A propósito de la muerte de seis bolivianos

La única verdad es la realidad

Publicado el: abril 7, 2006 4 min. + -
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Alberto Buela (*)Hace unos días asumió con el título rimbombante de Gobernador de la Ciudad de Buenos Aires el periodista Jorge Telerman quien en un elaborado discurso cautivó a las mentes porteñas más progresistas. Le faltó decir nada más que bajo su mandato: ? sólo se prohibe ser infeliz a los porteños?.

En su discurso de asunción reconoció prontamente que su gobierno nacía a partir de la ruinas de Cromagnon y sus 194 jóvenes muertos. Quince días después, cosechó Telerman sus primeros seis muertos, cinco niños y un mayor.

Estas muertes dolorosas por inútiles e injustas muestran la estructura esquizofrénica de la sociedad argentina. Una sociedad partida en dos. Entre los que tienen el poder y usufructúan del sistema político partidario y el pueblo llano, que se jode y se jode todos los días y a toda hora.

Así, mientras estos seis bolivianos morían carbonizados en una fábrica de ropa propiedad de unos judíos Fisherman, que los tenían en estado de esclavitud y carcelario(no pudieron escapar del fuego del incendio porque estaban detrás de rejas cerradas con candado). A menos de 50 cuadras(5 km) la reina de Holanda, la princesa Máxima y el presidente Kirchner peroraban sobre las ventajas de la democracia postmoderna, progresista y la multiplicación ad infinitum de los derechos humanos.

Derechos humanos gloriados por todos ellos, pero que no lejos de allí, no eran considerados para con los hermanos bolivianos a quienes se les quitó el primero de los derechos humanos: el derecho a la vida.

Todos los medios masivos de comunicación se cuidaron muy bien de no mencionar a los dueños de semejante cárcel clandestina. Seguro que si se hubieran apellidado Fernández o González los hubieran hecho trizas. Pero no, como son unos hermanos Fisherman que tienen varias tejedurías en la Capital Federal, de ellos no se puede decir nada: No sea cosa que se nos acuse de antisemitismo.

Es decir que Telerman no sólo tiene que cargar con la muerte injusta y cruel de seis bolivianos sino que además tiene que transformar estas muertes en vergonzantes, porque como máxima autoridad política de Buenos Aires no puede acusar a los verdaderos responsables de dichas muertes.

Los medios se van a ocupar en estos días del tema en forma profusa, hablando de los trabajadores de “cama caliente”, del trabajo esclavo en Buenos Aires donde hay más de 500 talleres tipo cárcel que funcionan con total desparpajo. Esto lo denunciamos nosotros ya en el año 1988 con un pedido de informes al ejecutivo realizado por el diputado Díaz Bancalari. Y el ejecutivo de entonces no dijo nada.

Los medios nos van a llenar de datos y cifras y mostraran algunas imágenes lamentables pero no van a hablar acerca de los dueños y responsables de estos verdaderos “campos de concentración en miniatura”. De eso no van a hablar porque la industria textil en Argentina está en manos de los más inescrupulosos sátrapas del género humano.

Me alzo indignado ante tamaña injusticia y reclamo, con los títulos que me da mi pertenencia insobornable al Movimiento Obrero Organizado desde hace más de treinta años, por mis hermanos trabajadores bolivianos para que se haga justicia con ellos, y que caiga quien deba caer.

Y reclamo a las Confederaciones Centrales de Trabajadores de Argentina y Bolivia que intervengan sin falsos pudores ni miedos previos para que se termine con la explotación a mansalva de los hombres, mujeres y niños bolivanos en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires.

No nos llenemos la boca con muchos derechos humanos, hagamos el menos respetar el primero y fundamental: el derecho a la vida para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino, como dice el preámbulo de nuestra Constitución Nacional.

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