“Por eso en octubre ya sabes lo que hay que hacer”

Argentina: Macri ya fue

J. Osvaldo Calle Quiñonez

Mauricio Macri llegó al poder en 2015 supuestamente para arreglar los problemas que la gestión de Cristina Fernández había dejado. Cuatro años después los argentinos eligen a los kirchneristas para que resuelva los problemas que Macri generó. Aun así, Macri intenta la reelección. Pero si en estos momentos hay una coincidencia entre la mayoría de los argentinos es que gestión económica del actual gobierno fue desastrosa. Los 90 días en los que Macri debe seguir como presidente parecen infinitamente largos. En la calle le cantan: Macri ya fue.

El presidente, quien había llegado al poder con promesas grandilocuentes y frases como “la inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar” o “en mi gobierno no habrá cepo porque la gente volverá a confiar en el peso”, organizó un equipo económico conformado por empresarios al que llamó el mejor equipo de los últimos 50 años, entre ellos Luis Caputo, a quien presentó como al “Messi de las finanzas”.

Con ese equipo económico aplicó un programa de reformas caracterizado por una política de desregulación económica absoluta y al mismo tiempo desarrollaba una campaña de “marketing político” permanente. Y es sabido que el marketing incluye en sí el concepto de engaño. Después de que el gobierno de Macri aprobó la dolarización de las tarifas de servicios públicos y carburantes, además de pagar a los fondos buitre que habían comprado bonos argentinos a precios de saldo, desde 2016 Argentina emitió deuda 269 mil millones de dólares.

“Este Gobierno asumió con una ventaja, que era su capacidad de endeudarse, producto de la baja deuda que le dejó el gobierno anterior”, había dicho en 2016 el hasta hace dos semanas ministro de Hacienda Nicolás Dujovne.

Pero al cabo de 30 meses de gobierno el programa económico de Macri hacía aguas y ya no podía pagar las deudas contraídas. Así Argentina volvió a acogerse a un programa de salvataje del Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de aplicar un programa de ajuste con dramáticas consecuencias en el nivel de vida de los argentinos.

El fantasma del default

En Argentina no hay una palabra tan conocida y a la vez temida como “default” que traducida al español significa “ausencia de opciones” y en economía significa “incumplimiento de pagos”. La palabra default es temida, porque es en anticipo de una situación económica que linda en el desastre, lo que a su vez se traduce en sufrimiento para la gente.

El fantasma del “default” ronda Argentina y para conjurarlo en junio de 2018 el gobierno hizo un pacto con el FMI, organismo que desde 2004 parecía estar exorcizado. De nada sirvió que el ministro Nicolas Dujovne apareciera en la televisión con un letrero que decía “no volvamos al Fondo”.

Lo que siguió al acuerdo fue una política de ajuste que paralizó la economía, aumentó el desempleo y bajó la demanda interna y aumentó los niveles de pobreza. Incluso así Argentina no pudo cumplir con las condiciones del acuerdo, pero con el apoyo del gobierno de Estados Unidos —que considera al gobierno de Macri como uno de sus aliados de la región— Argentina recibió una ampliación del crédito hasta 56.600 mil millones de dólares.

Para los estudiosos, la actual situación no es más que el desenlace lógico de la política económica aplicada en Argentina de la que los grandes beneficiarios fueron las grandes empresas y los capitales especulativos. Según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) 8 de cada 10 dólares de ese dinero se fugaron del país. “El FMI financió la fuga de capitales, en un proceso claramente insostenible y que incumple los principios reflejados en la propia Acta Constitutiva del FMI”, sentencia el informe. Según el artículo VI del FMI Argentina no debería haber recibido esos recursos porque no ponía frenos a la salida de capital. Para ilustrar a los perdedores, se puede mencionar que el salario mínimo de Argentina pasó de $US 553 en agosto de 2015 a $US 211 a principios de septiembre de 2019.

El bofetón del PASO

Según la legislación argentina para estar habilitado a participar en las elecciones generales un candidato debe lograr el 1,5% de votos en las elecciones primarias llamadas PASO. Esas elecciones tienen un carácter de gran encuesta, pero con una población agobiada por las consecuencias del ajuste, con tarifas de servicios básicos dolarizados y salarios en moneda nacional, con una inflación cercana al 50% las PASO del 11 de agosto se convirtieron en un plebiscito contra el gobierno.

Las encuestas decían que Macri llegaba a esas PASO con una desventaja de hasta 3%, hecho que al gobierno parecía no preocuparle en demasía. Hasta entonces si el presidente algo había demostrado que podía, eso era ganar elecciones. Y así se preparó para ganar, incluso ante los desastrosos indicadores económicos. Macri y sus asesores habían llegado a las elecciones con un aparato de propaganda basado en la base de datos del gobierno, el mismo que les daba capacidad de conocer los intereses de la población “calle por calle”, además del control casi absoluto de los medios en los que se repetía el discurso oficial para el que la población está dividida entre los que quieren una Argentina moderna, y los que querían volver al pasado vinculado a la corrupción y a las crisis económicas.

Pero las elecciones primarias resultaron ser una especie de bofetada al gobierno de Macri. El “Frente de Todos”, de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Krichner logró el 49,5% de votos, 16,5% más que el 32,9% de “Juntos por el cambio” de Macri y Miguel Angel Pichetto. Fernández fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner y hasta hace cuatro meses, además de dar clases a universitarios paseaba a su perro por las calles porteñas. Fernández de Kirchner, a quien el discurso oficialista le destina calificativos como chorra (ladrona), personifica todavía hoy al enemigo del gobierno de Macri.

La noche del 11 de agosto comenzó a diluirse el poder de Macri. Él se había convertido una especie de pato cojo, aunque parece que todavía no se dio cuenta. Su pedido de no volver al pasado no coincide con las aspiraciones de la mayoría. Hace cuatro años la gente quería eliminar las restricciones para comprar los dólares que necesitaban para irse de vacaciones, ahora el problema de la población es el empleo. “En el pasado había asados dominicales, cómo no voy a querer que regrese el pasado”, se oye con frecuencia en las calles bonaerenses.

Las PASO mostraron que el presidente se parecía al rey del cuento de Christian Andersen a quien sus súbditos no se animaban a decirle que estaba desnudo. Desde esa noche muchos de los periodistas incondicionales a su política comenzaron a descubrirle defectos, mientras que grupos empresariales comenzaron a buscar contacto con Fernández, quien sólo ratificó su calidad de candidato, pero que es visto ya como el próximo presidente argentino.

“Más rápido” al precipicio

„Vamos a ir en la misma dirección lo más rápido posible”, había dicho Macri en un diálogo con el escritor y político peruano Mario Vargas Llosa. Lo que siguió al 11 de agosto fue exactamente eso. Al conocerse los resultados de las primarias se produjo una caída del valor del peso argentino de casi el 25% y comenzó una fuga de divisas que aun hoy parece incontenible. Pero Macri le echó la culpa a la población y pidió que los ganadores de la elección hagan autocrítica.

Las soluciones presentadas por Macri, como el congelamiento de tarifas y pagos de cuotas por créditos de vivienda, no fue más que “patear” para adelante los problemas y no calmaron las aguas de la agitada situación económica. En los días siguientes el valor de las empresas de la bolsa argentina cayó en 47%, las reservas cayeron en más de $US 13 mil millones, el indicador de riesgo país superó los 2500 puntos, el dólar se vendía a más de 60 pesos sin que parezca tener un techo, los precios de los productos de consumo básico subían cada día haciendo que cada día crezca el número de pobres en Argentina al punto que las organizaciones sociales y hasta la Iglesia Católica pida la declaratoria de emergencia alimentaria.

Y el día en el que ya no hubo compradores de bonos argentinos, el gobierno declaró la moratoria parcial de pagos, sin mencionar la palabra default. Tan temida es esa palabra, que el gobierno argentino inventó una nueva palabra para referirse a la moratoria de pagos: le llama “reperfilamiento” de la deuda, lo que fue definido por la moratoria parcial de la deuda que afectan a los tenedores de bonos que no sean personas naturales. Con esa declaratoria el gobierno de Macri se convirtió en el primero que incumple los pagos de la deuda que él mismo contrajo. Pero incluso esa moratoria fue insuficiente para calmar la sangría de capitales y por eso se vio obligado a imponer un control de cambios, dos medidas que contradicen todo lo que había pregonado Macri.

“Acá no se trata de reperfilamiento, que es una palabra nueva que se ha inventado ahora para decir que se la chorearon. Una cosa que vos tenés que cobrar hoy, que te digan que te la van a pagar dentro de 90 y 180 días…”, dijo el presidente de Swiss Medical Group, Claudio Belocopitt, y propietario de la cadena televisa America TV.

“Ustedes saben que son medidas que no nos gustan y que sólo se justifican en la emergencia y durante un tiempo limitado, pero fueron implementadas para evitar daños mayores”, dijo Macri a modo de respuesta en un acto con empresarios.

La definición más dura sobre la nueva situación de Macri salió de boca de la longeva presentadora Mirtha Legrand: “Macri era un triunfador, y ahora se ha transformado en un fracasado. Es terrible”, dijo Legrand, una de las más fervientes macristas que llegó hasta el punto de decir que “daría mi vida para que no vuelva el kirchnerismo”.

Así, cada día aparecen personajes de los medios que hasta hace poco apoyaban a Macri y que ahora encuentran los errores del presidente.

Las elecciones “no sucedieron”

Formalmente Macri todavía aspira a la reelección. “Estamos convencidos de que la elección no sucedió y estamos con toda la energía para ir al balotaje”, dijo Macri en Córdoba, ciudad considerada su feudo electoral. Pero la reelección de Macri es considerada como algo casi imposible por analistas políticos, incluso quienes son considerados acérrimos macristas. Según una encuesta de CBconsultora.com.ar la intención de voto favorable al Frente de Todos, de Fernández, es de 55,3%, mientras que Juntos por el Cambio, de Macri, apenas llega al 25,9%.

Si el presidente es derrotado, como todas las encuestas y analistas coinciden, no sólo será derrotado el gobierno argentino, sino que significará también una derrota del FMI, que puede tener consecuencias para los funcionarios que apoyaron a Macri. Eso lo saben en el Fondo. En su última visita a Argentina los funcionarios del FMI pidieron a Fernández avalar los acuerdos vigentes para que se efectivice el desembolso de $US 5,4 mil millones comprometidos. No hubo acuerdo, porque formalmente por ahora Fernández no es más que un candidato. Lo que si hubo fue un comunicado del “Frente de Todos” que recuerda que ninguno de los objetivos del acuerdo fue cumplido.

En una especie de pataleo de ahogado, desde el gobierno se intenta polarizar la situación y más de uno asegura que el ideal para el gobierno es una situación de caos. Los seguidores incondicionales de Macri, el núcleo duro, como le dicen en Argentina, representan un tercio de la población.

Pero entre la población hay una extraña calma, una especie de tensa espera en los que se cuentan los días que faltan para las elecciones y en la que se multiplican redes solidarias de comedores y también aparecieron sistemas de intercambio de productos.

En Argentina los asesores de Macri ya reconocen que es más importante la alimentación y el trabajo para la población que la infraestructura, además que controlar el “Big Data” no es suficiente para ganar una elección. En Argentina la campaña electoral exitosa comenzó con la presentación de un libro de una candidata que fue considerada como un personaje políticamente muerto, el candidato mejor posicionado en la provincia de Buenos Aires hace su campaña recorriendo la provincia en un Clio modelo 2011. En Argentina de hoy se repite bailando “Macri ya fue”.

Avatar photo

J. Osvaldo Calle Quiñonez

Periodista especializado en economía. Trabajó en el Semanario Aquí, los periódicos, La Razón, Ultima Hora, Hoy, La Prensa y el semanario Pulso. En 2000 incursionó en el periodismo electrónico organizando el sitio report-e.com y en la actualidad dirige el periódico por Internet www.bolpress.com.
Ha escrito libros sobre los procesos de reforma económica y es colaborador de publicaciones en México, España y Bélgica. En la actualidad reside en Alemania.

Atrás