Causas de la derrota del MAS en las elecciones subnacionales

Luis Alberto Echazú Alvarado

Diputados, senadores, dirigentes y comentaristas proclives al partido de gobierno, señalan que la derrota del MAS en las elecciones subnacionales, no fue tal, ya que la disputa fue entre masistas, los unos los oficiales, los otros los disidentes. Este es solo un autoconsuelo y una justificación pueril que no explica nada y que por el contrario confunde la situación, ya de por si bastante confusa al interior de este partido.

Para empezar, los disidentes ya no son del MAS, han constituido nuevas siglas o se han plegado a otras ya existentes. Decimos siglas porque son eso, solo nombres que no reflejan posiciones políticas o ideológicas, menos aún programáticas. El tiempo, más temprano que tarde, nos ilustrará si se han desplazado a otra corriente política o mantienen al menos los rasgos fundamentales de los documentos del MAS, vale decir el antiimperialismo, el antineoliberalismo y el socialismo comunitario. Si se trata del desplazamiento a otras corrientes, falta saber hacia cuales, si hacia el centro político o hacia la derecha. Lo evidente es que los disidentes han logrado dividir y lograr el triunfo con la votación sumada de la derecha, en todos los casos.

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Las causas mas profundas de la derrota deben ubicarse al interior del propio partido. Tienen su origen en grupos que se sintieron desplazados o marginados del aparato de Estado en los 14 años de gobierno. No se manifestaron durante las dos últimas campañas electorales sino en forma puntual y aislada, se hicieron visibles al final de la última campaña y con mayor intensidad una vez que el triunfo electoral se hizo evidente. Su plataforma se expreso en la renovación y el cambio generacional en la conducción del gobierno, en el veto a todas las autoridades de las gestiones pasadas, no se percibía ningún planteamiento político de fondo, aunque en casos también aislados se llegó a plantear una crítica a la propia gestión del gobierno; en este aspecto comienzan las similitudes con la acerba crítica de la derecha.

Otro aspecto que es cada vez más importante, se refiere a las diversas corrientes ideológicas que siempre han existido en el MAS. Desde la izquierda revolucionaria marxista, la socialdemocracia, el nacionalismo, el indigenismo y hasta corrientes francamente de derecha. Estas últimas se han manifestado abiertamente en algunos parlamentarios electos en 2020.

Especialmente el indigenismo ya ha calado profundamente en algunos sectores en el departamento de La Paz, en El Alto y en provincias de la costa lacustre. Esta corriente divide la unidad lograda lenta y trabajosamente en el campo popular entre las clases explotadas y las naciones oprimidas, entre el proletariado urbano y rural, los campesinos pobres y medios, las amplias capas de trabajadores independientes, las clases medias citadinas progresistas y revolucionarias y las naciones oprimidas, ubicando como principales las contradicciones por el color de la piel, mal llamadas contradicciones entre “razas”, asume formalmente como la contradicción principal, la que enfrenta a las naciones oprimidas con la nación opresora, en el fondo se sustenta en la lucha entre indios y blancos, de esta forma sectores medios no indígenas, quedan en el frente enemigo, incluso aquellos denominados despectivamente como mestizos o cholos.

Este escenario ha sido eficazmente aprovechado por la derecha en dos frentes de modo simultáneo. El primero, es apoyar a estas corrientes divisionistas, a aquellas que sustentan la conciliación y la concertación con la derecha, que pondera a sus representantes como “amplios” como “pacíficos” y “democráticos”, frente a aquellos “radicales” y “violentos”.

El segundo es el de mayor importancia y se refiere a la acción de zapa, a la infiltración de elementos francamente derechistas en el seno de las direcciones departamentales e incluso en la representación parlamentaria de Santa Cruz, con dos objetivos concretos: dividir la organización y acentuar dentro del MAS, el desprestigio y el ataque a Evo Morales, para lograr descabezar y anular su liderazgo. No pudieron lograrlo desde afuera, en la confrontación directa, la infiltración fue la nueva estrategia, que, al parecer, – por lo menos hasta ahora – esta logrando sus objetivos.

Otros factores que no deben olvidarse, y que se arrastran desde el referéndum de 2016 son los graves errores que se cometieron al irrespetar su resultado, con argumentos y maniobras en el Tribunal Constitucional que no hicieron sino desprestigiar aún más al gobierno.

Finalmente, como aspecto culminante es aquel de la elección de los candidatos a alcaldes y gobernadores. En la campaña de desprestigio a Evo Morales, que se desarrolla tanto desde la oposición como dentro del MAS, protagonizado por las corrientes mencionadas, se asegura que el origen del fracaso es el “dedazo” del jefe, es él, quien de modo arbitrario y personal habría decidido el nombramiento de todos y cada uno de los candidatos, obviando y contrariando la opinión de las bases.

La causa del fracaso no es ni puede ser una sola, menos aún ésta, que, sin dejar de tener importancia, la tiene en grado secundario.

No conocemos si Evo Morales decidió personalmente alguno o muchos de los nombramientos, lo que si podemos afirmar es que el argumento del candidato de las bases es insostenible. ¿Es que existía solo un candidato de las bases? Falso, todos pudimos observar las peleas entre varios candidatos de “las bases”, en Santa Cruz, en Potosí, en Tarija, en Oruro, en La Paz, etc, etc. ¿Cuál era el verdadero?, ¿cuál el que tenía mayor apoyo?, ¿cuál el que representaba la línea política del partido? Son preguntas que con seguridad quedaran sin respuesta. Por otra parte, son las direcciones departamentales y locales las que de una u otra forma presionan para que sus candidatos sean los nombrados, aún así, ni siquiera entre ellas existía unanimidad, la profusión de candidatos fue la regla.

Hay sin embargo excepciones, una de ellas es El Alto. Ciertamente se difundió tanto desde sí misma, como de sus allegados, así como sugerentemente de la propia derecha, la imagen de Eva Copa como la única luchadora valiente que enfrentó el golpe y dio “la cara”, como ella misma afirma, a diferencia de otros y otras que escaparon. No conocemos sin embargo,  amenazas y persecución alguna de los golpistas contra Eva Copa. Ella pudo entrar y salir sin restricción alguna a la Asamblea Plurinacional, a diferencia de las restricciones y amenazas que sufrieron Adriana Salvatierra o Susana Rivero, mucho menos los actos terroristas contra el hermano de Víctor Borda y la vivienda del senador Rubén Medinacelli. No conocemos, y esperamos que las huestes golpistas no hubieran cometido las vejaciones contra la madre de Eva Copa, que cometieron contra la madre de Vilma Alanoca. Por el contrario, Eva Copa, junto a unos pocos diputados y senadores del MAS fueron calificados por la derecha golpista como “concertadores” y “viabilizadores” de la política de “pacificación” del gobierno fascista, que ocasionó el genocidio de compatriotas. Pero, en fin, quedó y se impuso en el imaginario popular general y especialmente alteño la imagen positiva y heroica de Eva Copa, que no compartimos, no solo por lo señalado, sino por otras actitudes y compromisos que serán analizados en otra oportunidad.

En estas circunstancias, el nombramiento de otro candidato, dejando al margen a Eva Copa, fue impopular, creo que, con pleno convencimiento de las negativas consecuencias electorales, sin embargo, resta saber si la decisión fue por consideraciones de lealtad política o solo una apreciación fallida del nombre y la persona de los candidatos(as), resta saber también si fue Evo Morales o la dirección alteña del MAS, la que decidió el nombramiento del candidato.

Finalmente reiteramos que el fracaso electoral tiene las causas anotadas de forma resumida, que no solo afectan una votación, sus consecuencias son de una mayor y profunda connotación, política que rebasa ampliamente los nombres de los candidatos y que por el contrario siendo de carácter estructural, político e ideológico, pueden afectar la hegemonía del MAS y su proyección política.

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