La muerte anunciada del MAS

Ernesto Joaniquina Hidalgo

El desencanto a las arengas de los burócratas del régimen masista surgió hace tiempo atrás cuando a título de la inclusión albergó en sus filas y las esferas del poder, a gente reaccionaria de todo cuño y pelaje. Error político que hoy caro lo está pagando. De aquel personaje común y silvestre, de aquél Evo humilde y luchador, de aquél Evo pueblo, no queda nada, ni su variopinto suéter, ni esas lágrimas de emoción al recibir la cinta presidencial.

Sufrió un proceso de contradicciones a lo largo de estas tres gestiones. Hoy las alturas le acicatean y la bruma de desatinos hacen escarnio al extremo del culto desenfrenado a su personalidad, casi rasgando la divinidad, hasta hubo momentos en que el mismo se la creyó que sus genes de caudillo eran hereditarios y había que prepararla a su hija Evaliz como futura sucesora del país, algo así como una dinastía, una monarquía. Muchos son los mitómanos y rastreros asesores que crearon una burbuja mística entorno a su personalidad. El mismo Evo pensaba que era el advenimiento y sucesor mesiánico de Julián Apaza para quedarse hasta la eternidad.

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En este día de Todos Santos me recuerda el ya extinto, ilustre periodista, Waldo Peña que decía que la corrupción no había sido el monstruo Tifón de cien cabezas sino una enfermedad microscópica que degenera todo tejido social y el MAS fue presa de esa enfermedad tan letal, fue su talón de Aquiles en pleno proceso. Hoy todos conocen la dimensión de este affaire y es éste el desencanto que mató toda la esperanza de un pueblo hacia una sociedad más justa por sus actos de corrupción. Ya no es necesario enumerar ese alud de negociados y prebendalismos con las arcas del Estado, porque ya están a la luz del día.

Los acontecimientos sociales han tomado un rumbo virulento en las últimas horas. El masismo da rienda suelta al maniqueísmo político cuando hay voces discordantes en su mismo seno. Todo lo que suena mal a sus oídos es obra de la derecha y del imperio y sólo necesita dóciles subalternos que le rindan pleitesía, he aquí la carencia de nuevos líderes en estos tres últimos lustros. Mucha gente revolucionaria salió espantada de sus filas por la falta de centralismo democrático en su seno, porque a la hora de elegir todo es a dedo, a consigna y chantaje y de esto conocen bien las 6 Federaciones del Trópico. En esta tragicomedia el MAS es la nueva derecha que perdió su rumbo y su poncho porque sigue los lineamientos del capitalismo rampante, hoy aliado a los agroindustriales del oriente boliviano y la quema artera de la Chiquitanía para preparar más campos de cultivo de soya y ganado vacuno para su exportación y contaminar aún más este vetusto planeta con el butano.

Quintana, Linera y todos los partícipes de éste desenlace, utilizan la victimización como estrategia política, una actitud gobbeliana para crear simpatía a su cauce con el recurso del racismo, un caldo de cultivo para ganar réditos a su favor, cuando estamos conscientes de que Bolivia es un país mestizo y variopinto, con todas sus expresiones culturales, no se puede estigmatizar a todos de racistas. Hoy el pueblo boliviano se levanta por la galopante corrupción, por la traición y capitulación a sus esperanzas, contra los sofistas y pseudosocialistas de viven de las mieles del poder ostentando lujos y hedonismo cuando hay necesidades primordiales como el hambre y la salud de un pueblo.

Hoy la consigna es radicalizar los bloqueos y desconocer la auditoria de los resultados electorales por la OEA porque está ya amañada. Ganar las calles hasta expulsar a la burocracia masista del poder, para conformar un gobierno transitorio y llamar a nuevas elecciones en un tiempo prudente.

Desde esta óptica, Evo, ebrio de poder junto a sus burócratas y pseudosocialistas NO van a dejar el poder sino es por la fuerza y la lucha del pueblo en las calles.

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