La hegemonía bloqueada

Publicado el: octubre 16, 2003 4 min. + -
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La hegemonía bloqueada Erick R. Torrico Villanueva Más allá de la protesta, la violencia, el luto y los empecinamientos de diferente signo que Bolivia está sufriendo en estos días, conviene volcar la mirada a lo que puede sobrevenir inmediatamente.

La hegemonía bloqueada

Erick R. Torrico Villanueva

Más allá de la protesta, la violencia, el luto y los empecinamientos de diferente signo que Bolivia está sufriendo en estos días, conviene volcar la mirada a lo que puede sobrevenir inmediatamente.

Ya con las movilizaciones sociales de abril y septiembre del año 2000 había quedado claro que la naturaleza, los límites y las posibilidades del Estado de 1985 estaban en proceso de desestructuración, hecho que fue ratificado con las otras que tuvieron lugar en febrero del presente año. Sin embargo, ni el anterior gobierno ni el actual tomaron en cuenta esas señales de advertencia y continuaron impasibles sus administraciones. La oposición tampoco se ocupó de construir ninguna línea de acción programática.

La insatisfacción social, en ese trayecto, recibió nuevos y grandes estímulos, como la reproducción de la ilegitimidad de la coalición oficialista, la descarada repartición sectaria de los espacios y recursos de poder, la multiplicación cínica de la corrupción, la sordera ante las demandas colectivas y la consiguiente separación entre representantes y representados, irreparable en la actual relación de fuerzas.

Todo ello condujo a que la percepción pública reuniera en un mismo saco el carácter marginalizante y depredador del "Estado de Derecho", el sentido formal del sistema político y de partidos, la ineficiencia de las instituciones, la podredumbre de los principales actores políticos y el deterioro creciente de las condiciones de vida de la mayoría, a la vez que llevó a que encontrara en el proyecto de exportación de gas natural al mercado estadounidense ?por la más probable vía de un puerto chileno? un núcleo articulador de la resistencia y las múltiples demandas largamente acumuladas.

En consecuencia, y desde hace bastante tiempo, lo sucedido en las últimas semanas y particularmente en los últimos días era más bien fácil de predecir, aunque quizá nadie imaginó los verdaderos contornos que iban a alcanzar los acontecimientos. No obstante, otra vez el gobierno se desentendió de los anuncios sin siquiera empezar a plantear caminos de solución; sólo dejó que las cosas ocurrieran.

Llegados a las circunstancias actuales, es evidente que la hegemonía neoliberal que en agosto de 1985 sustituyó a la para entonces ya agotada del nacionalismo revolucionario ha llegado a su término y, con ella, la presencia de sus protagonistas principales y secundarios. Así, lo que pudo haber sido una suerte de transición está a punto de convertirse en una expulsión.

De todas maneras, esta situación de precipitada descomposición del modelo estatal democrático y de los principios de orden que instaló la nueva derecha aquel año halla al país en un estado de vacío de alternativas capaz de generar una prolongada inestabilidad.

La significativa rearticulación temática alcanzada en la coyuntura actual por el movimiento popular carece, en los hechos, de dirección política, liderazgo y organicidad, aparte de que está inserta en un cuadro de condiciones internas (diversidad de intereses regionales y sectoriales) y externas (presiones bi y multilaterales) que no le son favorables, por lo cual no es dable pensarla, en el corto plazo, como un proyecto viable de nueva totalización.

A su vez, el polo neoconservador moderado ?que puede tender a radicalizarse? tampoco posee la aptitud ni la credibilidad para aportar alguna salida distinta de las hasta ahora ensayadas con escasos frutos.

No se advierte entonces, en el horizonte próximo, la probabilidad de una recomposición hegemónica cierta y menos todavía de una que se incline al polo opuesto del que comandó la vida nacional bajo la "Nueva Política Económica" y su posterior flexibilización. De esto habría que tomar nota, por cuanto justamente hace 21 años el movimiento obrero y popular desperdició la oportunidad histórica que le abrió el establecimiento de la democracia.

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