17 Conferencia Internacional sobre VIH/SIDA, en México

La iglesia es de otro siglo

Alfonso Gumucio D.

Publicado el: agosto 4, 2008 6 min. + -
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La iglesia católica es de otro siglo, pero ni siquiera del siglo XX, ni del siglo XIX… es de un siglo que no ha existido nunca, vive fuera de la realidad de este mundo, niega la sexualidad como recreación que es una de las pocas cosas que distingue a los seres humanos de los animales. La iglesia cree que los humanos debemos ejercer nuestra sexualidad solo para fines reproductivos, como los animales. Ahora, en la conferencia mundial sobre el SIDA en México, la iglesia sigue sosteniendo empecinadamente, ciegamente, estúpidamente, que el arma contra el VIH/SIDA es la abstinencia sexual.

Normal 0 false false false MicrosoftInternetExplorer4 Las tendencias más conservadores son las que fijan la posición de la iglesia sobre el VIH/SIDA. Por suerte, en algunos países, la iglesia de base, la iglesia que trabaja con las comunidades, obra a su manera sin escuchar a la jerarquía. En Brasil los curas de base no se escandalizan cuando se promueven los condones para prevenir las enfermedades sexualmente transmisibles, todo lo contrario, aconsejan a la gente que deben usarlo.

Promover la abstinencia sexual es una estupidez del tamaño de 56 millones de víctimas del VIH/SIDA, que no estarían enfermos (33 millones) o muertos (23 millones) si hubieran usado condones y no hubieran sufrido el estigma y la discriminación. La abstinencia sexual no solamente es imposible en el ser humano, sino que no es deseable. La iglesia es muy hipócrita en ese tema, pues mientras agita la bandera del celibato y de la abstinencia los propios curas católicos padecen como una tortura su privación sexual y muchos de ellos se reconcilian con la sexualidad manteniendo relaciones ocultas (o no tanto), con mujeres o con hombres. Otros, perversos, ocupan los titulares de los medios masivos con las historias de pedofilia, abusos sexuales a menores de ambos sexos.

Exigirle a jóvenes de África, de América Latina o de Asia que practiquen la “abstinencia” es grotesco y es una indicación más de que la iglesia no es de este mundo, ni tiene la menor idea de lo que este mundo es, ni de lo que es la especie humana. Las decisiones de la iglesia están basadas en textos arcaicos y en interpretaciones caprichosas de los mismos. Su situación por eso es insostenible, ni todo el oro de El Vaticano puede hacer que la iglesia católica siga perdiendo terreno frente a cualquier charlatán evangélico.

La abstinencia como medida de prevención contra el VIH/SIDA no puede ser obviamente asumida como política de Estado, pero es interesante constatar que en esta enorme reunión de México, donde coinciden expertos en salud pública, políticos de turno, organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales, etc., hay algunos países que han hecho propuestas alineándose con el sector más conservador de la iglesia. Uno puede creer que la jerarquía católica sea reaccionaria, pero que los ministros de Jamaica, Honduras y Belice propongan la abstinencia sexual como política pública de prevención es grotesco, indica la clara influencia del Opus Dei en esos gobiernos, y es una bofetada a la población que espera que los gobiernos adopten políticas de salud pública eficaces.

Por suerte la declaración final de los ministros de salud de la región no recogió semejante propuesta anacrónica, sino todo lo contrario, recomendó la educación sexual desde temprana edad y el uso de condones. Afirma que “proporcionar información sobre el uso del condón masculino o femenino, las pruebas de detección de VIH y los medicamentos antirretrovirales no acelera el inicio de la vida sexual ni la frecuencia de las relaciones. Por el contrario, la educación integral que incluye información clara sobre formas de protección, promueve la autonomía individual para decidir el momento en que se inicia la actividad sexual”, según leemos en La Jornada.

Desde su identificación a principios de los años 1980s, el SIDA ha dominado el escenario de los problemas de salud, aunque en verdad no se trata de la enfermedad más mortífera, si comparamos con otras que son curables o prevenibles, como la tuberculosis, la diarrea o la malaria (que no reciben tanta atención como el VIH/SIDA). En los países africanos, los más afectados por la pandemia del VIH/SIDA (con 22 millones, el 60%), los esfuerzos que se han hecho para reducir la incidencia de la enfermedad no han dado buenos resultados.

Aquí tengo que decir algo sobre la comunicación, y no es la primera vez que lo hago. Todas las agencias que se ocupan del tema de VIH/SIDA reconocen la importancia de la comunicación y de la información. Cada vez más, existe la certeza de que la comunicación es esencial porque el VIH/SIDA es un problema social que trasciende la estrecha visión médica del tema.

Ingentes recursos se han invertido en campañas de información para que todos los ciudadanos de este planeta se enteren de lo que es el VIH/SIDA, cómo se transmite, cómo se trata, etc. Mucho se ha hecho también a nivel de información para luchar contra el estigma, contra la discriminación, y contra las percepciones y posiciones atrabiliarias de la iglesia católica y de otras organizaciones retrógradas.

Sin embargo, toda esa inversión multimillonaria ha sido en campañas de información, que no es lo mismo que procesos de comunicación. Las campañas son verticales, y su efecto en las personas y en las comunidades es relativo: podemos decir que los mensajes llegaron y que la gente está mejor informada, pero no se puede afirmar, a partir de la diseminación de información, que la gente haya cambiado su manera de proceder en sus relaciones sexuales o en sus actitudes con respecto a quienes enferman de VIH/SIDA.

Si al menos la mitad de los recursos gastados en campañas de información se destinaran a la comunicación, otra sería la historia, porque la comunicación como proceso hace que las comunidades se organicen para enfrentar el problema de una manera que les permite “apropiarse” de él, en lugar de ser receptores pasivos de mensajes y de soluciones que otros toman en su nombre. La comunicación, porque es diálogo y debate y porque significa compartir e intercambiar, es sostenible, mientras que la pura información requiere de inversiones cada vez mayores y no ha logrado revertir la situación.

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