¿De dónde proviene realmente el peligro de las tendencias autoritarias en nuestro país?

Carlos Echazú Cortez

Una de las ideas que la oposición ha tratado de posicionar en el debate electoral es la tendencia autoritaria que presuntamente se cierne sobre nuestro país si el presidente Morales gana nuevamente estas elecciones.  Se sostiene que el desconocimiento al referéndum del 21 F, y una ausencia de alternancia en el sistema político serían la evidencia en torno a que nuestro país está al borde de un sistema autoritario. Es así como plantean las cosas los más moderados, pero también están los extremos que plantean que en nuestro país ya existe una dictadura. Para justificar esa caracterización del gobierno se afirma que se persigue a los opositores y se viola la libertad de expresión y de prensa, sin percatarse siquiera que el hecho de que se encuentren acusando al gobierno de ser dictatorial en medios masivos de comunicación, los desmiente categóricamente. Para el que ha vivido durante las dictaduras queda claro que el opositor que se atreviera a denunciar a la dictadura por un medio de comunicación sería inmediatamente detenido, desaparecido, torturado y, probablemente asesinado. No sólo ocurriría eso con quién se atrevió a llamar por su nombre a la dictadura, sino que el mismo medio de comunicación sería clausurado. Por esta razón, el sólo hecho de que opositores, por los medios de comunicación estén gritando a los 4 vientos sobre la dictadura del gobierno y/o sus tendencias autoritarias, es la prueba más evidente de que en nuestro país existen las más completas libertades democráticas.

Sin embargo, no es motivo de alegrarse, pues las tendencias autoritarias en nuestra sociedad si existen. Cuando uno considera la cantidad de prejuicios racistas que se divulgan ampliamente por las redes sociales, uno no puede dejar de pensar en lo terriblemente empoderados que se sentirían estas personas, si Evo Morales fuera derrotado en las elecciones. Yo me imagino que al grito de “Ganamos al Indio”, darían rienda suelta a sus bajos instintos y, con o sin motivo, retomarían los apaleos a indígenas, que se hicieron tan comunes en ciudades del oriente, en aquellos momentos cuando se pretendió dividir al país mediante la media Luna  o en Sucre, cuando se debatía en la Asamblea Constituyente el tema de la capitalía. Esas horribles manifestaciones de racismo ocurrieron en nuestro país y las expresiones racistas que, hoy en día, se diseminan por las redes sociales nos advierten sobre su permanencia.

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Se dice con frecuencia que las redes sociales constituyen un termómetro sobre lo que se siente y percibe en una comunidad, pues la posibilidad que éstas dan a todas las personas a llegar a una amplia audiencia y esconderse detrás del anonimato despierta  necesariamente los bajos instintos y hace salir los pensamientos y sentimientos más perversos. Ahora bien, estas expresiones son el reflejo de lo cohibidos que se han sentido durante todos estos años de imperio de la ley Nª 045 de Lucha Contra el Racismo y Toda forma de Discriminación. La ley, por si sola, obviamente no elimina el racismo, pero al penalizarlo, hace que se esconda. Se han sentido reprimidos, pues ya no les era posible gritar en vía pública “indio de mierda” como era tan común hacerlo antes. En ese marco, un triunfo electoral obviamente los alentaría a sacar cabeza nuevamente. Ahí están claramente identificadas las tendencias autoritarias en nuestra sociedad.

Para quien crea que estoy exagerando le invito a considerar el efecto que han tenido las expresiones racistas de Donald Trump en la mente y reacción del asesino de El Paso.

Carlos Echazú Cortez

Paceño nacido en 1964. Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Uppsala en Suecia. Se ha desempeñado como docente universitario en varias universidades públicas y privadas del País. Ha dictado cátedra en las materias de Historia de Bolivia y Ciencia Política. Es autor de dos ensayos político-históricos sobre el “Estado y dominio de clase” y “Estado y clases dominantes en Bolivia”. Ha escrito también un manual crítico en métodos de investigación denominado “Crítica al método y método crítico”.

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