias, señala el artículo. “Van desde una de las fiduciarias más antiguas del país, Fidinam, creada por el financiero Tito Tettamanti, hasta el ejercicio unipersonal de una neumóloga del Cantón Schwyz, que gestiona más de 60 empresas buzón”. Y agrega que lo que tienen en común todos esos operadores son los acuerdos financieros utilizados por más de 330 políticos para gestionar sus respectivos patrimonios, a veces a través de Suiza, más a menudo en islas exóticas o en Estados Unidos.
Estas “cáscaras” no son ilegales per se, subraya Le Temps, pero cinco años después de que los Papeles de Panamá sacaran a la luz el alcance de la creación de empresas ficticias en todo el mundo, surge la misma pregunta: “¿Por qué se sigue tolerando tanta opacidad?”.
Entre la avalancha de artículos publicados en la prensa mundial, diez días más tarde, L’Humanité, de Francia, recordaba en un análisis titulado “Prospera la evasión fiscal en Suiza” que “bajo la presión internacional, Suiza se está retirando de su sacrosanto secreto bancario; pero, a escala mundial sigue estando en el podio de las jurisdicciones que ofrecen la caja de herramientas más amplia y opaca para los poseedores de capital que desean evadirlo”.
¿Y quiénes son los operadores?, se interroga el cotidiano francés. Mientras los banqueros ahora deben cuidarse más, los abogados, los notarios, los asesores financieros y los gestores de activos pueden asumir el papel de los primeros y siguen escapando a la ley sobre el blanqueo de capitales.
L’Humanité concluye diciendo que hace apenas unos meses el lobby suizo del sector consiguió frenar un proyecto de revisión legislativa que hubiera obligado a estos intermediarios –principales artífices de las tramas de evasión fiscal– a dejar de escudarse en el secreto profesional para multiplicar el número de sociedades pantalla y proteger a sus clientes a toda costa.
En 10 de agosto pasado, swissinfo.ch, la antigua Radio Suiza Internacional, (https://www.swissinfo.ch/spa/el-suizo-que-lavaba-los-millones-de-los-narcos/46865844) informaba sobre un “suizo que lavaba los millones de los narcos colombianos”. Amparado en esa arquitectura empresarial ficticia y fantasma, este personaje, en la actualidad procesado jurídicamente, que habita en el cantón de Vaud, está acusado de reciclar 10 millones de francos procedentes de una organización criminal colombiana de traficantes de drogas. “Ya condenado en España, el hombre comparece ahora ante la justicia suiza junto con dos intermediarios activos en la plaza financiera helvética”, señalaba el artículo.
Según ese mismo medio, el imputado de doble nacionalidad suiza-colombiana tiene diversos sombreros: radiólogo, emprendedor en el campo de la medicina nuclear, vendedor de autos, consultor bursátil, agente inmobiliario, comerciante de caballos y estatuillas precolombinas. Sin lugar a duda, numerosas actividades para justificar su fortuna.
Paraíso alpino
Si el componente offshore de las finanzas helvéticas se encuentra hoy en la mira de los Papeles Pandora, la presencia gigantesca de multinacionales completa su siempre codiciado paisaje paradisíaco turístico y financiero. En la actualidad, Suiza es uno de los países del mundo que concentra más sociedades multinacionales registradas en su territorio en proporción a la cantidad habitantes, aproximadamente unas 30.000 en 2019, según la Oficina Federal de Estadística. Algunas de estas multinacionales son actores importantes a escala internacional. Catorce empresas con sede en Suiza figuran entre las 500 con mayor volumen de negocios a nivel planetario, según la Revista Fortune. Otras grandes empresas helvéticas ocuparían un lugar destacado en esta lista si publicaran todas las cifras reales de sus transacciones.
Las ventajas comparativas del país para las grandes empresas son significativas: su estabilidad económica, la fortaleza de su plaza financiera, su mano de obra cualificada, su ubicación geográfica privilegiada en medio del continente europeo y, sobre todo, el hecho de ofrecerles a las grandes empresas la posibilidad de pagar impuestos bajos.
Minúscula nación, toda una caja de sorpresas. Además de su histórica “neutralidad”, Suiza es hoy la sede europea de las principales organizaciones de las Naciones Unidas. También laberinto de empresas offshore; sede principal de centenares de multinacionales; una de las principales plataformas mundiales del comercio de materias primas –a pesar de no contar prácticamente con recursos naturales en sus suelos–, de la alimentación, de la industria farmacéutica y de maquinarias. Paraíso financiero, Caja de Pandora de la economía mundial, y hoy, como desde hace años, receloso punto de mira del periodismo investigativo que alza su voz crítica.
Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza