Bolivia ha tenido muchos capítulos tristes en su historia, desde las dictaduras entre los 70’s y 80’s, hasta algunos horrores históricos como la autoproclamación del gobierno de facto de Jeanine Añez, cuyo capricho por poder, generó pérdidas irreparables en las familia" />

¡Vamos a Salir Adelante!

Miguel Clares

Bolivia ha tenido muchos capítulos tristes en su historia, desde las dictaduras entre los 70’s y 80’s, hasta algunos horrores históricos como la autoproclamación del gobierno de facto de Jeanine Añez, cuyo capricho por poder, generó pérdidas irreparables en las familias bolivianas, asimismo, la falta de capacidad y carencia de profesionalismo del gobierno de facto se reflejó en resultados económicos nefastos y retrocesos en los avances en el ámbito social.

Para ponernos en contexto, desde el 2006, con el objetivo de mantener la estabilidad económica del país, se firma un acuerdo entre el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas (MEFP) y el Banco Central de Bolivia (BCB), el cual se denomina “Programa Fiscal-Financiero”, que establece metas macroeconómicas con el fin de coordinar objetivos de política fiscal, monetaria, y cambiaria para alcanzar resultados que favorezcan al bienestar de toda la población boliviana, de igual forma, dichos objetivos pretenden consolidar un crecimiento económico sostenible, acompañado de un óptimo desarrollo social.

El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress

Lamentablemente, durante la gestión 2020, el gobierno de facto patrocinó un rol irresponsable al firmar dos deplorables Programas, que en ese entonces se denominaron “Programa Financiero”, dejando de lado, no solo en el nombre, sino en los objetivos de política económica a la inversión pública; motor fundamental en el crecimiento económico del país.

No conforme con ello, en ambos intentos de realizar un acuerdo interinstitucional durante el gobierno de facto, se establecieron indicadores económicos ficticios y muy lejanos a la realidad económica del país, desenmascarando las verdaderas razones de fondo, las cuales eran engañar a la población boliviana para poder beneficiar al gran empresariado privado, en desmedro del bienestar de las bolivianas y bolivianos.

Gracias a la lucha de los verdaderos héroes de la democracia, quienes dieron hasta su vida por regresar la paz y la estabilidad al país, en octubre de 2020 Bolivia tuvo un Presidente legítimamente electo, quien con su amplia experiencia en materia económica y cuyo nombre es sinónimo de estabilidad económica, dio los lineamientos de retorno al sendero de la correcta administración pública.

Es así que, recientemente se firmó el Programa Fiscal Financiero 2021, el cual establece metas económicas acordes a la realidad del país y además muestra el retorno impulsor de la inversión pública. Es importante señalar que la inversión pública es el principal promotor de crecimiento económico en el país, al generar mayores efectos multiplicadores en diferentes sectores económicos; una hipótesis que los opinadores no logran refutar hasta el momento ni con criterios técnicos ni empíricos.

Lo que podemos observar del Programa Fiscal-Financiero 2021 es una recuperación del crecimiento económico de alrededor del 4,4%, después de la crisis a la que nos hundió el gobierno de facto donde llegamos a cifras de decrecimiento del PIB en 11,1% al segundo trimestre de 2020. Asimismo, se plantea una inflación controlada de fin de periodo de 2,6%, acorde al crecimiento económico y manteniendo sus objetivos de control del poder adquisitivo de la moneda nacional. En el ámbito fiscal, se pretende alcanzar un déficit de alrededor del 9,7% del PIB, cifra inferior a la registrada durante el 2020.

Es así que todo apunta a una reconstrucción y reactivación de la economía nacional por el bien de toda la población boliviana y no así de un grupo reducido de personas golpistas.

¡Vamos a Salir Adelante!

Atrás