El informe de la OEA no prueba que se hubiera producido fraude

Carlos Echazú Cortez

Como es sabido, un informe preliminar del equipo de expertos electorales de la OEA, en las primeras horas de ayer domingo 10 de noviembre, aceleró los acontecimientos en nuestro país, que concluyeron con la renuncia del presidente Evo Morales. Resulta en primer lugar sorprendente que un informe preliminar emita recomendaciones definitivas, más aún si se considera la importancia que tenía dicho informe. Lo cierto es que este documento tuvo el efecto de promover el último asalto de la derecha golpista.

En este momento resulta necesario, desde mi punto de vista, evaluar el documento de los expertos electorales de la OEA para ver el sustento de la interpretación que ha hecho la oposición respecto al atribuido fraude.

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El documento consta de 13 páginas. De todas ellas, sólo media página está dedicada a lo realmente importante, vale decir, las actas oficiales de los cómputos en las más de 30 mil mesas electorales. El resto del documento, en una primera parte, está dedicado al TREP, algo que ya había sido tratado en el debate público, e independientemente de las suposiciones de irregularidades que se pueda presentar al respecto, ese tema no es el esencial, puesto que no son los documentos oficiales. La tarea más importante del trabajo de los expertos de la OEA, era la revisión y nuevo cómputo de las actas oficiales,  y en ese aspecto, sólo ha dedicado media página de sus 13.

Ahora bien, ¿qué dice el informe en esa media página? Comienza identificando “un análisis pericial caligráfico” de 333 actas “cuestionadas”. ¿Cuál es el motivo del cuestionamiento? En el fondo, el motivo del cuestionamiento es que en esas actas, el MAS  obtuvo más del 99 % de los votos, pues, desde el punto de vista pericial sólo el 23 % presentan supuestas irregularidades. Entonces el hecho cuestionado es que en esas mesas el MAS hubiera obtenido el 99 % de los votos.

Este es un tema que ya se ha debatido en el pasado: El hecho es que en nuestro país existen comunidades alejadísimas en el campo, que han vivido, durante toda su vida, en el contexto de la miseria extrema y al que jamás en la vida ha llegado presidente alguno. Entonces llegó el presidente Morales con escuela, sistema de riego, camino y demás beneficios. ¿Cómo se espera que vote esa comunidad? y ¿porque no se hace el ejercicio inverso?. Revísese, las mesas electorales de recintos de barrios ricos, es decir, en el otro extremo de la estructura social. Allá la victoria de la oposición se acerca también alrededor del 90 % ¿por qué no se asume esas mesas como sospechosas y/o cuestionadas? En rigor, ese es el fondo del cuestionamiento del informe preliminar (con conclusiones definitivas) de la OEA.

Respecto a las mentadas irregularidades en esas actas, el informe dice, “en algunos casos se verificó que todas las actas de un mismo centro habían sido completadas por la misma persona. En ocasiones, se constató que esa persona era el representante del MAS acreditado en el Centro“. Es aquí donde el informe de los expertos electorales de la OEA muestra su desconocimiento completo de la realidad boliviana. Si bien el proceso de alfabetización en nuestro país ha avanzado muchísimo, las personas alfabetizadas en nuestro país en comunidades alejadas apenas alcanzan grados iníciales de primaria. Entonces, apenas se puede encontrar en esas comunidades alguna persona que pueda llenar esas actas y claro, lo más probable es que esa persona sea del MAS. ¿eso es prueba de fraude? Las actas a las que se refiere el informe necesariamente son pues de comunidades alejadas del campo, puesto que si fueran de ciudades, cabe preguntarse ¿dónde estaban los delegados de la oposición en esas mesas?

Luego, el informe en genérico dice “se detectaron mesas en las que las firmas  del acta original no correspondían  con las firmas de las copias“, más adelante, se dice también en genérico que en algunos casos “las firmas en actas de trabajo de los seis jurados, habían sido falsificados“. Acá se muestra la total irresponsabilidad del trabajo realizado por la supuesta auditoría, puesto que ninguna auditoría puede señalar una cosa así en genérico, el informe, por muy preliminar que fuera, debería más bien especificar de qué meses se trataba la atribuida irregularidad. En síntesis, eso no es un trabajo de auditoría.

Finalmente el informe tiene un acápite referido al tema de la cadena de custodia. En este aspecto muestran de manera flagrante su sesgo. El principal argumento en este acápite es que “el cómputo de las actas electorales fue llevado a cabo en localidades diferentes a las establecidas por las salas plenas de cada TED. En el primer caso (Chuquisaca), se trasladó al municipio de Zudañez y en el segundo caso (Potosí) al municipio de Llallagua“.  Pero acaso, no estaban enterados los expertos de la OEA, que esas cortes electorales fueron incendiadas por gente de la oposición. El argumento es ridículo. Primero incendian los locales, y luego señalan como irregularidad que el computo se llevó a cabo en otros recintos. La irresponsabilidad y parcialidad del informe queda de este modo evidenciado.

Líneas abajo en sus conclusiones respecto a la cadena de custodia, se dice “El hecho de que hayan existido actas electorales quemadas evidencia la falta de resguardo, de previsiones adecuadas y poca coordinación de los TEDs“. Eso significaría que los Tribunales electorales tenían que prevenir que la oposición iba a incendiar sus ambientes. Difícil de imaginar, mayor aberración.

En síntesis, el informe de la OEA es sumamente parcializado y, como lo dijo el presidente Morales, es un informe político. Más importante aún, ese informe no prueba que se hubiera producido el “fraude gigantesco y escandaloso”.

Por otro lado, se evidencia una nueva incoherencia de la oposición: Primero sostenían que el informe de la OEA no sería confiable y luego utilizaron su informe provisional, para desencadenar la fase final de su golpe de Estado.

Carlos Echazú Cortez

Paceño nacido en 1964. Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Uppsala en Suecia. Se ha desempeñado como docente universitario en varias universidades públicas y privadas del País. Ha dictado cátedra en las materias de Historia de Bolivia y Ciencia Política. Es autor de dos ensayos político-históricos sobre el “Estado y dominio de clase” y “Estado y clases dominantes en Bolivia”. Ha escrito también un manual crítico en métodos de investigación denominado “Crítica al método y método crítico”.

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