Mucha energía, poca riqueza

Deteriorada, la matriz energética boliviana marcha a contramano del medioambiente

– La  explotación de los  recursos naturales  ha provocado que Bolivia genere la mayor intensidad   de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Hay que revisar las  políticas de desarrollo industrial y de transporte y los sistemas de planificación para reducir el impacto ambiental y mejorar la productividad de nuestra matriz energética que es la menos productiva de la región. Los altos ingresos no cmabiaron la matriz productiva del país. El ingreso rápido genera el gasto fácil, y el gasto fácil vive de la renta. Estamos cerrados en la lógica rentista, es la herencia colonial que subsiste.

 

Especial de Bolpress /

 

¿La extracción intensiva de los hidrocarburos en la Bolivia de los últimos años ha cambiado para bien la matriz energética del país, es decir la forma de producir y consumir energía?

La pregunta fue formulada por este medio a Juan Carlos Guzmán, uno de los mayores expertos bolivianos en temas energéticos, durante un seminario sobre el tema, auspiciado por el CEDLA y la UMSA, hace siete meses.

Pero sus respuestas recobran actualidad tras la reciente difusión del producto principal del evento, un texto que reúne las exposiciones de sus colegas, Transformación de la matriz energética. Discurso sin realidad, elaborado bajo la coordinación  de Silvia Molina y presentado hace unos días como el número 16 de los Cuadernos de Coyuntura del CEDLA

“No, no ha cambiado, más bien se ha profundizado”, dijo Guzmán, enfático, pues Bolivia produce en cifras redondas 94 % de energía fósil, proveniente de los hidrocarburos mediante el gas natural que transforman en electricidad las plantas termoeléctricas, y sólo 6 % de energías alternativas, repartidas entre eólica, solar y geotérmica, fundamentalmente.

Para el especialista, somos el país que ha deteriorado seriamente su productividad energética; tenemos la matriz energética menos productiva de la región y es la de   mayor intensidad de exportación de energía primaria.

En términos definitivos, la  explotación de los  recursos naturales  ha provocado que Bolivia genere la mayor intensidad   de emisiones de dióxido de carbono (CO2).

“Eso quiere decir que el dólar de PIB en el sector energético más sucio de la región  es el boliviano”. O Más precisamente: aunque Bolivia como tal tenga una cantidad de emisiones pequeña en el contexto regional por unidad de PIB (Producto interno Bruto), “es la contaminación más alta”, insiste Guzmán.

LIBRO, SEMINARIO Y SINTESIS

A mediados del año pasado, el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) reunió a varios especialistas en un seminario internacional para debatir información y análisis crítico sobre la matriz energética sudamericana.

El foro tuvo la participación de la asesora legal de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), Tatiana Castillo y del ex viceministro boliviano de Energía, Franklin Molina.

También aportaron con otras exposiciones el docente emérito de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales de la UMSA, Justo Zapata, y la investigadora Silvia Molina, del CEDLA.

El evento fue moderado por el periodista Andrés Gómez ante una importante presencia de asistentes, observadores del sector energía y medio ambiente, entre otros expertos académicos y universitarios.

En la ocasión se presentó el libro Discursos y realidades. Matriz energética, políticas e integración regional, de la coautoría de Silvia y Juan Carlos Guzmán, quien llamó la atención sobre el hecho de que las políticas vigentes no han transformado la matriz energética.

En general, Bolivia en su matriz energética depende de los hidrocarburos, como otros países del carbón, fuentes de energía tradicional que están cuestionadas por sus efectos contaminantes y los riesgos para el calentamiento global y el cambio climático.

“Su principal problema es el consumo del autotransporte y de importaciones de diésel”, recordó Guzmán, quien remarcó que este tipo de seminarios son una llamada de atención para ver si los países latinoamericanos están avanzando hacia una matriz energética distinta, no convencional.

“La respuesta es no; no están avanzando. Pero ahí no se terminan estos eventos   ­‒reparó­‒. La idea es contraponer varias posibilidades en política energética que se deberían considerar antes de concluir cualquier polémica y discutir cuáles son las alternativas antes de cerrar debate con una negativa”.

En Latinoamérica, el complejo conjunto de su matriz incluye producción,  transformación y consumo, con predominio de los hidrocarburos y carbón mineral, por lo que el 77 %  de la producción de energía a en la región es fósil y solo el resto 23 % es renovable, incluidas  las grandes represas  en la Amazonia y el Chaco.

En consumo, añadió en su explicación Guzmán, el demandante mayor de hidrocarburos es el autotransporte, y le sigue la industria, por el diseño de las ciudades sudamericanas, “gigantescas metrópolis que demandan mucha energía para transportar a millones de personas y trabajadores que gastan su dinero y tiempo pagando hidrocarburos  mientras todo eso genera emisiones contaminantes de CO2”.

EL CASO BOLIVIANO

En Bolivia, más del 80 % de su demanda es térmica;  es decir, los principales consumos se dan en el transporte y la cocción de alimentos a nivel residencial  y energía térmica a nivel industrial, de manera que sustituir esos usos  no es sencillo aunque  es parte del  desafío tecnológico mundial .

“Lo que preocupa no es  la cualidad o el tipo de energía que suministra la matriz boliviana, sino su eficiencia”, previno, puesto que la productividad energética (relación entre cuánto se consume o pierde vs. cuanta riqueza se genera) es la más baja de Sudamérica y ha ido a contramarcha de los demás países.

Lo que equivale remarcar que esa capacidad de consumir energía para generar riqueza en Bolivia tiene un signo negativo: “producimos energía y generamos muy poca riqueza”

Todo lo contrario de lo que sucede en Colombia, por ejemplo, que energéticas y  económicamente goza de una matriz mucho más eficiente lo mismo que Uruguay y Brasil.

P: Con la bonanza petrolera ¿ha cambiado la matriz energética?

JCG: El derrotero trazado por la reforma liberal, que es donde se pergeña el proyecto de exportación de  gas natural a Brasil ha profundizado más bien  la matriz, que está  destinada a generar rentas para los ingresos del país. Pero el gran crecimiento de exportaciones de gas no se ha reflejado en un mayor PIB; lo que  no quiere decir que el PIB no ha crecido sino que no lo ha hecho al ritmo de las exportaciones. El año 2000 Bolivia exportaba un barril equivalente de petróleo por cada mil dólares que se generaba de PIB. Hoy exportamos más de 4. El país ha tenido que cuadruplicar sus exportaciones para producir el mismo dólar de PIB.

P: Se dice, ¿pero no se hace?

JCG: Es mandato del CEDLA y organizaciones de la sociedad civil   contrastar lo que desde hace 40 años de viene  diciendo en relación al cambio climático y lo que efectivamente está ocurriendo; es decir, desde los años 90 hay discursos, leyes y decreto para reducir el impacto ambiental, sobre todo en el sector energético. Pero otra cosa es lo que realmente está pasando en los números. Nuestra conclusión es que, lamentablemente, la producción y  el consumo de energía junto a varios otros aspectos están en deterioro, a contramano de lo que debiera estar ocurriendo en las matrices energéticas bajas en carbono. Las emisiones han aumentado  y con varias excepciones la situación es casi general. Uno de los aspectos que más llama la atención es que el transporte se ha constituido no solamente en el principal consumidor  de energía sino que ha llegad o a ser parte estructural de la economía de los países y eso supone caída de productividad, millones de trabajadores viajando por las ciudades  y millones de litros de gasolina consumiéndose mientras se deteriora el medio ambiente, en medio de ciudades gigantes mal planificadas, extendidas, que parecieran no tener límite en su crecimiento

P: ¿Es posible modificar las políticas públicas?

JCG: Debieran modificarse pero la pregunta es cómo. Porque si se revisan legislaciones y alocuciones, se va a encontrar que todos hablan de la madre tierra, de la casa común, de que hay que cuidar el planeta, salvarlo… Pero los números nos están diciendo que la matriz va  por otro lado. Entonces, es necesario que la sociedad civil vea que algo está pasando. No vaya a ser que los discursos estén muy bien, pero que de aquí a 30 años el planeta se esté cocinando y no vayamos a poder hacer  nada

P: Sin embargo, las políticas públicas parecen blindadas a cualquier cambio…

JCG: La política pública es parte y responsabilidad del Estado. Y en el Estado están muchos actores, también el gobierno central. Y  en este tema de cambio climático el gobierno no es el único actor. Por ejemplo,  en el tema de crecimiento de las ciudades están los gobiernos municipales y no se ha encontrado ninguna señal de que se esté planificando las ciudades ni los sistemas de transporte. Hay distintos niveles de gobierno que está como ausentes de esta planificación… por ejemplo La Paz o también Cochabamba, que debe tener el nivel de consumo de transporte más alto de Sudamérica,  Y esto tiene que ver no solo con la planificación de las ciudades  sino con la posibilidad estatal de generar empleos. El transporte  es una de las principales fuentes de empleos y, en Bolivia, de empleos precarios. Entonces se consume más combustible para generar empleos precarios y eso no es responsabilidad sólo del estado como tal. Hay que revisar dos cosas; la política de desarrollo industrial y la de transporte y  los sistemas de planificación para no solo reducir el impacto ambiental,  sino mejorar la productividad de nuestra matriz energética que dicho sea de paso es la menos productiva de la región.

Pregunto: ¿los altos ingresos han posibilitado un cambio de la estructura económica de la matriz productiva boliviana?

Mi respuesta es no: más  bien los altos precios de las materias primas del gas natural y los minerales como que han enloquecido los bolivianos y eso se ve en la curva de crecimiento de las cooperativas mineras y del gas. Por otra parte, hay una herencia colonial, la lógica rentista colonial, que es pensar que política de hidrocarburos es política de gas natural y que ésta es estrictamente tema de exportaciones y rentas. Nunca se ha visto que energía es un instrumento para generar trabajo sino que, por ejemplo, el  gas natural es para exportar y obtener rentas. En el discurso la búsqueda de ingreso pareciera ser sinónimo de riqueza, pero no tiene nada que ver con riqueza. Y lo más triste: el ingreso rápido genera el gasto fácil, y el gasto fácil vive de la renta. Estamos cerrados en la lógica rentista. (JRyC)

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