"Guerra del Gas": la revancha del gobierno

Publicado el: octubre 1, 2003 4 min. + -

"Guerra del Gas": la revancha del gobierno Fernando Luis García Yapur Victoria o muerte, así de simple resulta la ecuación política a la que se ha derivado después del compás de espera y el fracaso del denominado Reencuentro Nacional impulsado por la Iglesia Católica. Cualquiera que sea el resultado de la "guerra", lo cierto es que nos encontramos frente al fracaso de la política como medio de consecución de acuerdos. El retorno de la cultura de suma cero, de enemistad absoluta, donde una voluntad debe imponerse sobre otra es, al parecer para los actores involucrados, la única posibilidad de resolución del conflicto.

"Guerra del Gas": la revancha del gobierno

Fernando Luis García Yapur

El denominado Estado Mayor del Pueblo ha convocado a la población a participar en la marcha de protesta del 19 de septiembre por la venta del gas. Marcha que posiblemente es el inicio de una nueva confrontación bélica entre la sociedad y el gobierno. Muchos afirman que del resultado de esta marcha dependerá el futuro del campo político.

Victoria o muerte, así de simple resulta la ecuación política a la que se ha derivado después del compás de espera y el fracaso del denominado Reencuentro Nacional impulsado por la Iglesia Católica. Cualquiera que sea el resultado de la "guerra", lo cierto es que nos encontramos frente al fracaso de la política como medio de consecución de acuerdos. El retorno de la cultura de suma cero, de enemistad absoluta, donde una voluntad debe imponerse sobre otra es, al parecer para los actores involucrados, la única posibilidad de resolución del conflicto.

Muchos ciudadanos deben preguntarse ¿cómo hemos, nuevamente llegado al mismo punto de hace ocho meses?, ¿no hemos aprendido nada de los sucesos de enero y febrero de este año?, ¿de nada sirvió la cantidad de muertos?, ¿quiénes son los que inviabilizan a la política en la construcción de acuerdos?.

Vale hacer un recuento para tratar de responder a estas interrogantes. Después de febrero, el gobierno se ha empeñado en olvidar esos sucesos, la autocrítica se ha reducido a nada, a pesar de la preocupación del vicepresidente de la República quien ha señalado que "posiblemente estemos frente a un crisis del Estado" y, por ello, debiera repensarse muchas cosas. Por parte de la acción gubernamental, oídos sordos, la crisis es tan sólo de orden económico y, la solución es administrativa, estratégica y técnica.

Los problemas políticos y sociales, para el gobierno, si bien son expresión de la crisis económica, su solución en el corto plazo es vía la derrota de la oposición y la desestructuración de los movimientos sociales, mediante la imposición de la autoridad del Estado y la implantación del "imperio de la Ley". Por ello, demandan agilidad en la toma decisiones y mayor fuerza en el ejercicio de la autoridad política. La toma de decisiones públicas, para ellos, es una atribución innegociable del ejecutivo, del presidente y, de acuerdo a sus percepciones, debe ser impuesta como señal de consecución de estabilidad; donde el respaldo discursivo, es nada menos que la facticidad del orden legal.

Así, han logrado con la venia y quizás presión de la embajada norteamericana, el acuerdo entre los miembros de la clase política. Una megacoalición sin precedentes en la historia de la democracia boliviana. Unidad para generar agilidad en la toma de decisiones. Donde las decisiones urgentes son: primero, las que estabilizan la situación económica y resuelven el déficit fiscal del aparato gubernamental que ya alcanzo la cifra del 9%, y; segundo, las que permitan iniciar el proceso de recuperación del modelo económico, vía la adquisición de créditos anticipados por los recursos del negocio del gas. Dos temas que ya tienen un marco legal aprobado: el nuevo código tributario y la Ley de hidrocarburos.

El presidente ha declarado que hará cumplir las Leyes y, por otra, machaconamente, que hará respetar el "régimen constitucional"; es decir, la autoridad política del gobierno, no importa lo que suceda. Para hacer efectiva estas decisiones, el gobierno se apoya en la FFAA, la policía y, en el compromiso de las fuerzas políticas que lo sustentan. No hay nada que negociar ni validar, las decisiones deben tomarse y continuar a pesar de la bulla y el descontento.

Así, el campo político se ha reducido nuevamente a actores formales belicistas, circunscriptos en la órbita estatal y del sistema político. La apuesta es por la revancha: la victoria de una voluntad que niega constante y tercamente a la sociedad civil. Ella, al parecer, para los miembros del gobierno, no existe.

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