No es creíble la incredulidad de la oposición respecto a la auditoría

Carlos Echazú Cortez

El sentido común dice que quien denuncia un fraude es el principal interesado en que ese fraude sea develado con pruebas y, mejor aún, mediante una auditoría. Por esta razón básica, la oposición, para hacer creíble su incredulidad frente a la auditoría, lo primero que tiene que vencer es el sentido común.

Y los argumentos que han expuesto para fundamentar su incredulidad son demasiado débiles. Lo primero que salta a la vista es su reticencia hacia la OEA, ya que todo el mundo sabe que ese organismo internacional ha sido adverso tradicionalmente a todo lo que huele a socialismo. No se puede pretender ignorar la guerra que la OEA le ha dado a Cuba durante décadas, tampoco se puede pretender olvidar la hostilidad que le hace al gobierno de Maduro en Venezuela o al de Ortega en Nicaragua. Frente a toda esa política tradicional y esencial de la OEA, las posiciones que el señor Almagro haya tenido respecto al gobierno de Evo en algún momento, aparecen simplemente como una anécdota y nada más.

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Por otro lado, la oposición olvida (o pretende que olvida) que la Misión de la OEA para las elecciones del 20 de octubre, emitió un informe, antes que concluyera el proceso señalando presuntas irregularidades. Entonces, no pueden los opositores, racionalmente hablando, pretender que el equipo de auditoría de la OEA estaría parcializado con el gobierno. Más aún, la renuncia del jefe del equipo que está haciendo la auditoría, ha develado abiertamente que él estaba ya inclinado hacia los puntos de vista de la oposición. Entonces ¿de qué parcialización pueden hablar? En todo caso, se puede decir que hay indicios de parcialización a favor de la oposición.

Otra línea de argumentación que han expuesto para pretender fundamentar su incredulidad hacia la auditoría es que ellos no fueron convocados para diseñar las condiciones de la auditoría. En este aspecto muestran realmente su desconocimiento de lo que es una auditoría. Entonces, para decirlo en los términos más sencillos posibles habrá que explicarles que a una auditoría no puedes ponerle condiciones, más bien, es como el cacho, “lo que se ve, se anota”. No pretendas imponerle ninguna condición a eso, porque al hacerlo, la estas viciando.

Sin embargo y pese a eso, desde el gobierno, una vez se conocieron las objeciones de la oposición, la ha invitado a que haga conocer sus denuncias, así como las consideraciones que tenga respecto a la auditoría de la OEA. Con eso, su argumento, ha caído estrepitosamente.

Pero bien, en el análisis de esta problemática, no se puede obviar, el hecho de que la oposición, ya antes de que se produjeran las elecciones, anunció que no reconocería una victoria del MAS porqué “ésta sería fraudulenta”. Su actitud sobre las elecciones estaba entonces ya definida antes de que estas se llevaran a cabo, por eso es que todo aquél discurso sobre la interrupción en la difusión del TREP, es su escusa y nada más.

Tampoco es posible aceptar como coherente el otro argumento en relación a que el material objeto de la auditoría ya hubiese sido alterado. De ser así, eso simplemente actuaría a su favor, puesto ellos tienen, no una, sino ocho copias de las actas de computo de todas las mesas. Por lo tanto, sería la prueba que les daría la razón del mentado “fraude”.

Bien, consecuentemente, como no es creíble la incredulidad de la oposición respecto la auditoría, la única conclusión posible es que ellos saben que no hubo fraude alguno y que, por lo tanto, la auditoría develará la falsedad que han posicionado en la opinión pública boliviana, respecto a que se hubiera cometido un fraude gigantesco y escandaloso.

Carlos Echazú Cortez

Paceño nacido en 1964. Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Uppsala en Suecia. Se ha desempeñado como docente universitario en varias universidades públicas y privadas del País. Ha dictado cátedra en las materias de Historia de Bolivia y Ciencia Política. Es autor de dos ensayos político-históricos sobre el “Estado y dominio de clase” y “Estado y clases dominantes en Bolivia”. Ha escrito también un manual crítico en métodos de investigación denominado “Crítica al método y método crítico”.

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