Dieterich, ideólogo del socialismo del siglo XXI:
¿Quién determina la transición en Venezuela? Maduro se negó a ver la realidad
El sociólogo y economista alemán Heinz Dieterich, ideólogo del Socialismo del Siglo XXI y ex asesor del difunto presidente venezolano Hugo Chávez, explica los errores de Maduro que condujeron a la actual crisis y habla sobre el papel de las Fuerzas Armadas en Venezuela y los imponderables en torno a una futura transición política en el país caribeño, además del rol de la inteligencia cubana y boliviana, los intereses de Rusia, China, Europa y EEUU en torno a la debacle que padece el país boliviariano y su futuro eventual en manos de un probable grupo de militares democráticos que resistirían institucionalmente el golpe de estado neoliberal de Guaidó y Trump.
Deutsche Welle/
El profesor Heinz Dieterich dirige actualmente el Centro de Ciencias de la Transición (CTS, según sus siglas en inglés) en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en Ciudad de México. Dieterich es autor del libro Socialismo del Siglo XXI, y es coautor de Aldea Global, junto con el renombrado sociólogo estadounidense Noam Chomsky.
DW: Cuál ha sido el mayor error de Nicolás Maduro, ¿aferrarse al poder?
Heinz Dieterich: Sin duda alguna. Pero tal vez el mayor error fue no modificar el modelo económico político de Hugo Chávez que ya en el 2010, por la caída de los precios del petróleo fundamentalmente, estaba agotado. Tenía que reestructurar ese modelo y no lo hizo. Las consecuencias se vieron en la depreciación de la moneda nacional, y el deteriororo del bienestar de la población. Los programas sociales ya no se podían financiar.
¿Se rehusó a ver la realidad?
Sí, ése fue el primer gran error de Maduro. No cambiar el modelo de desarrollo y no reaccionar a la creciente inconformidad social. Tampoco cambió el discurso político y cuando todo esto convergió en la derrota parlamentaria de las elecciones de 2015, cuando la oposición ganó la mayoría, en lugar de buscar un nuevo comienzo empieza a utilizar las fuerzas policiales para controlar la situación. Ha sido una espiral que comenzó en 2011 y ahora vemos llegar a su fin.
Heinz Dieterich
¿Cuál ha sido el papel de la inteligencia cubana en la estrategia de Maduro?
Yo creo que hubo dos grandes errores de Cuba en este proceso. Cuando Hugo Chávez se enfermó y era previsible que necesitaría a alguien que continuara su proyecto histórico, había dos propuestas. Lula, que entonces estaba al frente del gobierno en Brasil, decía que el gobierno de Venezuela era tan débil que tenía que hacer alianzas con la burguesía nacional para desarrollar el país y con un éxito económico pudiera hacer reformas más profundas para la revolución. Fidel Castro, en cambio, decía que Maduro tenía que radicalizar la revolución, y que no debía hacer compromisos con la burguesía, porque lo acabarían traicionando. Ese fue el gran viraje, a mi juicio erróneo. Maduro decidió seguir la propuesta de Fidel. El segundo gran error fue que confiaba exclusivamente en la fuerza de los militares. Y ahí jugaban un papel importante los servicios de inteligencia cubanos.
¿No había una inteligencia venezolana funcional?
Tras el golpe fallido de 2002 contra Hugo Chávez, obviamente Venezuela no tenía servicios de inteligencia que funcionaran. Cuba ayudó con los servicios de inteligencia y por supuesto también con los médicos en el ámbito social. La influencia del aparato de seguridad cubano sobre Venezuela sigue vigente hoy en día y a mi juicio los cubanos no entendieron que este modelo iba a fracasar. No previeron que Washington presionaría hacia un cambio por la fuerza si no se hacía a través de la negociación. Esto fue un error de los servicios de inteligencia y la diplomacia cubana que compartió información con la diplomacia rusa, china y boliviana. Nunca entendieron que el modelo ya era insostenible desde hace 5 años y entonces vendieron a sus gobiernos la optimista idea de que el control de Maduro y de Cabello sobre Venezuela era seguro.
Maduro, en esta imagen de archivo, junto con el ministro de Defensa Vladimir Padrino López.
¿Subestimaron la situación?
Creían que había una crisis transitoria pero que se podía controlar. Eso fue una grave subestimación de la política de Washington que, por supuesto, se volvió muy agresiva con Trump. No estaban preparados para esa repetición del golpe de Estado, la revolución de color, como se llama, como la que tuvo lugar en Ucrania contra Víktor Yanukovich. Subestimaron el potencial de una maniobra de ese tipo y cuando quisieron reaccionar, cuando Guaidó se convirtió en el delfin protagonista de Washington en Venezuela, cuando se autoproclamó presidente interino apoyado por Washington, ya era demasiado tarde.
¿Espera una ruptura en el seno del Ejército que de la espalda a Maduro?
Esa ruptura ya se ha dado. Washington hizo una oferta a través del Comando Sur, del Almirante Craig S. Faller, que Guaidó retomó, diciendo que si las Fuerzas Armadas bolivarianas favorecen una salida pacífica de Maduro, éste puede ir al exilio pues no se quiere una guerra; que si las Fuerzas Armadas dejan caer a Maduro, se puede llegar a un gobierno de transición y convocar elecciones libres sin derramamiento de sangre.
¿Y ha sido aceptada?
Esa fue la oferta y a mi juicio los generales la aceptaron. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, hizo un discurso hace unos días que a mi juicio era un mensaje codificado para Washington, dando a entender que los altos generales aceptaban esa oferta. Que ellos entendían que Maduro era sustituíble y que se podía negociar con el imperio, con Washington, un nuevo gobierno. Ahora, la verticalidad de las Fuerzas Armadas sigue esencialmente intacta, pero por supuesto, hay 150 generales, coroneles y militares en las cárceles, es decir, el descontento por el rumbo que tomó el país y las Fuerzas Armadas bajo Maduro tiene varios años ya. El ultimátum de Washington plantea sacrificar a Maduro o entrar en una guerra, con Colombia, Brasil y la OTAN como aliados. Esto cambió la situación.
¿Los mandos medios y bajos del Ejército han sufrido en carne propia las mismas carencias que la población?
Ha habido una tasa alta de deserción de soldados rasos porque las condiciones de vida son muy deplorables. Hay mandos medios que vuelven al ideario de Chávez. Los mandos medios y la tropa son chavistas, bolivarianos, no son maduristas. En la medida en que crece la presión sobre el papel de las Fuerzas Armadas, va a estallar esa ruptura entre el liderazgo de los militares corruptos y privilegiados, y los mandos medios y los de abajo.
¿Quién determinará la transición en Venezuela?
DW: ¿Es plausible el surgimiento en Venezuela de una dictadura militar?
Heinz Dieterich: No hay condiciones para una dictadura militar. Ni los militares quieren dirigir un país que está destruído. Se necesita un Plan Marshall con inversiones de hasta unos 60.000 millones de dólares para reconstruír el país. Se tendrá que pedir más sacrificios a la población y los militares no quieren ese paquete. Además están desprestigiados y tampoco Washington quiere que los militares gobiernen el país.
¿Qué modelo desearía Estados Unidos?
Aunque el Ejército es el único aparato funcional y poderoso en el actual sistema de Venezuela, Washington quiere un gobierno con fachada civil apoyado por determinados sectores de las Fuerzas Armadas. Es decir, un gobierno civil pero cambiando la correlación en las Fuerzas Armadas para tener una fracción que les garantice el petróleo, la seguridad interna, y que la política monroista en América Latina se lleve a cabo. Pero no quiere pagar el costo político que significa entronizar un gobierno en uniforme. Eso no les conviene ni es necesario hacerlo.
Citgo, la última baza de Maduro, se le fue de las manos.
Hay quienes sostienen que se trata de un golpe de Estado orquestado por Estados Unidos…
Por supuesto que es un golpe de Estado. El ministro del Exterior de Ucrania, Pablo Klimkin, reconoció públicamente que es una repetición de la operación de la Plaza Maidán en Ucrania, con la cual derrocaron al entonces presidente Viktor Yanukóvich, que tuvo que refugiarse en Rusia. En esa operación en Ucrania, como dijo una subsecretaria de Estado de EE.UU., Washington invirtió 5.000 millones de dólares para crear las condiciones para cambiar de gobierno “redeem change” como lo llaman. Associated Press reveló que Guaidó hizo una gira clandestina a Estados Unidos, Brasil y Colombia, en donde acordaron el plan de operaciones para este golpe de Estado. Washington acaba de confiscar todos los activos de la petrolera estatal PDVSA.
¿Serían unos 7.000 millones de dólares los activos afectados por esas sanciones?
Además, el Banco de Inglaterra se negó a regresar el oro venezolano, unos 1.200 millones de dólares, que está en sus depósitos en Londres. Nada legal existe para la política de Washington y sus aliados europeos y Japón. No hay ningún mandato del Consejo de Seguridad de la ONU que pueda haber permitido un procedimiento de este tipo. El derecho internacional y la arquitectura de seguridad global después de 1945 es absolutamente clara. Después de la guerra de agresión de Hitler, según Naciones Unidas no sólo no se puede usar la fuerza de un Estado hacia otro, sino que es una violación del derecho internacional tan sólo amenazar con el uso de la fuerza.
Pero hemos visto un gran cinismo en ese Consejo de Seguridad de la ONU en la guerra en Siria, y ahora en Venezuela. En el debate reciente, China y Rusia incluso vetaron un reconocimiento de la Asamblea Nacional como institución democráticamente electa….
El problema de la relación entre los Estados actuales es que las grandes potencias -que básicamente son cuatro; la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y China- no necesitan ninguna ley para actuar. El sistema mundial es un sistema social darwinista, en donde rige la ley del más fuerte. Hay una idea que determina la práctica de los imperios, que se atribuyen el derecho a determinar qué sucede en sus esferas de influencia. Esa era la doctrina Monroe en Estados Unidos en el siglo XIX; después Hitler reclamó el derecho de los nazis de usarla para la dominación regional en Europa. Todos los imperios actúan de esa forma, y sólo hacen uso del derecho cuando les conviene. Y por supuesto su principal objetivo es garantizar sus intereses.
Como Washington dominaba el mundo podía hacer los cambios de gobierno en Ucrania, en Irak y ahora en Venezuela. Lo que ha cambiado es que Rusia es militarmente mucho más fuerte que Estados Unidos, con un avance de hasta unos 15 años en tecnología militar, aunque Washington no lo reconoce. China igualmente es económica y militarmente tan poderosa como Estados Unidos. Pero la élite en Washington piensa que está en la misma situación que en 1990 tras el quiebre de la Unión Soviética, cuando podía imponer sus intereses sin consultar.
¿Eso explica la agresiva retórica del presidente de Estados Unidos?
Esto nos mantiene permanentemente al borde de una guerra nuclear, ya sea por Taiwán, ya sea por el petróleo de Venezuela, o por Ucrania. Washington desconoce el derecho internacional después de haberlo él mismo conformado en 1945. Lo que se llamaba arquitectura de seguridad jurídica y política, construída a partir de 1944-1945, no se ha sustituído por un nuevo corpus de leyes que permita la coexistencia pacífica. Estamos en el fondo en una situación de anarquía con nuevas potencias emergentes como Rusia y China que reclaman una redefinición de la coexistencia y cohabitación de los Estados y Washington no acepta esto. Así es como estamos en una era en donde impera la ley del más fuerte, lo que es extremadamente peligroso en tiempos de armas nucleares.
¿Cuál es el desenlace que prevé en Venezuela?
El peligro que yo veo es que el gobierno caiga en manos de un grupo inepto y neoliberal al servicio de Washington, encabezado por Guaidó. Ninguna de las dos soluciones (Guaidó o Maduro) es la que necesita el país, pero esas son las dos fuerzas que están en lucha. Lo que decidirá el futuro de Venezuela son las condiciones de la transición tras la salida de Maduro, que son negociables. ¿Quién organiza las próximas elecciones? No puede ser el Instituto Nacional Electoral, que respalda a Maduro, pero tampoco puede ser una institución de los vencedores. ¿Quién va a ser candidato en una competencia limpia a nivel nacional entre partidos con suficiente sustancia democrática? Nada de esto se ha definido. ¿En qué plazo se va a definir la elección? ¿Va a ser Guaidó presidente interino por un año o dos, o por tres meses?
¿Y quién garantiza que no habrá una matanza como en Colombia, donde bajo el gobierno de Duque se está matando sistemáticamente a sindicalistas y a ex miembros de la guerrilla? ¿Quién impide la venganza sangrienta de los nuevos en el gobierno? Una solución posible es lo que se hizo en Nicaragua en 1989; la solución sandinista. Se entrega el gobierno a Guaidó que va a ganar las elecciones, pero las Fuerzas Armadas y la Policía quedan bajo control de militares democráticos. Los que están ahora encarcelados, como el general Raúl Isaías Baduel, y el general Miguel Rodríguez Torres, entre otros. Es la única garantía de que se pueda encauzar al país. Más allá de rencores, venganzas y resentimientos, hay que posibilitar una reconstrucción pacífica. Todo esto se tiene que negociar.
También está el tablero internacional, con los intereses de las grandes potencias…
Por un lado está Washington, con sus representantes locales, pero por otra parte está China, que ha invertido unos 60.000 millones de dólares, Rusia que ha invertido también miles de millones. Por supuesto, las fuerzas chavistas y prodemocráticas. Todo esto se tiene que negociar y ése será el momento decisivo en la situación en Venezuela. ¿Quién determinará las 5condiciones de transición? Lo ideal sería que fuera un grupo equilibrado de Naciones Unidas, pero hay que ver si la correlación de fuerzas permite esto o si Washington intentará unilateralmente imponer sus intereses.