Morales por la continuidad, Mesa sólo para terminar con Evo

Bolivia entre lo urgente y lo importante

J. Osvaldo Calle Quiñonez

El domingo 20 de octubre los electores bolivianos acudirán a las urnas para elegir entre la continuidad de Evo Morales o elegir a uno de los candidatos de la oposición que ofrecen un rumbo económico diferente al que rigió desde 2005. De no pasar nada extraordinario, Morales ganará las elecciones, aunque probablemente tendrá que enfrentarse a Carlos Mesa en una segunda vuelta electoral.

Si las proyecciones de las encuestas del equipo Mori se confirman, Morales del Movimiento al Socialismo (MAS) ganará las elecciones con un 36,2%, casi 10% más que Carlos Mesa que logrará el 26,9% de votos. Ese porcentaje obligaría a la realización de una segunda ronda electoral con la participación de los candidatos más votados. Sin embargo, —por los márgenes de error— no está descartado que Morales sí logre más del 40% de votos con una diferencia del 10% con el segundo más votado para ser declarado ganador en la primera ronda. De hecho, una encuesta de Ipsos afirma que Evo Morales logrará el 40% de votos, frente a 20% de Mesa. Lo que se da por seguro es que el MAS ya no controlará los dos tercios del Parlamento, necesarios para aprobar las leyes, sino que apenas una mayoría simple que le obligará a negociar con la oposición.

En la campaña electoral está en disputa la continuidad de las políticas aplicadas por el MAS y quienes tienen como objetivo alejar a Morales del poder, todos ligados a grupos de derecha que antes de la llegada de Morales al poder habían controlado la política boliviana con la llamada democracia pactada. El periodista Carlos Mesa, el opositor mejor posicionado, fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuyo entorno lo acusa de haber recibido dinero a cambio de su candidatura en 2002; Oscar Ortiz no logró quitarse el aurea de regionalista y separatista y su movimiento no logró convertirse en nacional. Muy lejos en la intención de voto está Virginio Lema, del MNR, partido que entre 1993-1997 se convirtió a fin del pasado siglo en la mejor expresión del neoliberalismo en Bolivia, y Victor Hugo Cárdenas, el vicepresidente de esa gestión de gobierno. La lista de candidatos está completada por Felix Patzi, del Movimiento Tercer Sistema, Ruth Nina, de Partido de Acción Nacional Boliviano, Israel Rodríguez del Frente para la Victoria, y el pastor evangélico Chi Hyun Chung, del Partido Demócrata Cristiano. Este último es el único que alcanzó notoriedad por sus posiciones misóginas y extremadamente conservadoras, casi una copia del brasileño Jair Bolsonaro.

“La economía…”

Visto en el contexto regional, los bolivianos tienen que elegir entre la urgencia de mantener la estabilidad que ha caracterizado a Bolivia desde 2005, y la importancia de reimpulsar las reformas necesarias para proteger el medio ambiente, frenar el abuso de poder y avanzar en la institucionalidad del aparato estatal.

Como en el resto de los países de la región los indicadores macroeconómicos bolivianos no están en sus mejores momentos. El déficit fiscal ha llegado al 9%, la balanza comercial es deficitaria, lo mismo que la balanza de cuenta corriente y mientras que las Reservas Internacionales del Banco Central se han reducido desde $US 15.123 millones en 2014 a $US 8,319 millones en 2019, a la vez que la deuda externa llegó a $US 10.166 millones de dólares.

Pero aun así hay estabilidad económica. Por ahora las voces catastrofistas de analistas económicos ligados a grupos conservadores por el momento parecen ser una especie de anécdota. Hasta la Fundación Milenio, un grupo de análisis económico que expresa el pensamiento neoliberal, considera que la economía seguirá creciendo a un ritmo de 4,22 en 2019. De hecho, en 2018 Bolivia fue uno de los países con los más altos niveles de crecimiento de la región y la estabilidad de su moneda hizo que en el sector bancario el 87% de los depósitos estén en bolivianos.

Con el dólar estable en 6,97 desde 2011, los tiempos en los que la cotización del dólar era una información diaria necesaria son un recuerdo lejano. También ya son lejanos los días en los que el gobierno del MNR, después de capitalizar las empresas estatales, afirmara en un documento presentado al Club de Paris que “Bolivia es un país dramáticamente pobre” y también los días en los que Carlos Mesa aseguraba que debía “extender la mano” ante los organismos internacionales y pedir limosna para pagar sueldos de los trabajadores, aunque al mismo tiempo los funcionarios jerárquicos de su gobierno se pagaban sobresueldos.

 

 

“Es la economía, estúpido”, dicen los expertos en estrategia política, repitiendo un eslogan de la primera campaña electoral del ex presidente Bill Clinton, y dicen que resume la importancia de la economía a la hora de decidir el voto. Si esa lógica es válida en Bolivia, como es casi seguro que pasará, Morales ganará las elecciones, a pesar de los todos los cuestionamientos existentes en relación, por ejemplo, a temas ambientales, a la lealtad a los principios que todavía declara, o el respeto a la institucionalidad.

Visto con detalle, el gobierno del Evo Morales es un típico gobierno capitalista, muy probablemente eficiente. Su gobierno fue el gran beneficiario de la movilización de octubre de 2003 —la que terminó con la huida de Sánchez de Lozada a Estados Unidos— y la nueva ley de Hidrocarburos que las movilizaciones sociales impusieron al país. Morales no aprobó ninguna ley de hidrocarburos, se limitó a aplicarla, incluso haciendo muchas concesiones a las petroleras. Los buenos precios de las materias primas que siguieron a la crisis mundial de 2008 permitieron que el país acumule Reservas Internacional Netas hasta llegar a un máximo de 15.123 millones en 2014.

Fue con base a esas reservas que Bolivia logró la estabilidad económica que, a los ojos de la población se resume en la estabilidad del tipo de cambio del boliviano en relación al dólar. Viendo la experiencia de otros países, particularmente Argentina, mantener esa estabilidad se ha convertido en la tarea urgente del momento.

 

 

“Hay una estabilidad del dólar y es algo que hay que mantenerlo. No obstante, el modelo extractivista que implementó el actual Gobierno ya no debe seguir. En cuanto a los bonos, el MNR los ha creado y tienen que mejorarse sustancialmente”, dijo el candidato del MNR Virgilio Lema.

Pero la derecha boliviana no ha dejado de lado su intención volver a los tiempos en los que el tipo de cambio era la herramienta para ganar competitividad. “Se requiere, por tanto, flexibilizar el tipo de cambio, aunque de hacerlo de manera muy lenta, progresiva y calculada, con el objetivo de devolver este instrumento al arsenal de políticas de las que pueden disponer las autoridades monetarias del país”, escribió Samuel Doria Medina, uno de los líderes de la oposición.

 

 

El retorno de los neoliberales al gobierno con Mesa al frente, significaría el retorno de las políticas inspiradas en el consenso de Washington. Según Gonzalo Chávez, uno de los responsables de la propuesta económica del CC, para hacer frente al déficit fiscal plantea “reformas estructurales, un cambio estructural en el sistema impositivo, eliminando impuestos ineficientes, ampliando la base tributaria, cortando gastos e inversiones superfluas y mejorando la calidad de estas variables. Así mismo, impulsando una mayor inversión privada nacional y extranjera”. Es decir, seguir el mismo camino que siguió Macri en Argentina y que la dejó en un estado lamentable.

 

 

Lo importante

El líder cocalero Morales llegó al gobierno apoyado por sectores de izquierda y una agenda en la que destacaba la necesidad de verificar la función económico social de la tierra, el rechazo a los agrocombustibles y a los cultivos transgénicos. Pero el presidente se alejó de esos principios y se convirtió en un administrador más de un modelo capitalista en el que los empresarios están contentos. “No es lo que queríamos, pero es mejor de lo que teníamos”, dicen con tono resignación militantes del MAS que apoyan al gobierno desde sus primeras épocas.

Los militantes de izquierda han ido abandonando a Morales y el MAS. En su primera gestión de gobierno con el impulso de la movilización de octubre de 2003 se logró un salto económico y luego un proceso de inclusión de campesinos e indígenas, quienes, a pesar de ser mayoría, estaban marginados en Bolivia. Pero Morales comenzó a adoptar poses de caudillo y el proceso de cambio quedó atascado.

La represión a una marcha indígena en Chaparina, en 2011, fue el punto de quiebre entre la alianza no escrita de indígenas, ambientalistas y grupos de izquierda con el gobierno. En septiembre de aquel año el gobierno ordenó la represión a una marcha de indígenas que se oponían a la construcción de una carretera en el Territorio del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), una carretera de la que los principales beneficiarios serían los cocaleros.

Desde entonces parece existir una diferencia entre lo que Morales dice y lo que en realidad hace. Esa marcha puso en evidencia el poco respeto de Morales a su palabra. La marcha indígena de 2011 logró la aprobación de una ley que declaraba la intangibilidad del TIPNIS. “Ahí está la ley promulgada para que nunca más entre el camino a ese parque y que el parque sea respetado como nosotros decimos, monte virgen, tierra virgen… esperamos que sea tierra virgen el Parque Isiboru Sécure”, dijo Morales al promulgar la ley 180. Pero en 20017 Morales y el MAS aprobaron una nueva ley que eliminó esa ley. Ese es uno de los temas por los que varios sectores consideran que el crédito de Morales se terminó.

La imagen de Evo Morales quedó todavía más afectada por los incendios que quemaron 2.795.632 hectáreas de bosques en la Chiquitanía, una superficie tan grande como Haití. Según movimientos ambientalistas el decreto 3973, aprobado por el gobierno de Morales, legaliza la quema de bosques y por eso se convirtió en uno de los detonantes del incendio que provocó zozobra en la población. Por este tema ambientalistas piden un juicio de responsabilidades para Morales, aunque el gobierno rechaza derogar su decreto y todavía quiere ampliar la deforestación para ampliar la frontera agrícola, supuestamente para garantizar la seguridad alimentaria. Los ambientalistas aseguran que los beneficiarios son los cocaleros, y las empresas agroindustriales.

El respeto al medio ambiente y a la madre tierra, es una especie de carta de presentación de Morales ante el mundo, pero paradójicamente es uno de los puntos más flacos del gobierno.

“Ama llulla”

Si al gobierno del MAS se le juzgara en función a la trilogía inca: “no robes, no mientas, no seas flojo”, sería encontrado mentiroso.

En 2008 Morales dijo que si “los abogados me dicen es ilegal, yo le meto nomás y les digo métanle nomás y después lo legalizan, para eso han estudiado”. Su gobierno se caracterizó por aplicar ese principio. Esa es una de las razones por la que sus opositores lo acusan de autoritarismo y abuso de poder.

Morales tampoco puso freno a los casos de misoginia y violencia contra las mujeres. En junio pasado se conoció un video en el que se ve al gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu, un militante masista, haciendo toques impúdicos a una mujer. En cualquier otro lugar por ese hecho ese gobernador tendría que haber sido separado y enjuiciado, pero el gobernador sigue en su cargo. El mismo Morales es criticado por frases misóginas, aunque el gobierno aprobó en julio un decálogo para hacer frente a la violencia contra la mujer. En este caso ya existe una normativa, el problema es que, hasta las autoridades, como el gobernador de Chuquisaca, la incumplen sin que por ello sean sancionados.

Morales tampoco frenó los casos de abuso de poder que van desde funcionarios de alto nivel conduciendo ebrios vehículos, policías implicados en casos de corrupción y las denuncias de persecución a sindicalistas opositores como Franklin Gutiérrez.

Desde el gobierno se insiste los delitos son “intuito personae”, es decir que su responsabilidad se limita a los implicados en esos casos. En Bolivia los conceptos de “responsabilidad política” y “responsabilidad moral” parecen no ser conocidos.

A los cuestionamientos a Morales se suma el caso de las promesas incumplidas. Una de ellas fue la de respetar la Constitución, impulsada por él mismo en 2009, que limita la posibilidad de reelección a una sola vez. Por eso es que desde la oposición hay muchos que se preparan para el día después, para impugnar el resultado de las elecciones, si acaso Morales las gana.

La imagen del vicepresidente Álvaro García Linera está todavía aún más deteriorada. Él se presentaba como un académico que había estudiado Matemáticas y como tal hasta impartió clases en la Universidad Mayor de San Andrés. En su documento nacional de identidad y en su certificado de matrimonio declaró ser “licenciado en Matemáticas”.  Más tarde se descubrió que él nunca terminó una carrera universitaria. Ahora, el una vez respetado matemático, es objeto de burla en las redes sociales.

La defensa del medio ambiente, el respeto a la institucionalidad, la lucha por los derechos de la mujer, entre otros, son temas importantes en la agenda del país, en los que el gobierno que sea posesionado en enero de 2020. Pero en las elecciones del próximo 20 de octubre la economía será decisiva a la hora de emitir el voto. Es muy probable que Morales sea reelecto, ya no por sus virtudes, esta vez por el miedo que provoca el retorno de los políticos neoliberales y el resultado de la aplicación de sus políticas, como pasó por ejemplo en Argentina. Morales puede ser reelecto gracias al desastre de Macri, gracias al desastre de la derecha en la región.

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J. Osvaldo Calle Quiñonez

Periodista especializado en economía. Trabajó en el Semanario Aquí, los periódicos, La Razón, Ultima Hora, Hoy, La Prensa y el semanario Pulso. En 2000 incursionó en el periodismo electrónico organizando el sitio report-e.com y en la actualidad dirige el periódico por Internet www.bolpress.com.
Ha escrito libros sobre los procesos de reforma económica y es colaborador de publicaciones en México, España y Bélgica. En la actualidad reside en Alemania.

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