El Tío de la mina en la marcha del orgullo gay

Víctor Montoya

Publicado el: julio 31, 2008 13 min. + -

Dentro de poco Estocolmo se vestirá de fiesta -le comenté al Tío*-. Se realizará la marcha del orgullo gay, donde se darán cita los mariquitas, las marimachos, los bisexuales y transexuales. Y, como todos los años, no faltarán los dragqueens (travestís), luciendo lo mejor que llevan en el cuerpo y en el alma.

El Tío giró la cabeza y quedó mirándome, como haciéndose el sueco siendo diablo. Luego cruzó los brazos y dijo:

-Yo también me engancharé en la marcha gay, transformado en k'achachola y con la wiphala en mano.

-¡¿Con la wiphala en mano?! -cuestioné alzando la voz-. Los indigenistas te cortarán los huevos por confundir la wiphala con el emblema de los gays y, de pasadita, las lenguas viperinas dirán que, en lugar de ir a la procesión de la Virgen de Copacabana, te fuiste al festival de los homosexuales.

-Hay que dejarlos hablar -dijo con serenidad asombrosa-. Perros que ladran, no muerden. Además, como todo buen diablo, siempre tomaré partido por la causa de los excluidos en la sociedad capitalista, machista, racista y...

-¿Y cómo te camuflarás en la marcha sin que nadie se dé cuenta de que eres el mismísimo Tío?

-Fácil, muy fácil -replicó.

-Supongo que no te aparecerás con tu facha de Tío ni tu traje de Lucifer, ¿verdad?

-¡Cómo se te ocurre pues, carajo! Sería un espantajo y tanto los mariquitas como las marimachos me matarían con su pura mirada. Así que haré un "click" con los dedos de la mano y me transformaré en k'achachola. Sólo entonces me apareceré en la marcha gay con un contoneo provocativo, dejando una estela de formas y colores a mi paso. Seré la dragqeen más atractiva del año.

-¡Ah, sí! -le dije-. Entonces te lucirás con chaqueta y polleras bordadas, mantilla de vicuña, botas de media caña, sombrero borsalino y joyas en manos, orejas y cuello.

El Tío enseñó los colmillos, redujo la voz a un tono más bajo y describió cómo será su vestimenta de pies a cabeza:

-Mi sombrero borsalino, color castaño oscuro, estará hecho de fieltro de conejo; mi blusa de seda tendrá el escote de vértigo, las mangas cortas y el talle ceñido a mi cinturita de avispa; mi chaqueta, que hará juego con la pollera, será de seda floreada y el pecho estará adornado de encajes y grecas; mi mantilla de vicuña, prendida sobre mi hombro con un broche de oro y piedras preciosas, será el distintivo de mi cholaje; mi pollera de terciopelo será mini, en tono de rosa clavel, con alforzas plisadas en el vuelo, estampas de flores y aves bordadas con hilos de seda y adornadas con lentejuelas, chaquiras y perlas; mis hermosas piernas lucirán medias de seda color carne y mis botines de media caña serán de cabritilla, con tacón alto y abotonadura a los costados. Por si fuera poco, para darle un toque de elegancia y encanto a mi vestimenta de k'achachola, llevaré joyas de fina orfebrería, trabajadas en oro y plata; mis aretes tendrán incrustaciones de valiosa pedrería, desde zafiros, esmeraldas y diamantes; en tanto mis collares, trabajados con la delicadeza de la filigrana, ostentarán motivos de la tierra andina. Así que el inusitado destello de mis aretes y collares, junto a mis trenzas, apretaditas y bien agarradas, resaltarán no sólo el brillo de mi presencia, sino también el gusto y la combinación de mi indumentaria. Algo más, como todo atributo de mujer coqueta, tendré las uñas laqueadas, la cara cuidadosamente maquillada, las pestañas alargadas con rimel y los labios sensuales, carnosos y remarcados por un color escarlata. Y, a modo de ponerle el punto en la "i", llevaré en mi cartera condones y vibradores para distribuir entre las mujeres ardientes y los arrechos por naturaleza.

-Serás la fresa en la torta -le dije esbozando una sonrisa pícara-. Pero no has dicho una sola palabra sobre cómo será tu ropa interior. ¿Llevarás tangas?

-¡Por su puesto que no! -dijo con voz amanerada-. ¿Tú crees que soy una cualquiera, capaz de exhibir así nomás mis encantos? Por si no lo sabías, te anticipo que no llevaré una simple tanga metida en mi..., sino una bombacha de dos cuartas, algo que me ayude a disimular el enorme animal que cargo entre las piernas, para que a nadie le pase lo que alguna vez me pasó en el Carnaval de Oruro.

-¿Qué te pasó, pues?

-Cuando le metí mano a uno de esos travestís, quien bailaba disfrazado de china morena, dibujando círculos en el aire con su minipollera, en lugar de tocar una ranura, me encontré con una longaniza de respetables dimensiones.

Lancé una risa contenida. Luego volví a la calma y pregunté:

-¿Y si alguien se confunde igual contigo y, creyendo que eres mamacita, te mete mano?

-Se llevará un tremendo chasco, pues confundir al Tío con un travestí, que baila como hembra atrapada en cuerpo de macho, es lo mismo que confundir la epístola con la pistola del diablo.

Asentí con la cabeza y me quedé pensando un instante en que no debe ser fácil tener semejante animal entre las piernas y disfrazarse de travestí. Pero claro, como el Tío tiene la facultad de transformarse en lo que quiere, nadie se dará cuenta de su verdadera esencia de diablo, y menos las dragqueens, quienes lo recibirán con los brazos abiertos y una lluvia de besos.

-¡Ah! -dije recordando un detalle importante-. Si los músicos no tocan morenadas, diabladas ni kullawadas, como los tamboreros, trompeteros y platilleros en el Carnaval de Oruro, ¿cómo marcarás los pasos y harás las figuritas y piruetas?

-Fácil, muy fácil -contestó-. Marcaré los pasos con el ritmo que llevo en el cuerpo y con la música que corre por mis venas. A mí no se me igualan las danzarinas de samba ni las reinas de la salsa y el reggaeton. Yo mismo tararearé la música y bailaré con garbo de chola chuquisaqueña, donaire de chola paceña, belleza de chola tarijeña, dulzura de chola cochabambina, orgullo de chola potosina y audacia de chola orureña. Yo tendré una gotita de todas ellas, seré la combinación perfecta de la chola hermosa de mi tierra.

-¿Y qué harás cuando llegues a la altura donde yo esté sentado como un simple espectador, agarrado de mi botella de singani y mi cajita de cervezas?

-Sólo para demostrarte que soy capaz de atraer la mirada de los machos como imán y provocar fuertes erecciones, marcaré los pasos con gracia y elegancia, como las chinas morenas en el Carnaval de Oruro. Los seduciré con el sensual movimiento de mis hombros, el bamboleo de mis senos y el cadencioso ritmo de mis caderas que, acompañadas por el meneo de mis suntuosas nalgas, darán un vaivén a mis polleras cuyos adornos de flores y pájaros se moverán en un "fru-frú" cada vez que mi contoneo deje babeando a los suecos, quienes jamás vieron a una k'achachola, moviéndose como una diosa, con la belleza de su rostro, la armonía de su cuerpo y enseñando el trasero hasta la espalda...

-¿Y la wiphala? -pregunté.

-Con la wiphala, cuyos colores se parecen a los del emblema de los gays, formaré un hermoso arco iris en los cielos de Estocolmo...

Días después de la festividad del orgullo gay, y enterado de que las protestas contra la actuación del Tío no se dejaron esperar, entré en su cuarto y le dije:

-Dicho y hecho. El Mallku, tal como te advertí, está encolerizado porque hiciste flamear la wiphala en la marcha del orgullo gay. Sus partidarios dicen que te harán chupar el chicote de cuero curtido y te convertirán en macho a puntapiés.

El Tío, ni bien me vio con la carita de dame un centavo, soltó una sonora carcajada. Hizo destellar los ojos como luciérnagas y rasgó el aire con sus afilados colmillos.

-¡Qué sabe el Mallku! -exclamó mientras su cuerpo vibraba al compás de su risa.

-¡¿Cómo que no?! -le retruqué pensando en que el Mallku es historiador, líder indígena y ex guerrillero.

-Escúchame bien, pendejo -solicitó el Tío-. Primero, su chicote no es más áspero que mi látigo de vergajazo ni sus patadas son más fuertes que mis coces de burro; y, segundo, su filosofía de vida no sería coherente si no defiende la diversidad sexual y genérica, con la misma pasión con que defiende la diversidad del Tawantinsuyo cuando maneja el discurso de "las dos Bolivias"; la una blanca y la otra india. El Mallku sabe bien que él tiene mi apoyo, siempre y cuando luche por forjar un país donde todos gocen de los mismos derechos y las mismas responsabilidades, lejos del apartheid racial y las discriminaciones culturales y sexuales, ya que todos ustedes, al fin y al cabo, son sobrinos de este Tío de la mina.

Me llamó la atención su actitud pancha, a la vez que sus palabras, dichas con tanta mesura y convicción, me dejaron pensando en que algo más se traía entre manos. Por eso le pregunté:

-¿Entonces te transformaste en k'achachola sólo para tomarle el pelo al Mallku?

-¿Y te parece poco? -intervino-. Mi presencia en la marcha del orgullo gay, por otro lado, sirvió para poner de manifiesto mi actitud contestataria contra el puritanismo de la Santa Iglesia que, desde hace siglos, se la pasa condenando los matrimonios no convencionales, el aborto, el uso de medios preventivos y, desde luego, las relaciones homosexuales, consideradas inmorales y nocivas, sin advertir que la homofobia es un prejuicio social y que los homosexuales son también seres humanos, con los mismos deseos, pensamientos y sentimientos que cualquier hijo de vecino en una colectividad democrática, pluralista y secularizada. Y, lo más importante, los homosexuales, en su lucha por la diversidad sexual y genérica, beben exigir que los gobiernos legalicen la unión de personas del mismo sexo y deben dejar de esconderse como ratas espantadas en el clóset. Si ellos cambian de actitud y dan la cara, entonces lo demás vendrá por añadidura, se derrumbarán los muros de la discriminación y los prejuicios. -Es verdad -le dije-. Hay todavía mucho prejuicio en la sociedad machista y conservadora. La gente cree que la homosexualidad es contraria a la moral y a lo normal. Sostienen que es una perversión, una enfermedad o un castigo divino. Algunos los tratan como si fuesen un aborto de la naturaleza y otros como si fuesen los engendros del demonio. No en vano los religiosos fanáticos, en su confrontación contra las "fuerzas oscuras" y en procura de "evitar que la sangre de Satanás fluya a través de la Iglesia de Dios", oran de sol a sol rogando que se purifique el espíritu y la carne de los homosexuales, quienes, según los fanáticos, deben ser salvados de tu tentación satánica, de tu imagen maligna que incluso se disfraza de hembra para instar a cometer el pecado de la carne.

El Tío hizo chispear los ojos y se retorció en una sonora carcajada que, de seguro, se oyó hasta en el Vaticano. Me quedé desconcertado por un instante. No sabía qué decirle, hasta que de pronto se me ocurrió la idea de mencionarle algunos pasajes de la Biblia, en los cuales se condena el comportamiento homosexual.

Me atravesó con su mirada de fuego y dijo:

-En la Biblia, como en las enciclopedias, hay de todo un poco, incluso personajes y situaciones inexplicables como en las obras del realismo mágico de García Márquez. Los curas hablan y hablan, pero a veces hablan puras macanas, como cuando hicieron creer que el SIDA es un castigo divino, un signo de perversión y no sé cuántas burradas más. Pero no es raro, ya durante la Inquisición y el oscurantismo de la Edad Media, se condenó los avances de la ciencia, como intentando tapar el sol con un dedo; se condenó a Copérnico por haber negado que la Tierra fuera el centro del universo, a Galileo Galilei por haber descubierto otros cuerpos celestes en la Vía Láctea; se echó en la hoguera a las mujeres de "mala vida" y se torturó a los hombres que, por su actitud rebelde contra el autoritarismo del clero, fueron acusados de herejía y de sostener pactos secretos conmigo; cuando en realidad, yo no tenía ni arte ni parte en estos asuntos ajenos a mi dominio. La fobia de los curas contra la brujería llegó a extremos absurdos como cuando se mató gente por el simple hecho de ser zurda o comer carne en sábado.

-Hablando en pepas -dije-. De veras que tú no crees que sea anormal que un hombre desee a otro hombre y una mujer a otra mujer, si se dice que Dio creó sólo una pareja en el Edén, macho y hembra los creo. Y después les dijo: sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla...

-Palabras, puras palabras -replicó el Tío-. Primero, el hombre no existe en la Tierra por creación divina sino por evolución; y segundo, los homosexuales han existido desde siempre, desde que el mundo es mundo y desde que el infierno es infierno. ¡Qué carachos! Si le metemos pluma a la Biblia, diríamos que la existencia de la homosexualidad no desapareció ni siquiera con el diluvio ni pudo ser evitada por Noé, en cuya arca se filtraron seres andróginos, aunque Dios le ordenó que sólo dejara entrar a cada animal macho con su pareja, recomendándole bien clarito: De todos los animales puros toma contigo siete parejas, macho y hembra, y de los animales impuros una pareja, macho y hembra. También de los volátiles toma siete parejas, macho y hembra, para perpetuar su descendencia sobre toda la Tierra, porque dentro de siete días haré llover cuarenta días y cuarenta noches y borraré de la faz de la Tierra a todos los seres que hice. Y, como es de suponer, así Dios no creó a un ser mitad macho y mitad hembra, éste ya existía en algún recoveco de la Tierra y se metió en el arca de Noé, ¡quién sabe por dónde! Pero a mí que no me vengan los curas ni los falsos profetas con el cuento de que yo, en mi afán de sabotear los planes de Dios y crear un caos sexual, procuré el contrabando de un mariquita y una marimacho, pues lo cierto es que en este asunto, como ya te dije, no tengo ni arte ni parte.

Como es natural, tras su magistral retórica, me quedé pensando en que había algo de cierto en las afirmaciones del Tío. Los homosexuales no desaparecieron de la faz de la Tierra por mucho de que Dios lo intentó. Se salvaron del diluvio, del fuego y del azufre que arrasó Sodoma y Gomorra, y de la destrucción de Nínive y Babilonia.

Segundos más tarde salí de mis cavilaciones y, resignado a retomar el tema de la marcha del orgullo gay, le dije:

-Lo cierto es que no te vi en la marcha, ni batiendo tus polleras al aire ni haciendo flamear la wiphala en los cielos de Estocolmo...

-Estarías mamado y durmiendo, pues -replicó sonriente y luego acotó-: Lo único cierto es que no me transformé en k'achachola ni asistí a la marcha del orgullo gay. Sólo fue una invención mía para tomarles el pelo a los hipócritas que, siendo más papista que el Papa, se hacen los liberales y revolucionarios. Con mis palabras, más encendidas que el fuego que Dios dejó caer sobre Sodoma y Gomorra, a unos les eché un poco de sal en la herida y a otros les puse el dedo en la llaga. ¿Qué te parece? ¿Qué te parece, eh?...

Glosario

K'achachola: Chola hermosa.

Tío: Dios y diablo de la mitología andina. Los mineros le temen y le rinde pleitesía, ofrendándole hojas de coca, cigarrillos y aguardiente.

Wiphala: Bandera cuadrangular de siete colores que, además de simbolizar el arco iris, es el emblema étnico de los aymaras y quechuas.

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