El candidato Sebastián Piñera y la pleonexia

Eduardo Andrade Boné

Pleonexia. Es el apetito insaciable por las cosas materiales. El no saciarse nunca, es lo que caracteriza el afán por los bienes superfluos y es lo que da paso a una enfermedad muy bien diagnosticada desde hace 2.500 años, que lleva el extraño nombre de pleonexia y que retrata muy bien al candidato presidencial del pinochetismo (Chile Vamos) Sebastián Piñera.

Pleonéxico es aquel que considera que todavía no tiene bastante, porque ignora que su espíritu no puede calmarse ni saciarse con cosas materiales. Sebastián Piñera nos está mostrando que tiene un perfil de un ser humano sin ética, inmoral, sin conciencia de tener espíritu y menos alma.

El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress

La primera referencia al concepto que aparece en la Historia se atribuye a Platón y a Aristóteles. No en vano, más que de un concepto al uso, estamos hablando de un concepto filosófico al que ambos sabios clásicos atribuían la causa de todos los actos injustos del ser humano. Aquel que actuara injustamente estaba motivado muy probablemente por la pleonexía o por su deseo de obtener más y más bienes materiales, que en este caso específico lo podríamos denominar como el de la especulación financiera constante de un corrupto y seudo político como Sebastián Piñera.

Ya Platón nos describía la personalidad de un candidato presidencial como Piñera. Para Platón era una enfermedad. Al respecto Platón nos dice que la pleonexía es un deseo permanente de expansión, un estado constante de insatisfacción que empuja al deseo a traspasar todo lo inmediatamente dado.

En el diálogo Gorgias, Platón elabora su idea de aretée (el hombre beltístos, el mejor) a partir de una confrontación con Calicles (un sofista) quien defiende la idea de el poder entendido como pleonexía, cuyo ejercicio permite llevar los propios intereses, ambiciones personales y vicios a su máxima expresión, propiciando un gozo desenfrenado e insaciable de dicho poder, algo que calza de forma precisa en la personalidad del candidato del pinochetismo y los grupos de poder económico, Sebastián Piñera.

En otras palabras diríamos que la pleonexía es la ley que usan los más débiles para ocultar su propia incapacidad y miserabilidad. Ahora es propio de lo que sufren esta enfermedad, que  al ver la situación el organismo entra en alerta y comienza la fase de competencia. Se acentúa la individualidad. “Si el otro tiene esto; yo también debo tenerlo; si todos tienen aquello, yo no puedo quedar atrás”; “tengo 20 años, tengo que estudiar una buena carrera universitaria; tengo 30, tengo que formar una familia y comprar una gran casa con un buen auto; tengo 40 o más, tengo que ser reconocido y respetado”. El factor envidia, asociado al concepto “tengo”, causa estragos en el individuo frente a la sociedad que representa.

El paso siguiente es una confusión entre cantidad y calidad; una dramática obsesión por los números, confundiendo incluso “valor” con “precio”. Es en esta situación donde la mayoría de los seres humanos colapsan; se entregan en cuerpo y alma por un monto determinado de dinero, a veces sin saber el porqué lo hacen. En este sentido Sebastián Piñera se disocia, se objetiviza, vive una vida ajena; a la larga, ni las más exorbitantes cifras de dinero pueden saciarle. El estrés desencadenado, agobia la integridad física hasta el punto de romper ese natural equilibrio orgánico llamado “salud”. La pleonexía comienza a roer la conciencia, y es la última oportunidad que tienen personajes como Piñera para revertir voluntariamente su situación. Para los que padecen esta enfermedad finalmente y para la gran mayoría, llega el ocaso final que suele terminar en la muerte.

No obstante, la verdadera “última etapa” (irreversible por lo cierto) está formada por aquellos que encontraron “el truco para sobreponerse a la etapa anterior; provocando que en su fuero interior Piñera  se autoproclame “centro del universo”, el único que puede resolver los problemas de Chile y viendo como sus habilidades corporales son sobrepasadas por sus apetitos de poder. En este punto, éste se apodera precisamente de otros seres humanos, usándolos como una “masa” (electores) para beneficio propio; engañándolos para hacerlos competir entre sí y robarles, en medio de la confusión, lo que éstos han producido. Forman “corporaciones”, forman grupos de “élites”, empresas de papel, ocultan su dinero en paraísos fiscales  para no pagar impuestos, se esconden y vigilan a la masa jugando a ser dioses, pues quieren el poder total. Finalmente, a partir de este mismo punto, la enfermedad repite el ciclo.

En definitiva, para los griegos la pleonexía era la forma de injusticia social más despreciable, y actualmente cualquier persona creería que esa enseñanza perdura hasta los albores del siglo XXI. No obstante, resulta contradictorio que, en las metrópolis de la cultura occidental, la pleonexía se haya convertido en el motor de esa “máquina” llamada capitalismo y su expresión más dura, el neoliberalismo económico y financiero: El “afán de lucro” para muchos constituye una virtud porque [supuestamente] estimula el anhelo de progreso personal y la disposición al trabajo duro, ese que nunca ha conocido el “bruto” de Sebastián Piñera, como lo llamo un premio nacional de ciencias.

En hombres que sólo ansían tener más y más (pleonexía), no puede erigirse una comunidad, “porque un hombre injusto no podría ser amigo de otro hombre, ya que es incapaz de vivir en comunidad. Pero donde no hay comunidad, tampoco podría haber amistad. Pues dicen los sabios que el cielo, la tierra, los dioses y los hombres se mantienen por comunidad, amistad, orden (kosmos), moderación y justicia, y que todo este conjunto se llama por ello orden bello (kosmos kalousin), compañero, no desorden,

La enfermedad que sufre el Sr. Piñera, candidato presidencial del pinochetismo (Chile Vamos) también ha sido mencionada varios siglos después por el Cristianismo. Son varios los pasajes del Nuevo Testamento (Lucas, 12 y Colosenses, 3) en los que pleonexía aparece equiparada al concepto de idolatría, ya que el individuo sustituye a Dios por el interés en las cosas superfluas y materiales, en este caso el dinero, la riqueza y el poder, la mentira y el engaño que es lo que busca más y más el candidato Piñera.

Lo cierto es que el candidato presidencial del pinochetismo el imputado Sebastián Piñera, es un canalla que poco sabe lo que es trabajar, pero sí mucho de estafar bancos y otros ilícitos, éticamente por cierto muy reprochable. La avaricia es un deseo insaciable y enfermizo; cuánto más posee, más desea. Otro término para la avaricia es “filarguros”, que significa “amor al dinero”; podríamos decir que son “dinero filos”, “enamorados esquizofrénicos del dinero. Este dinero filia, es “la raíz de toda clase de maldades “que es el axioma de Chile Vamos y su candidato presidencial defensor del legado pinochetista.

Finalmente cabe destacar que Chile en noviembre próximo deberá elegir un primer mandatario, además de representantes al parlamento y gobernadores regionales de la nación, en la cual los electores deberán optar por un nuevo presidente que sea honorable, honesto y éticamente limpio, o un vivaracho, un codicioso, un avariento, o un pillo como mandatario, que además padece de pleonexia como Sebastián Piñera.

Atrás