Agonía de la casta política neopopulista y neoliberal
Agonía de la casta política neopopulista y neoliberal
Raúl Prada Alcoreza
En la matemática, un punto de inflexión de una función, es un punto donde los valores de una función continua en la curva pasan de un tipo de concavidad a otra. La curva “atraviesa” la tangente. En ciencias sociales e incluso en filosofía se usa la metáfora del punto de inflexión como momento de bifurcación o de cambio en el comportamiento de la secuencias de hechos, eventos y sucesos en el acontecer social, político, económico y cultural. Se puede extender la metáfora a la mirada histórica, a los llamados ciclos largos, aunque también, desde una perspectiva macrohistórica, ampliar el uso de la metáfora a lo que corresponde a los larguísimos procesos inherentes a las llamadas civilizaciones. En este sentido, volvemos a insistir en las preguntas sobre el nacimiento de las genealogías del poder, ahora lo hacemos desde la perspectiva macrohistórica. Con este propósito escribimos:
Volvemos a la pregunta que nos hicimos antes, una pregunta persistente, una pregunta necesaria y quizás urgente: ¿En qué momento comienza la genealogía del poder, es decir, la genealogía de las dominaciones? ¿En qué momento las comunidades derivan en sociedades, que suponen estructuras de poder y prácticas de dominación? ¿En qué momento las instituciones sociales y la institucionalidad del poder, o del poder institucionalizado, se constituyen en dispositivos de la dominación y en dispositivos e instrumentos de consolidación de las estructuras de poder? Esta es la pregunta, un conjunto de preguntas que hacen a la cuestión y a la problemática de lo que podemos llamar los orígenes del poder, aunque el término origen puede ser discutible por su carácter mítico y no descriptivo? Preferimos, desde la perspectiva de Michel Foucault, hablar de nacimientos; sin embargo, en esta reflexión prospectiva y análisis teórico es indispensable referirse de una manera directa y abstracta al problema. En este sentido vamos hablar hipotéticamente de orígenes de las genealogías del poder.
Al respecto, hay una tesis, bastante documentada, apoyada por fuentes, reunidas, revisadas, en una suerte de balance de la memoria y la experiencia social. Esta tesis corresponde al libro Orígenes de la civilización de Abdullah a Öcalan. Resumiendo, la interpretación histórica establece qué son las mujeres las que inventaron el lenguaje, las que inventaron la agricultura, las que desarrollaron, por lo tanto, el lenguaje, así como desarrollaron la agricultura, además de tener el control de la familia y, ciertamente, se puede deducir, que tiene el control de la comunidad; como núcleo de todos estos nacimientos culturales y tecnológicos quizás se encuentre el origen del fuego, cuyo control también la tenían las mujeres. Los hombres, en cambio, se alejaban del hogar, se perdían largas temporadas, dedicadas a la caza. Volvían a las comunidades estructuradas y consolidadas, bajo el control de las mujeres. Volvían, por así decirlo, a la praxis del lenguaje, a las comunicaciones fluyentes de estas comunidades. Los hombres tenían acceso a la comunidad, pero no tenían el control de la misma. No tenían el control de la producción, distribución y consumo de los alimentos ni, obviamente, de la alimentación. No controlaban el fluir del lenguaje, la praxis comunicativa, además, habría que notar que la artesanía, de la misma manera, era controlada por las mujeres. Entonces, la hipótesis teórica de interpretación, que sostiene la tesis, supone un acontecimiento traumático, un quiebre, un punto de inflexión, este evento inaugural de la historia de las dominaciones es la constitución e instauración del patriarcalismo, después, su consolidación institucional y estatal. Este nacimiento del patriarcalismo es también, cómo se puede ver, el nacimiento mismo de la genealogía del poder, que, más o menos, corresponde a una especie de conspiración masculina, conspiración de la fraternidad masculina contra el control de las mujeres. Seguramente el proceso de transferencia del control de las mujeres al control de los hombres fue largo y diferido. Se pueden, entonces, suponer unos procesos más o menos diferidos, largos y singulares, dependido de los contextos, de los lugares, de las situaciones y circunstancias. Esta es la tesis que nos interesa anotar, pues lo que establece es la coincidencia del nacimiento del patriarcalismo y el nacimiento de las genealogías del poder y de las dominaciones. Respecto a nuestra pregunta sobre cuándo comienza, aunque sea hipotéticamente, la historia de las dominaciones y la historia del poder, la respuesta teórica y provisional de interpretación histórica supone el nacimiento del poder y de las dominaciones conjuntamente al nacimiento de patriarcalismo.
Ciertamente se trata de una hipótesis interpretativa que tiene que ser contrastada con investigaciones exhaustivas y en profundidad. Sin embargo, en tanto enunciado teórico aparece auscultando el itinerario de las civilizaciones desde la perspectiva de la macrohistoria. La relación entre nacimientos del patriarcalismos y nacimientos de las estructuras de dominación parece atinada. Desde esta perspectiva, desde la mirada abierta por la hipótesis interpretativa, la dominación como ejercicio de poder, como imposición simbólica y fáctica de una jerarquía y diferencia cualitativa en el control de los cuerpos, en el control del territorio y en el control de los bienes comunes, se da en conexión con la diferenciación y separación cualitativa establecida entre varones y mujeres, machos y hembras, que, además, implica el usurpar por parte de los hombres del manejo y la administración correspondiente a las mujeres respecto de la familia, de la comunidad, de la lengua, del fuego, de la agricultura, de la artesanía. Al respecto, antes, en ensayos anteriores, contábamos con una hipótesis de interpretación nómada, elaborada por Gilles Deleuze y Félix de Guattari, sobre el nacimiento de las genealogías del poder; esta hipótesis interpretativa alude a la tesis de la deuda infinita, más claramente, a la inscripción de la deuda por parte del emergente déspota. Si comparamos ambas hipótesis interpretativas, la hipótesis patriarcal parece corresponder a una anterioridad a la inscripción de la deuda.
Al respecto, en relación a esta diferencia temporal entre ambas hipótesis interpretativas, hay que suponer procesos, más o menos largos, de la usurpación de los hombres sobre el control de los bienes. Vinculado a estos procesos de usurpación tenemos también que suponer otros procesos relativos a la conformación de estructuras de poder, que, después, se vuelven estructuras institucionales. A su vez, debemos incorporar el supuesto de los contextos donde se dan estos procesos de conformación y configuración de estructuras de poder, que son inmediatamente estructura de dominación, que se legitiman en las estructuras institucionales. Estos contextos supuestos corresponde al nacimiento de las ciudades, donde se van a dar lugar a lo que se ha venido en llamar civilizaciones. Entonces es en estos lugares de intersección de rutas, de recorridos y de circuitos, en estos núcleos de intercambio, donde se van sedimentando las ciudades y donde los hombres encuentran la oportunidad de inscribir las diferenciaciones en los cuerpos, aprovechando la condición sedentaria de las ciudades y su control en los intercambios, incluso en los primeros circuitos monetarios. Desde este panorama se puede decir que es en las ciudades donde se da lugar tanto el nacimiento de la inscripción patriarcal, así como de la inscripción de la deuda, que vendría a ser también el nacimiento de lo que va a ser el Estado.
Contemporaneidad
En la contemporaneidad, en la actualidad de la contemporaneidad, es decir, en el momento presente, específicamente, en la coyuntura, nos encontramos en una encrucijada. Esta encrucijada se puede definir de la siguiente manera: crisis ecológica. Específicamente, esta crisis ecológica contiene, por así decirlo, un núcleo, un nudo, un espesor problemático, que consiste en la crisis atmosférica, debida tanto a la contaminación y también a la saturación mediática, de la propaganda, de la publicidad y la desinformación. Los grandes monopolios empresariales mundiales, llamados trasnacionales, financian la manipulación mediática a escala mundial, así como invierten en la destrucción planetaria. Para decirlo de manera directa, mediante esta contaminación, depredación y destrucción planetaria obtienen superganancias, a través de precios de inflación, de productos producidos con alta tecnología, lo que equivale a alta productividad, lo que implica que estos productos tengan costos bajísimos, sin embargo, son vendidos como productos caros. A esto llamamos precios de inflación, que también son mantenidos o promocionados a través de la publicidad exacerbada. Entonces estamos en un mundo de la especulación, de las burbujas inflacionarias, de la inflación, de la contaminación y depredación, de las redes mediáticas de la desinformación. En estas condiciones, las sociedades y los pueblos, sobre todo los públicos, están atrapados en estas redes mediáticas y en estas atmósferas envenenadas por la contaminación y la depredación.
Este panorama desolador se agrava cuando no aparecen horizontes de apertura, tampoco salidas a la crisis múltiple de la civilización moderna. Al contrario, cómo refundando en el ahondamiento de la crisis, se dan anacronismos políticos e ideológicos, que reiteran discursos de periodos pasados, que tratan problemas asumidos en otros tiempos, de una manera esquemática, tratados de una manera antigua y elemental. La casta política, sus voceros e ideólogos, siguen manteniendo los mismos discursos, hablando de lo mismo, señalando objetivos anacrónicos, como si el presente correspondiera a la remembranza obsoleta de ese pasado inventado desde un presente anacrónico .
En este panorama de la era de la simulación, en distintos escenarios de la proliferante impostura, hay que situar también a las prácticas y hábitos de la trivialidad, relativos no sólo a la cultura de la banalidad, sino también correspondientes al vacío mismo de cultura, es decir, a la ausencia de cultura, así como ausencia de saberes, lo que comúnmente se llama ignorancia. Nos referimos a los balbuceos que no llegan a ser discurso, porque no tiene una formación y una estructura discursiva, sino que corresponden a emisiones sonoras, vinculadas a expresiones inmediatas de frustraciones, miedos, resentimientos, venganzas, a los que los medios de comunicación le dan eco como si fueran importantes, cuando no dicen nada. Entonces estamos ante fragmentos discursivos o, si se quiere, discursos desgarrados discursos, estropeados, puesto que son sonsacados de viejos discursos o de viejas formaciones discursivas, pero de una determinada manera, inútil; se capturan estos fragmentos dispersos sin su previa comprensión de lo que significaron en los discursos desaparecidos. Lo único que se hace es poner evidencia no solamente la voluntad de nada, el vacío cultural, el sinsentido, así como la prepotencia de la fuerza inaudita, que se impone. Sin embargo, se pretende decir algo, una “verdad”. Estamos ante una doble impostura o lo que denominamos la concepción deportiva de la política.
El instinto de muerte político
Hay personajes que no solamente no tienen, en absoluto, principio de realidad, que la confunden con los fantasmas de sus delirios, sino que, como arrastrados por su instinto de muerte, el deseo tanático por el abismo, pretenden realizar sus deseos delirantes, cueste lo que cueste, incluso la destrucción de la sociedad y el sacrificio del pueblo. En la casta política gobernante se hallan estos tipos estravagantes de personajes. Pretenden ungir al caudillo déspota derrocado, caído en desgracia, durante una implosión política diferida y un derrumbe calamitoso, hundiéndose sus columnas podridas y sus cimientos carcomidos, desconociendo las últimas elecciones nacionales, imponiendo forzadamente la narrativa elemental y mal armada del “golpe de Estado”, incluso desconociendo la sustitución constitucional vigente, que recae en el vicepresidente.
Este proyecto delirante, en marcha, que no tiene ni pies ni cabeza, pretende elevar a la enésima potencia la trayectoria crápula, que ha caracterizado a la grosera casta gobernante. Se trata de una combinación de violencias, que se manifiestan en lo más grotesco de la “conspiración” política. Un “golpe de Estado”, usando paradójicamente la narrativa elemental y sin sentido del “golpe de Estado”.
En el colmo de la decadencia política, en el hundimiento más extremo en el derrumbe continuo ético y moral, la casta política gobernante pretende, paradójicamente un “golpe de Estado”. Frente al desprecio por parte de la casta política de la Constitución, de la democracia y del pueblo, la sociedad tiene la responsabilidad de defender lo que queda de la Constitución, de la democracia y de la voluntad popular. En plena emergencia de la crisis múltiple política aparecen como recursos las autoconvocatorias a la movilización general.
Circunscripciones elementales del esquematismo dualista
Empantanado en el lodazal que genera el esquematismo dualista del fiel e infiel y del amigo y enemigo. Balbuceo de fragmento ideológico, anclado en el museo de los antiguos discursos políticos. Con el uso de este anacrónico enunciado en desuso se pretende cubrir el inmenso vacío. No se puede llenarlo con el fragmento ideológico, repetido mecánicamente. Solo se hunde en el abismo del sin sentido y el absurdo político.
La agonía política
Habría que hablar de la inclinación compulsiva de sustituir la realidad por el montaje. Éste es el comportamiento de la casta política, tanto gobernante como no gobernante, de los que están en la compulsa y en la concurrencia política, en la concurrencia por el poder. Éste es el signo de los tiempos recientes, la marca de la historia política reciente. Tomando en cuenta esto, podemos intentar el desciframiento de las prácticas, de las acciones, de las conformaciones, agrupaciones, asociaciones y conspiraciones políticas; también podemos descifrar, de manera indirecta, interpretando sus íntimos pensamientos, la estructura de sus subjetividades sedimentadas; aunque también podemos intentar vislumbra los mismos pensamientos. De esta manera, darnos cuenta que, en realidad, están entrampados en el pantano de la política, la política ordinaria, la política de todos los días, la política en las noticias, así como de la política de las informaciones o más bien de las desinformaciones, así también como de la política del espectáculo, del montaje; la política implícita en todos estos escenarios montados, que buscan desesperadamente sustituir la realidad. En ese sentido, vamos a intentar el desciframiento de los últimos eventos políticos en los espesores de la coyuntura, en su momento singular, que es el ahora.
La casta política gobernante, atrapada en su encrucijada inevitable, perdida en el laberinto de sus soledades desoladas, que corresponden a situaciones de crisis múltiple y de patologías desbocadas, afligida al extremo por las circunstancias alarmantes de una coyuntura plagada de convulsiones, que devela palpablemente sus profundas contradicciones, sus amargos desatinos, sus proliferantes errores, acompañados por sus descarados comportamientos crápulas, intenta borrar de la visión del pueblo la cruda realidad. La descarnada realidad, cuyo síntoma catastrófico es el vacío inmenso de estos personajes anacrónicos, que gobiernan por inercia; también síntoma de la nulidad del sinsentido, de su apego a la demostración por el absurdo, tanto de gobernantes decrépitos, así como por parte de los voceros gubernamentales. Lo hacen escenificando todos sus triviales actos, usando los medios de comunicación de manera apabullante, cosiendo fragmentos desechables de narrativas insostenibles, acudiendo a montajes armados improvisadamente; montajes espectaculares del complot estatal, que consisten, esta vez, en borrar los hechos, la inscripción de los hechos, la facticidad misma de la realidad efectiva.
Pretenden anular también la verificación de la ocurrido, recurriendo al argumento estrambótico de que se trata de defender la “soberanía”. Vaya a saber que entenderán por “soberanía” éstos personajes grises y hasta desvencijados, que parecen salidos del teatro burlesco, de la comedia grotesca. Ciertamente consideran que la “soberanía” consiste en repetir discursivamente la banalidad del delirio de sus prejuicios vernáculares, de sus frustraciones ateridas y acumuladas en una estructura subjetiva desvencijada, que se expresa, lamentablemente, en la conciencia desdichada, es decir, en el sujeto desgarrado en profundas contradicciones, de las cuales no es consciente, sino que simplemente padece de manera sensible, como condena y fatalidad. Entonces, esta gente que gobierna sólo tiene a mano la técnica del complot gubernamental, de la conspiración estatal, que promociona la invención de la realidad.
Escasa visibilidad política, por cierto, no compensada por su premura y provisionalidad, acudida por una falta de destreza en la conformación de los guiones, en la estructuración de la trama. En consecuencia, su propia narrativa mediática queda en suspenso, levita fantasmagóricamente, está llena de agujeros sin fondo, no se sostiene de ninguna manera; termina siendo un ropaje deshilachado, salvo, ciertamente, para los convencidos, para la masa elocuente de llunk’us, cada vez más mermada. Masa de oportunistas, que cada vez es menos firme y menos fiel, que se mueve al compás del dinero; masa diletante como sus líderes patriarcales. Conglomerado diletante, que opta por el descarado oportunismo, que consiste en aprovecharse de los resabios, las migajas o el rebalse que deja la administración corrosiva de los gobernantes. Administración gubernamental que se reduce a la práctica y a la apropiación indebida de los bienes comunes, de los recursos del Estado, a la privatización del excedente del país y de su extraterritorialización, invirtiendo en el extranjero, mediante el procedimientos of short. Llega al colmo, incluso de apropiarse de lo que no es excedente, por lo tanto, ingresando compulsivamente a la destrucción misma del país, a la destrucción misma de condiciones de posibilidad de la reproducción de la formación social. Tal como lo hacen con el tráfico de tierras en la Amazonia y el Chaco, entregando tierras indígenas, desmantelado territorios indígenas, cuyos derechos están consagrados en la Constitución. Tráfico de tierras encomendado a los colonizadores, mal llamados “interculturales”, pues de interculturalidad no entienden nada. Solo tienen como objetivo la convicción de que les toca a ellos el enriquecimiento desmedido, así sea acompañada por la depredación desmesurada y demoledora, contaminando las cuencas, destruyendo los ecosistemas.
Expresando, de esta manera, lo que motiva estas conductas crápulas; eso que motiva puede ser llamado provisoriamente, recuperando viejas hipótesis, instinto de muerte. Entonces, se puede decir que esta gente está atravesada por el instinto de muerte, que se despliega destructivamente. Visto de esta forma, el fenómeno político, se puede deducir que es éste es el único procedimiento o método que tienen a mano la casta política para enriquecerse. Éste es el primer desciframiento de las conductas crápulas de la casta gobernante, en una coyuntura de crisis múltiple del Estado, crisis múltiple del gobierno, crisis múltiple de las instituciones estatales y sociales, también culturales. Estamos, entonces, ante la crisis múltiple civilizatoria, que contiene a la crisis múltiple ético y moral. Asistimos a la decadencia misma de la civilización moderna y del sistema mundo capitalista. Una decadencia sostenida, casi sistemáticamente, que se desenvuelve como hundimiento demoledor de las instituciones y de los valores, la suspensión de todas las reglas, la instrumentalización de todas las instituciones; en otras palabras, se trata de un comportamiento crápula generalizado. Este comportamiento se había visto destilar antes solo en las mafias, respecto a su entorno, la sociedad víctima. Actualmente parece que nos encontramos ante mafias políticas, un conglomerado de organizaciones combinadas, visibles, opacas y clandestinas, que inciden notoriamente en la forma y ejercicio de gobierno. Conglomerado organizacional perverso que se ha hecho del Estado para enriquecerse, para conformar una burguesía rentista, aliada al conglomerado de las otras burguesías, las antiguas y los nuevos ricos. Este es el panorama desolador de la contemporaneidad, esta situación calamitosa explica la crisis múltiple, no hay secretos. Se trata del robo organizado, del despojamiento y la desposesión de los bienes y recursos del pueblo. Todo esto se hace a nombre del pueblo y a nombre de la “revolución”.
Podemos pasar ahora a la descripción de los hechos, de los sucesos, de los eventos, de los comportamientos y de las prácticas políticas, dadas en la historia reciente. Historia reciente atravesada por la crisis múltiple del Estado; particularmente podemos situarnos en la secuencia de destrucción del “proceso de cambio”, destrucción ejecutada por la casta gobernante. Esto se puede observar en el incumplimiento sistemático de la Constitución, en el desmantelamiento de la malla institucional, en las políticas ecocidas, etnocidas y democracidas, desprendidas, durante las gestiones del gobierno neopopulista. La forma de gubernamentalidad clientelar, la mentalidad misma clientelar, ha desplegado la conformación inaudita de la reinvención de la política, que supone la invención de la realidad. Invenciones éstas que son cada vez más catastróficas, pues son insostenibles, son fácilmente contrastadas por los hechos, los sucesos, los eventos y lo que acaece en la realidad efectiva.
Todo esto se da no solo por el uso discrecional del Estado, de sus instituciones y sus aparatos de poder, sino, sobretodo, por el uso desmesurado de los aparatos ideológicos. Este uso consiste en el copamiento de los medios de comunicación estatales y empresariales, en un ambiente y en un contexto adulterados, que podemos llamar la atmósfera de la economía política de chantaje.
Este es un resumen ilustrativo de las formas de gubernamentalidad clientelar, implementadas hace casi ya casi quince años, particularmente debemos situarnos en los últimos diez años, la década perdida. Se perdió el proceso de cambio, se perdió la oportunidad de la transformación estructural e institucional del Estado y la sociedad, se perdió la posibilidad de instaurar el Sistema de Gobierno establecido por la Constitución, qué consiste en el ejercicio de la democracia participativa, democracia directa, comunitaria y representativa, es decir, ejercicio de gobierno democrático que se realiza en la construcción colectiva de la política y en la construcción colectiva de la ley. Todo esto ha sido desechado por la casta política gobernante neopopulista, que ha optado descaradamente por la impostura, por la usurpación de la victoria del pueblo contra el proyecto neoliberal, instaurando, mas bien, una forma de gobierno viciado y adulterado, que adquiere cada vez, de manera más clara, el perfil de un Estado policial.
Con respecto a la crisis múltiple, a su comprensión y entendimiento, no hay nada más adecuado que la descripción de los hechos, de su secuencia, también de la configuración que adquiere, así como de la forma, el contenido y la expresión. Eso es lo que vamos a intentar hacer ahora, en lo que sigue.
¿Cuándo comienza una secuencia de los hechos, que pueden ser analizados como si pertenecieran a una misma curva, es decir, a una función, dicho metafóricamente? Todo depende del punto de vista, de la perspectiva, pero también, obviamente, de la percepción, además de la manera de interpretar y, ciertamente, de lo que se interpreta del referente en cuestión; en pocas palabras, del contexto y de la coyuntura; en palabras recientes, las que usamos desde la perspectiva de la complejidad, depende del espacio-tiempo-territorial-social-cultural.
Dejando a un lado, por así decirlo, los “marcos teóricos” de nuestros enunciados, de nuestras apreciaciones y de nuestro análisis, diremos, tratándose de las formas, el contenido y las expresiones de la crisis múltiple, que las secuencias, las figuraciones curvadas, las funciones entrelazadas, dadas en la representación del acontecimiento, aparecen como el comienzo mismo de los procesos inherentes a la problemática y a la temática relativas a la crisis múltiple. Eso, sobre todo, respecto a lo que contiene esta crisis múltiple, en relación a lo de que impacta esta crisis múltiple; esto es, el recorte de tejido espacio-tiempo-territorial-social de la crisis. Esto quiere decir que estamos hablando de una formación histórico-social, en una coyuntura dada, en una secuencia de coyunturas determinadas.
En concreto, hablamos de la movilización general 2000-2005; de las elecciones de finales de 2005; de la asunción de gobierno en 2006; de la primera gestión de gobierno, que corresponde al lapso 2006-2009; de la segunda gestión de gobierno, que corresponde al lapso 2009-2014 y a la última gestión de gobierno de Evo Morales Ayma, que corresponde al lapso 2014-2019. Siguiendo la secuencia, teniendo en cuenta este presente, correspondiente al 2021, tenemos que considerar la interrupción de la última gestión de gobierno del caudillo déspota, la caída de el caudillo y de su gobierno, debido a una implosión diferida; en el corto lapso de 2020, la instauración de un “gobierno de transición”, qué dura hasta las recientes elecciones nacionales del 2020. Siguiendo la secuencia, la victoria electoral del MAS, después, como contrastando, su derrota en las elecciones subnacionales, seguida por el comienzo de la gestión del gobierno de Luis Arce Catacora. Considerando este último recorte temporal, su inmediata crisis política.
Dicho esto, dibujado el panorama político, esta sería la temporalidad atiborrada de la acontecimiento político, tratado como crisis múltiple, empero, singular en una formación histórico-social, correspondiente a la geografía política del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico de Bolivia, antes llamado República de Bolivia. Al respecto hay que notar que la conformación del Estado, tanto en su expresión de República de Bolivia así como en su expresión de Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico de Bolivia, es desbordada y, a su vez, contenida por lo que llamamos la formación espaciotemporal-territorial-histórico-social, que abarca, ciertamente, campos o espesores de intensidad, que, a su vez, suponen conglomerados de planos de intensidad espacio-temporales-territoriales-sociales-culturales. En ese sentido es indispensable comprender el alcance de las singularidades de las que estamos hablando, cuando nos referimos a los hechos, a los eventos, a los sucesos, del acontecimiento político en cuestión.
Analizar una secuencia y, quizás mucho más que esto, varias secuencias entrelazadas, dependiendo de la perspectiva, el recorte que se haga espacio-temporal, requiere considerar su curvatura; para decirlo de una manera muy simple, su ascenso, su cúspide y su descenso, obviamente en la curvatura, puede adquirir otras configuraciones. Pero la curva es eso, no es una línea recta, es un movimiento. En ese sentido nos interesa comprender o, más bien, acercarnos a la comprensión de la curvatura de las secuencias, que corresponden, en términos de representación, a secuencias de hechos, de eventos, de sucesos, relativos al acontecimiento, en el caso que nos compete, al acontecimiento político. Podemos ver que en el recorte que nos hemos dado, desde la movilización prolongada hasta el reciente gobierno del retorno neopopulista, con la presidencia de Luis Arce Catacora, tenemos una curvatura sinuosa. En principio, ascendente, en la medida que se pasa de la movilización prolongada a la victoria electoral de finales del 2005 y al ingreso a la primera gestión de gobierno, cuando se nacionalizan los hidrocarburos con el Decreto Ley “Héroes del Chaco” y se convoca a la Asamblea Constituyente. Sin embargo, después de la promulgación de la Constitución Política del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico (2009), la curva adquiere, en un momento determinado, un punto de inflexión y, para decirlo de manera geométrica, desciende. Se nota la regresión en el comportamiento político, también en lo que podemos llamar la restauración del Estado nación, sin haber puesto un solo ladrillo, mucho menos una sola piedra fundamental del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico.
En la segunda gestión de gobierno de Evo Morales Ayma se notan las contradicciones del “proceso de cambio”. En la segunda y la tercera gestiones del gobierno de Evo Morales las contradicciones van adquiriendo niveles abrumadores y desmesurados; en otras palabras, abríamos pasado, en el 2010, a una confrontación del gobierno, supuestamente indígena, contra las naciones y pueblos indígenas, sobre todo de tierras bajas. Hablamos del conflicto del TIPNIS. En estas circunstancias, ya dramáticas, se devela que el gobierno de Evo Morales ha cruzado, por segunda vez, la línea, a partir de la cual se puede vislumbrar que sus agenciamientos son ya de confrontación con el pueblo.
Todo empezó con el conflicto del “gasolinazo”, cuando se pretendió la suspensión de los carburantes, ocasionando la subida de los mismos, en algunos casos hasta el 100% y en otros casos hasta el 80%. Esta medida provoca la reacción popular, sobre todo de la ciudad de El Alto; se da lugar la movilización en contra de la medida, llamada popularmente “gasolinazo”. La movilización bajó a la ciudad de La Paz, quemó las fotografías de Evo Morales Ayma y de Álvaro García Linera, gritando, a voz en cuello, que en Bolivia no hubo nacionalización.
De estos hechos dramáticos pasamos a la tercera gestión, cuando ocurre el desenmascaramiento generalizado del pretendido “gobierno de los movimientos sociales”. Es cuando se notan los síntomas más alarmantes de la decadencia política; por ejemplo, la confrontación entorno a la Ley del Código Penal, qué pretendía una inquisición política, es decir, criminalizar la protesta e instaurar un régimen extremadamente opresivo, de inclinación represiva a la judicialización y desmesuradamente policial. Hablamos de hechos en una secuencia causal, que desatan movilizaciones sociales, que no están ni controladas ni abanderadas, obviamente, por las llamadas organizaciones sociales, que pretenden ser “movimientos sociales” afines al gobierno. En realidad no son movimientos sociales; los movimientos sociales están vinculados a demandas, a las reivindicaciones y, en torno de las mismas, se desarrolla el movimiento, desde su pliego petitorio hasta la acción en las calles. En lo que respecta a las “organizaciones sociales” afines al gobierno, no tenemos movimientos sociales, lo que tenemos son organizaciones sociales cooptadas por el ejecutivo, manipuladas por el gobierno y usadas como estamentos de choque, es decir, disminuidos a meros instrumentos de los juegos de poder.
En estas circunstancias ya podemos vislumbrar los síntomas no solamente de la regresión, sino también de la restauración de lo más oprobioso del Estado, de los procedimientos morbosos y adulterados al servicio de la casta dominante, cayendo dramáticamente en la decadencia política desbocada, elocuente en las formas más descarnadas y desenmascaradas de clientelismo, de corrosión institucional y de corrupción galopante. Se entiende pues que, en este panorama desolador, el MAS haya perdido las dos elecciones de magistrados, cuando gana el voto nulo, anulándose, de esta manera, las mismas elecciones. Sin embargo, usando el control del Congreso, el gobierno neopopulista decide imponer magistrados truchos, sin legitimidad, tampoco legalidad. Mediante el atropello sistemático el MAS controla todos los aparatos del Estado, todos los Órganos de Poder, convirtiendo al Estado en un Estado monolítico, al servicio no solamente de un partido, sino también de un entorno palaciego, qué corresponde a la burguesía rentista y, en su núcleo, al caudillo déspota. Es comprensible que en este panorama desolador ocurra la derrota del MAS en el referéndum constitucional, donde se pretendía revisar la Constitución para habilitar de manera indebida la reelección indefinida del caudillo déspota. El MAS pierde el referendo constitucional, sin embargo, repitiendo la conducta crápula, el oficialismo desconoce el referéndum. Para el colmo, se inventan un argumento estrambótico insostenible, relativo a los “derechos humanos” del presidente a reelegirse indefinidamente. ¡Semejante sandez! De todas manera, contra viento y marea, el Tribunal Constitucional impone este absurdo, ese sinsentido, de los “derechos humanos” del Caudillo déspota. El balbuceo seudo-jurídico y grotesco encubre la violencia perpetrada, impone el desconocimiento del referendo.
Éste es el panorama, cada vez más borrascoso, más bizarro, más calamitoso, cuando se manifiesta abiertamente la implosión diferida, que se inició hace ya un tiempo, quizás desde la segunda gestión de gobierno del caudillo déspota. La implosión comienza a adquirir grados de intensidad demoledores; ni un cimiento, ni una columna, pueden sostenerse, porque están podridas. No es sorprendente que se haya dado el derrumbe del gobierno de Evo Morales Ayma. En ese contexto se han desatado movilizaciones en defensa del voto, en defensa del referéndum, en defensa de la democracia. Además, todo esta decadencia política se da en una coyuntura, por así decirlo, pirómana, cuando el gobierno neopopulista efectúa la incineración y la destrucción sistemática, abrumadora, de los bosques de la Chiquitania, es decir, del Chaco, y también de la Amazonia. Nuevas movilizaciones salen en defensa de los bosques, contra el ecocidio sistemático, que se convierte en política de Estado del gobierno neopopulista. Las movilizaciones se van convirtiendo, poco a poco, en movilizaciones generalizadas y populares, por la incorporación de las organizaciones yungueñas, de los mineros de Potosí, de los Ayllus de Qara Qara, fuera de la incorporación de las clases medias de la ciudades.
En este escenario agitado se dan levantamientos policiales, acompañados por una sorda y muda sublevación militar; ambos levantamientos y sublevaciones acaecen desde abajo, contra los generales, contra los oficiales de alto rango, serviles a un gobierno corrupto, corroído e ilegítimo, ya decrépito. Ante el panorama ya insurreccional contra el gobierno neopopulista, la derecha, desbordada por la movilización social, se atrinchera, se esconde, no aparece, salvo en algún Comité Cívico departamental. La derecha arrinconada recurre, en esta emergencia, a una parte de la misma, quizás un poco más lúcida que el resto, la que ve claramente que se está ante el desenvolvimiento de una insurrección. Busca desesperadamente evitar el desenlace de insurreccional. Inventa, improvisadamente, en negociación con el MAS, una sustitución constitucional indebida. En la última Constitución vigente ya no hay la figura de sustitución constitucional más allá del Vicepresidente y de la presidencia del Senado del Congreso. Al perpetrarse esta “sustitución constitucional” indebida, la derecha logra detener la marcha desmesurada de la insurrección popular e imponer un “gobierno de transición” de minoría, llegando a acuerdos no solamente con el MAS, no solamente con el Congreso, mayoritariamente masista, sino, incluso con las organizaciones sociales. Es así como la derecha ha usurpando, de esta manera, la victoria del pueblo contra el gobierno clientelar y corrupto.
El “gobierno de transición” se reúne con las organizaciones sociales en el palacio quemado, donde, después de una larga y convulsionada reunión, en un principio, adquiriendo tonalidades dialogantes, posteriormente, se llega a un acuerdo. Se llega a otro acuerdo también en la ciudad de El Alto, en otra reunión con las organizaciones sociales, donde se encuentra el Ministro de la Presidencia. De este modo, se consolida, con estos acuerdos, momentáneamente, el “gobierno de transición”.
En ese contexto coyuntural, las únicas movilizaciones en contra del “gobierno de transición” se dan después, cuando las organizaciones sociales de la ciudad de El Alto se movilizan, bajan a la ciudad de La Paz, hasta las proximidades de la Plaza de Armas, donde piden la renuncia de la presidenta Yanine Áñez. Además, hay que anotar, salen en defensa de la wipala agraviada. Hay que anotar que esta movilización no es en defensa del caudillo déspota, derrocado, que ha huido despavoridamente, recogido por un avión militar de México. Se trata de una movilización que se da después de que el caudillo déspota se ha ha fugado, se da en contra del “gobierno de transición”. Esto es lo importante para comprender no solamente la correlación de fuerzas, el campo de fuerza, sino también el significado de esta correlación y del campo de fuerzas concurrentes, además de su desenlace, que adquieren una singularidad en el momento mismo de convergencia de los hechos.
Durante el “gobierno de transición” la derecha comete graves errores; primero, el postular a la presidenta improvisada, bajo la figura de jurisprudencia constitucional, a la candidatura presidencial para las elecciones que se van a convocar el 2020. Segundo, retoma las viejas prácticas de todas las castas políticas, que consisten en las depravados ejercicios de apropiación de los bienes del Estado, dando lugar a otras figuras de prácticas paralelas de poder; esta vez, desde la derecha, pues, antes, durante las gestiones de gobierno de Evo Morales, se evidenciaron proliferantes comportamientos de corrupción galopante y corrosión institucional, desde la supuesta izquierda.
El “gobierno de transición” no va a tardar en entrar en crisis, rápidamente; se van a desatar otras movilizaciones contra el “gobierno de transición”, en el contexto problemático configurado por la pandemia del COVID-19. Las medidas que toma el “gobierno de transición”, relativas al enclaustramiento obligatorio de la ciudadanía, ante la amenaza de la pandemia, añadida a su deslegitimación inmediata, temprana, en el lapso de gestión de gobierno que le corresponde, desatan movilizaciones que terminan carcomiendo mucho más aún la difícil sostenibilidad del “gobierno de transición”.
En este contexto, en estas circunstancias y condiciones se dan las elecciones nacionales, donde se tiene, por un lado, una derecha deslegitimada y, por otro lado, un neopopulismo, que se reorganiza, en condiciones y situaciones altamente contradictorias. Las organizaciones sociales, que se quedaron a resistir al “gobierno de transición”, decidieron postular como candidato a la presidencia a David Choquehuanca. Estas organizaciones, sobre todo las Federaciones Campesinas de la Paz, de Oruro y de Potosí, van a Buenos Aires a presentar la candidatura de David Choquehuanca; allí se encuentran con un ambiente adverso. El caudillo déspota y su entorno palaciego hacen un desplante, desconociendo la decisión de la las organizaciones sociales, además de su supuesta condición de “instrumento político de las organizaciones sociales”. El caudillo y su entorno manifiestan su contrariedad, expresan abiertamente su desacuerdo. El caudillo en exilio impone su candidato, el caballo del corregidor, el títere, que es el que fue su Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora; incluso intenta el entorno palaciego del caudillo imponer la candidatura a la Vicepresidencia de Diego Pary Rodríguez, el último Canciller de Evo Morales. Ante esta arremetida del Caudillo y su entorno, las organizaciones sociales reaccionan, se oponen a la maniobra, se ven obligadas a imponer la candidatura a Vicepresidente de David Choquehuanca.
Con la candidatura a la Vicepresidencia de David Choquehuanca se conforma un bloque gigantesco de apoyo, no solamente del MAS, que se quedó a resistir, sino también con las organizaciones sociales que habían estado en conflicto con el gobierno de Evo Morales. Organizaciones sociales que estuvieron en contra del gobierno del MAS, durante las últimas gestiones del caudillo déspota, como las organizaciones sociales yungueñas, así como los ponchos rojos coaligados con Felipe Quispe Huanca. Sumándose otras organizaciones sociales que se habían movilizado contra Evo Morales, en su última gestión, además de grupos populares suburbanos de la ciudades.
Considerando esta situación compleja se entiende que el MÁS haya logrado el 55% de la votación, a pesar de la deslegitimación de la figura de Evo Morales Ayma. Después de la victoria, que tiene como eje de la misma la conformación del bloque de resistencia, de la suma de votos logrados por la convocatoria de David Choquehuanca, el apoyo declarado a su candidato por parte de Felipe Quispe, el apoyo de otras organizaciones sociales y grupos suburbanos, el gobierno ungido y, a la vez, contrariado, decide atacar a las otras composiciones del bloque político electoral. El ataque, que consiste en la guerra sucia, se da sobre todo desde la presidencia y desde los congresistas más afines a las prácticas clientelares del MAS. Atacan Eva Copa, quien ha sido la presidenta del Senado y por lo tanto la figura principal del Congreso durante la resistencia al “gobierno de transición”; no aceptan su candidatura a la alcaldía de la ciudad de El Alto. Imponen como partido la candidatura de una de las figuras más serviles del MAS, que es la del excongresista Franklin Flores, en las elecciones subnacionales a las alcaldías y gobernaciones. Sin embargo, en contraste, en la ciudad de El Alto gana contundentemente Eva Copa, lo que muestra claramente la decisión de El Alto, que se inclina por una candidata mujer, reconocida por su papel en la resistencia al “gobierno de transición” y por ser una nueva figura alternativa a las caducas figuras del MAS.
Se entiende pues, considerando estas condiciones de la pugna política, la votación del MAS, en las elecciones subnacionales, haya disminuido notoriamente. Podemos decir que los resultados electorales muestran la verdadera votación del MAS. El partido de Evo Morales pierde las elecciones subnacionales, conservando apenas la masa mermada de fieles. Se hacen evidentes los desplazamientos electorales, así como el cambio del panorama político, que no deja de ser desolador.
En la larga secuencia que describimos se vislumbran grados elevados de la crisis múltiple del Estado, de la crisis política, de la crisis de legitimación y de la crisis ideológica. El panorama se complica con los primeros síntomas de crisis económica. Se ingresa al tiempo de las vacas flacas, en un contexto done el precio de las materias primas ha bajado notoriamente, impactando demoledoramente en los ingresos del Estado. El flamante gobierno del MAS no se encuentra en la situación de bonanza, como la que tuvo en el periodo de precios altos de las materias primas. En este panorama desolador, abrumadoramente negativo, el flamante gobierno del MAS no puede gobernar, en efecto, no gobierna, sencillamente se debate dramáticamente y desesperadamente, destilando sus profundas contradicciones. En este contexto adverso el único discurso que ventila es el de la narrativa insostenible y simplona, vacua, del “golpe de Estado”; no solo para justificar la represión desatada contra la oposición, sino para encubrir sus inmensos vacíos. La crisis múltiple ha llegado muy lejos, sumándose a la crisis política la crisis económica, la crisis de legitimidad, la crisis de descomposición orgánica del mismo partido gobernante y de las organizaciones sociales oficialistas, la crisis de convocatoria, la crisis de gestión. En consecuencia, estamos ante un panorama no solo desolador, sino de un temprano hundimiento del flamante gobierno populista, retornado y reforzado.