El miedo y los bloqueos

Publicado el: octubre 4, 2003 4 min. + -
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El miedo y los bloqueos Jaime Durán Chuquimia La antesala de las dictaduras es el miedo. En momentos así, las clases medias temerosas de las consecuencias que puede acarrear el levantamiento popular piden a gritos que el gobierno intervenga poniendo orden (recuerdese lo que ocurrió el 13 de febrero cuando un desquiciado locutor de televisión imploraba que las fuerzas del orden acudan a la fábrica Embol, petición aceptada que derivo en más de un muerto). El gobierno aterrado defiende, hasta las últimas consecuencias, el poder, aún sacrificando muchas vidas.

El miedo y los bloqueos

Jaime Durán Chuquimia

La antesala de las dictaduras es el miedo. En momentos así, las clases medias temerosas de las consecuencias que puede acarrear el levantamiento popular piden a gritos que el gobierno intervenga poniendo orden (recuerdese lo que ocurrió el 13 de febrero cuando un desquiciado locutor de televisión imploraba que las fuerzas del orden acudan a la fábrica Embol, petición aceptada que derivo en más de un muerto). El gobierno aterrado defiende, hasta las últimas consecuencias, el poder, aún sacrificando muchas vidas.

La apuesta del actual gobierno parece inclinarse a este lado. Ver amanecer dos ciudades, La Paz y El Alto, completamente sitiadas por los militares. Cerrar por dos días la Universidad Mayor de San Andrés en nombre de la paz y el orden. Muestran un lado autoritario que no contribuye al progreso del país. Sin embargo, en esta ocasión deseo llamar la atención sobre otro tipo de dictadura, no menos peligrosa y autoritaria: la sindical.

El jueves 2 de octubre, durante el paro cívico en la ciudad de El Alto. Los ciudadanos de esta urbe sufrieron los peores atropellos que puedan hacerse en nombre de nobles causas. Los dirigentes de la Central Obrera Departamental (COD) y de la Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) cual paramilitares nacionalsocialistas, obligaban a todo aquel que haya osado no acatar la huelga a cerrar sus actividades. Dicho cierre muchas veces se resumía a acomodar los awayos, nylones y guardar la comida y los refrescos que no se venderían aquel día.

En medio de gritos y agresiones. Me imagino lo difícil que ha debido ser, a la vendedora de jugos de la calle 12 de Octubre de la Ceja, entender los motivos de la huelga. Le increpaban en el rostro que ella no tenia patria, que como iba a permitir que los gringos se lleven el gas. Tal vea sea porque era más conciente que así se venda o no el gas, por puertos chilenos o peruanos, ella seguiría vendiendo jugos a un Boliviano. No obstante, lagrimas más o menos por la perdida de la venta del día. Eso no impidió que un fogoso secretario ejecutivo de la COD anunciase triunfalmente que "ni un gusano ha pasado por las calles, ni una mosca ha volado".

Es posible que en este punto se me acuse de ser un propagandista de derecha que no comprende los altos objetivos de la actual huelga obrera y campesina. Pero, aparte del fanatismo creo que es menester hacer algunas preguntas básicas. La primera: ¿Qué tipo de democracia es la que queremos? Es cierto que uno de los principios para construirla es la obediencia a las mayorías, pero ¿Acaso no es menos importante el derecho a disentir de las minorías? ¿Cuál es la autoridad moral que permitía que los dirigentes obliguen a sencillas vendedoras a cerrar sus puestos?

No se si lo que digo tendrá algún valor para dirigentes acostumbrados al autoritarismo. Empero, estoy seguro que como yo, existen personas que valoran la democracia más allá del discurso. A ellas las invito a que hagan escuchar su voz. Levantarnos en armas, no podemos, porque iría en contra de nuestros principios. Así ante el autoritarismo de izquierda y derecha sólo nos queda la palabra sensata.

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