El cambio de uso del suelo para ganadería y agricultura podría degradar la biocapacidad de Bolivia, la tercera más alta por persona

La Tierra en plena recesión ecológica

Publicado el: noviembre 28, 2008 6 min. + -
El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress

El planeta se dirige hacia una crisis ecológica. La demanda de recursos naturales de la humanidad ya ha superado en un 30 por ciento la capacidad de abastecimiento de la Tierra, concluye el Informe Planeta Vivo elaborado por WWF en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y la Red de la Huella Global (GFN).

Se difunde cada dos años un informe sobre la capacidad de la Tierra para continuar siendo un "planeta vivo" en base a cálculos de la Huella Ecológica y del Índice Planeta Vivo (IPV), una medida obtenida del estudio de la evolución de 5.000 poblaciones de 1.686 especies. La edición 2008 incluye por primera vez la medida de la huella hídrica.

La huella ecológica calcula el área total de espacio productivo requerido para producir los productos y servicios consumidos por una determinada población. La huella hídrica calcula el volumen de agua necesario para producir los mismos bienes y servicios.

El IPV ha descendido un 30% desde 1970; el IPV Tropical ha disminuido un 51%. La dramática pérdida de riqueza natural es provocada por la deforestación y la transformación de los usos del suelo en los trópicos. Otros factores que atentan contra la biodiversidad son las represas, trasvases y el efecto del cambio climático en las especies de agua dulce, cuyo IPV ha sufrido un descenso del 35%.

El análisis de la huella ecológica muestra que mientras que la biocapacidad global (el área disponible para producir nuestros recursos y absorber nuestras emisiones) es de unas 2,1 hectáreas globales (hag) por persona, la huella ecológica por persona es de 2,7 hag. Esto significa que se están usando más recursos naturales que los que el planeta puede producir.

Más del 75% de la población mundial vive en países que son deudores ecológicos, es decir en los cuales el consumo nacional ha sobrepasado su propia capacidad biológica para sostener el consumo de recursos renovables.

Estados Unidos, Brasil, Rusia, China, India, Canadá, Argentina y Australia son los ocho países que tienen más de la mitad de la biocapacidad total mundial. Tres de estos países son deudores ecológicos debido a su población y a las pautas de consumo.

La huella ecológica de China es 2,3 veces mayor que su biocapacidad nacional; la de India es 2,2 veces mayor, y la huella de Estados Unidos es 1,8 veces mayor que su biocapacidad.

Cada ciudadano de China utiliza una media de 2,1 hag por persona, mientras que un estadounidense requiere una media de 9,4 hag. Si la población mundial tuviera patrones de consumo estadounidenses se necesitarían 4,5 planetas para cubrir las necesidades de todos.

Bolivia tiene la tercera biocapacidad más alta por persona (16 hag) y una media de huella de sólo 2,2 hag por persona. Es decir que el país tiene una huella 7,3 veces menor que su biocapacidad.

La a biocapacidad de Bolivia podría degradarse en el futuro debido al cambio de uso del suelo para ganadería y agricultura, la deforestación, el incremento de la demanda por aumento poblacional, y las presiones de las exportaciones. Actualmente, la huella ecológica nacional se genera mayormente por cambio de uso del suelo para ganadería y agricultura. Las emisiones de carbono derivadas de la quema de combustibles fósiles y el cambio de usos del suelo son los factores fundamentales que provocan la huella humana en Bolivia y el mundo, y que, además, están detrás del cambio climático.

Huella hídrica

La huella hídrica de un país es el volumen total de agua utilizado globalmente para producir los bienes y servicios consumidos por sus habitantes. Incluye el agua sustraída de los ríos, lagos y acuíferos (aguas superficiales y subterráneas) para la agricultura y ganadería, la industria, la generación de energía y el uso doméstico, así como el agua de lluvia utilizada para los cultivos.

El nuevo índice de la huella hídrica pone de manifiesto la importancia del agua utilizada como materia prima en la producción. Por ejemplo, se necesitan 2.900 litros de agua para producir una camiseta de algodón.

Como media, cada persona consume 1,24 millones de litros de agua al año (la mitad de una piscina olímpica), aunque esto varía. Por ejemplo, en Estados Unidos el consumo per cápita anual es de 2,48 millones de litros por año, mientras que los bolivianos consumen 1,2 millones de litros.

Aumenta el número de países que se encuentra en una situación de estrés hídrico permanente o estacional. El estrés hídrico se da cuando la demanda de agua es mayor a la cantidad disponible durante un periodo determinado, o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad.

"Cerca de 50 países están actualmente sufriendo un severo o moderado estrés hídrico y el número de personas que sufren escasez anual o estacional de agua podría aumentar como resultado del cambio climático", concluye el Informe Planeta Vivo.

Hay que cambiar de hábitos

"Muchos de nosotros estamos manteniendo un estilo de vida y crecimiento económico gracias al uso y extracción del capital ecológico de otras zonas del planeta", afirma el director general de WWF James Leape.

"Si nuestras demandas continúan a este ritmo, para mediados del 2030 necesitaremos el equivalente a dos planetas para poder conservar este nivel", alerta Leape. "Estamos actuando con la ecología del mismo modo en el que se comportan las instituciones financieras con la economía: buscando la satisfacción inmediata sin atender las consecuencias", afirma Jonathan Loh, co-editor de la ZSL.

"El mundo está preocupado por las consecuencias de haber sobrevalorado sus recursos financieros. Sin embargo, lo que realmente amenaza a la sociedad es la crisis del crédito ecológico causada por infravalorar el capital ambiental, base de la supervivencia y la prosperidad", observa James Leape.

"El déficit ecológico continuado tendrá consecuencias económicas graves. Las limitaciones de los recursos y el colapso de los ecosistemas desencadenaría un estancamiento económico con una caída vertiginosa de las inversiones, mientras los costos de la energía y los alimentos se dispararían", apunta el director ejecutivo de GFN Mathis Wachernagel.

El informe incorpora una serie de "cuñas de sostenibilidad" clave que, combinadas, podrían estabilizar e incluso invertir la tendencia alarmante hacia una mayor deuda ecológica y el desabastecimiento de fuentes naturales de recursos.

Incorporar una perspectiva ecosistémica al consumo, desarrollo y comercio se traduciría en una conservación a largo plazo de los recursos necesarios para la supervivencia.

El reto ambiental más importante es la eficiencia energética, las energías renovables y la disminución de entre un 60 y 80% de las emisiones de carbono para el año 2050.

--- ---

pdickie@wwfint.org / nicole@footprintnetwork.org / alice.henchley@zsl.org
Atrás