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100 días del plan de reconstrucción económica con justicia social

Ariel Bernardo Ibañez-Choque

A un día de que el profesor Thomas Piketty publicara “Time for social justice[1] exigiendo mayor igualdad en tiempos de crisis en el mundo, el anacronismo provinciano de los neoliberales y anarcocapitalistas no tardó en relucir en Bolivia. Por ejemplo, el señor Mauricio Ríos García[2], pupilo de la escuela austríaca y de la ideología libertaria, con argumentos desordenados, descalificó la gestión gubernamental de los 100 primeros días del gobierno democrático y popular de Luis Arce. Saquemos a Bolivia de este denigrante provincianismo y con el chronos del sistema-mundo discutamos este cúmulo de argumentos.

En principio, no existe crisis estructural en Bolivia como Ríos quiere hacer creer. En realidad, el éxito de un modelo económico se verifica en sus resultados. El modelo made in Bolivia procuró crecimiento económico con redistribución del ingreso; resultado inédito en la historia económica de Bolivia que demuestra su éxito. Ahora bien, como todo modelo no está exento del ciclo económico, actualmente estamos en crisis que responde a dos determinantes exógenos: i) la política económica recesiva durante el gobierno de facto y ii) la pandemia COVID19. Por esto no es una crisis estructural porque no responde a factores endógenos que impliquen la destrucción creativa de capital y patrimonio social; al contrario, se trata de encender la máquina no de jubilarla.

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Entonces, para relanzar el ciclo hacia una nueva fase de expansión se requiere un plan. Ríos, junto a un cúmulo de opinadores, sostiene intransigentemente que no hay un plan en el actual gobierno. Falso. Sí se tiene un plan de reconstrucción económica y profundización del modelo boliviano. El éxito del modelo boliviano radica en que emerge de la realidad local, de la forma primordial diría Zavaleta-Mercado, para responder a la necesidad de coherencia política, económica e histórica de Bolivia en el mundo. Así, la reinstauración del modelo ya es un buen plan, aún más cuando se pretende relanzar una fase de recuperación del ciclo con la nueva industrialización por sustitución de importaciones.

No obstante, la ceguera de Ríos hacia el modelo económico responde a su migraña ideológica porque, desde su perspectiva, no existe otro plan que no sea el de las reformas estructurales hacia la propiedad privada, el mercado y el achicamiento o extinción del Estado; reformas fallidas en Bolivia y el mundo. Esta ignorancia de la historia económica boliviana, explica el porqué en la fase crítica del ciclo, cuando se requieren políticas expansivas de demanda efectiva, Ríos se pone de cabeza y propugna por políticas económicas contractivas desentendido de que la crisis es exógena y no endógena.

Ahora bien, se puede argumentar que se requiere un plan de emergencia para el COVID19, y que el modelo económico es más bien un plan de mediano y largo plazo. Esto es correcto. Lo incorrecto es desdibujar el plan. Efectivamente, existe un plan de corto plazo en sintonía con los debates mundiales, no sólo se ha focalizado la atención médica y la inmunización de la población, sino se ha devuelto el rol centrípeto de lo público y lo común para la atención de servicios médicos y educativos, y en la justicia social. Entre otras medidas, la ley de emergencia sanitaria garantizará el acceso equitativo a los servicios médicos de la población más necesitada, y la ley de grandes fortunas y reintegro del IVA refuerza el carácter progresivo y solidario del modelo económico; todo dentro de un plan que tiene por objetivo resguardar y dar justicia social a la población más necesitada.

Ríos dice que el pedido del presidente Arce de “aguantar” es no tener un plan. En verdad, este señor no comprende la realidad de nuestro país, las familias necesitan trabajar. Aún existe una gran cantidad de población que vive del día a día, para ellos las medidas de política económica recesiva -que solo beneficiaban a los agroindustriales y banqueros-, y una cuarentena improvisada del gobierno de facto no fueron ni serán solución; ese no es un plan. El plan que no quieren reconocer es otorgar a la población más necesitada las mejores condiciones de acceso a la atención médica, y fomentar la demanda interna con medidas de redistribución e incremento de la inversión pública. Y, esto último, tampoco lo quieren aceptar porque insisten en que todos los egresos públicos son gastos. Falso. La inversión pública no es un gasto corriente; y el gasto corriente se está reduciendo para incrementar la inversión pública y la demanda efectiva con los efectos multiplicadores en el incremento de la producción y el empleo en el corto plazo.

Por tanto, el reclamo de Ríos por nuevos proyectos e ideas, no es sino la muestra de la inexistencia de proyectos alternativos al proceso de cambio nacional-popular. La derecha boliviana, llámese neoliberal o su vertiente anarcocapitalista, no ha podido reinventarse y ante la carencia de novedad caen en la demagogia.

Por último, me toca preguntar: ¿Por qué el señor Ríos no apareció en los primeros 100 días del gobierno de facto? ¿Por qué, siendo libertario, no se opuso y luchó contra la vulneración de los derechos individuales y, aún más, de los derechos humanos ante el terrorismo de Estado? ¿Por qué no escribió cuando la improvisación del gobierno de facto llevó a los inhumanos hechos de corrupción en la primera ola de la pandemia COVID19? ¡Qué mal plan!

NOTAS 

[1] Véase https://www.lemonde.fr/blog/piketty/2021/02/16/time-for-social-justice/.

[2] Véase https://gaceta.es/actualidad/bolivia-cumple-100-dias-de-ineptitud-en-el-gobierno-y-la-oposicion-20210216-0006/.

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