En el mundo hay 215 millones de menores trabajadores; dos millones sobreviven en ocho países centroamericanos
Trabajo infantil, la dignidad golpeada
Panamá (PL).- América Latina en su conjunto tiene más de 15 millones de niños entre 5 y 14 años de edad trabajando, pero en el mundo hay 215 millones y de ellos 115 millones en trabajos muy peligrosos. Solo en ocho países centroamericanos hay más de dos millones de niños trabajadores.
Los ministros de Trabajo de Panamá, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Belice participaron en el IV Encuentro Internacional Contra el Trabajo Infantil, realizado en Panamá bajo el lema “Aportes a la eliminación del trabajo infantil en América. Un Camino hacia la Conferencia Mundial 2013”.
La reunión en Ciudad de Panamá para examinar las experiencias exitosas en la prevención y erradicación del trabajo infantil en la subregión apremiaba, pues en esos ocho países se concentran más de dos millones de niños trabajadores, alrededor del 15% de la totalidad de Latinoamérica y el Caribe, con lo cual rompen todos los esquemas de legalidad laboral estipulados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
América Latina en su conjunto tiene más de 15 millones de niños entre 5 y 14 años de edad trabajando, y en el mundo hay 215 millones, de los cuales 115 millones realizan trabajos muy peligrosos, que son los primeros que se quieren eliminar antes de 2015. (1)
Para lograr sus metas, es decir erradicar el trabajo infantil en sus peores formas primero, y más tarde antes de 2020 todas las formas de explotación, la OIT propuso crear una hoja de ruta subregional centroamericana compuesta, a su vez, por hojas de ruta nacionales.
La subregional forma parte, al mismo tiempo, de la internacional concebida y aprobada en la última Conferencia Mundial sobre Trabajo Infantil realizada en La Haya en mayo de 2010, y a la cual la OIT le ha venido dando seguimiento sistemático mediante convenios y otros mecanismos de control.
En la reunión de Panamá los ministros realizaron un fructífero intercambio de experiencias con la finalidad de tratar de adaptar a sus hojas de ruta respectivas las buenas prácticas de cada uno de sus socios y ajustar los compromisos individuales en el cumplimiento de las metas globales.
Uno de los aspectos que más resaltaron los asistentes al evento es que siete de los ocho países que integran el bloque subregional han cumplido el mandato de tener actualizadas sus estadísticas cada dos años respecto de la población infantil sometida al rigor del trabajo pernicioso y peligroso, categorizado como el de peor forma, además del resto de los modos de explotación.
El único de los ocho países que no tiene cumplido ese ítem es Belice, aunque se reconoció en la reunión que está en camino de lograrlo. Para la OIT esa circunstancia permite que la subregión pueda participar como un bloque en la III Conferencia Mundial sobre Trabajo Infantil que se realizará en Brasil en octubre de 2013.
En una entrevista con Prensa Latina, el director de ese frente en la Oficina de Países de la OIT Virgilio Levaggini explicó que se hacía inexcusable la redacción de un documento que recoja los resultados de los estudios y la práctica sobre las tendencias, dimensiones y características del trabajo infantil en Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Honduras, Belice, Panamá y República Dominicana, como insumo de la subregión para la Conferencia de Brasil.
Levaggini le propuso a las primeras damas de la subregión que acunaran la idea de formar un grupo de trabajo que elaboraría los documentos en un breve plazo, antes de fin de este año, de manera que ellas puedan convocar a una reunión para principios de 2013 con el objetivo llamar la atención internacional no solamente en la problemática del trabajo infantil per sé, sino en los esfuerzos que están haciendo esos países, juntos o separados, para combatir el trabajo infantil tanto en sus peores formas como en las más toleradas.
La proposición tuvo eco entre los ministros, pues en la Declaración de compromisos aprobada al final de la reunión, la adoptaron como uno de los acuerdos a ejecutar en lo inmediato, aunque no se precisan los detalles ni se menciona algún cronograma de ejecución. Los ministros también hicieron énfasis en la urgencia de fortalecer y desarrollar sistemas nacionales de seguimiento y monitoreo para el avance de las hojas de rutas nacionales y subregionales, y hacer los reajustes pertinentes para reorientar las estrategias.
Al margen de esos aspectos prácticos y de coordinación necesario, Levaggini admitió que es impostergable hacer un énfasis mayor en la aceleración del aumento de los ingresos de los padres y todos los jefes y jefas de hogar, porque la semilla de trabajo infantil se encuentra en la pobreza. Lo importante, dijo, es el combate contra la pobreza y para que esa lucha fructifique y tenga resultados sustentables hay que crear fuentes de trabajo decente para todos y todas que respeten los derechos fundamentales laborales y de la persona, esencialmente la libertad sindical.
Es necesario que exista un trabajo que promueva el acceso a la seguridad social, señaló, al expresar que no puede ser que en América Latina más del 50% de la población esté en la informalidad donde solamente se puede aspirar a sobrevivir y no a progresar como ocurre con quienes trabajan en la formalidad. Y en ese esquema los más perjudicados son las niñas y los niños.
La reunión de Panamá optó por emitir una declaración con una estructura muy interesante, pues luego de mencionar los aspectos generales del problema, concluyó con un inventario, país por país, de los compromisos concretos que deben cumplir antes de la cita de octubre en Brasil.
Para la subregión es mucho más factible hacerlo de ese modo pues las características y dimensiones del trabajo infantil son diferentes en cada uno de ellos. Si Panamá con unos tres millones y medio de habitantes tiene censados poco más de 60 mil niñas y niños trabajadores, Guatemala en cambio tiene más de un millón en esa situación, y otros 300 mil realizan tareas no remuneradas en sus hogares. (2)
La victoria en la tarea de erradicar el trabajo infantil no depende solamente de los gobiernos, sino también llevan una buena parte en ello el sector empresarial, pues si estos no admiten en sus nóminas laborales empleados por debajo de la edad límite jurídicamente aceptada, el perfil del problema baja, de allí que en la reunión de Panamá se firmara un acuerdo con más de un centenar de empresas en ese sentido.
Las raíces más profundas del trabajo infantil
El tiempo avanza y se agota el plazo para los gobiernos de llegar a la III Conferencia Global sobre Trabajo Infantil Brasil 2013, con las hojas de ruta cumplidas para la erradicación de sus peores formas como prostitución, tráfico de drogas y conflictos armados. La OIT no oculta que se trata de una tarea titánica.
La OIT considera que en medio de la desidia se nota cierto avance en esa batalla a partir de una mejora en la información y controles de la masa laboral infantil que permite elaborar con más efectividad las hojas de ruta para erradicar el trabajo peligroso en 2016, y posteriormente abocarse a su eliminación total.
Sin embargo, en las dos reuniones regional y subregional casi consecutivas que se han realizado en agosto y octubre en Panamá, se pudo constatar que si bien en América Latina y el Caribe se ha registrado una disminución del trabajo infantil en los últimos años, las políticas públicas para prevenirlo y erradicarlo son poco eficientes.
La principal observación de la OIT es que los gobiernos aún no garantizan los fondos necesarios para llevarlas adelante de manera sostenida. En el caso de esta región, la Organización calcula que un total de 14 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años siguen trabajando, y lo peor es que la mayor parte, 9,4 millones, lo hacen realizando trabajos peligrosos y en las peores formas, como la prostitución, tráfico de drogas y conflictos armados.
Elena Motobbio, coordinadora para América Latina del Programa Internacional para la erradicación del trabajo infantil de la OIT, que participó en las reuniones de Panamá, aseguró que en estos últimos 20 años se han reportado logros, el principal de ellos que se ha logrado colocar el tema en las agendas públicas de los gobiernos, pero no han podido ser implementadas con éxito precisamente por la limitación de recursos económicos estatales y su asignación de manera sostenida.
De ponerse en peligro el cumplimiento de las metas hacia el 2016 por tropiezos en las hojas de ruta nacionales, Motobbio es del criterio que es necesario declarar en estado de emergencia el trabajo infantil en Latinoamérica.
En la reunión de octubre en Panamá los ministros de Trabajo y Educación y expertos de entidades oficiales y de grupos no gubernamentales de Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Belice, la República Dominicana y Panamá, así como de los gobiernos de México y Brasil, insistieron en la necesidad de cumplir las hojas de ruta y llegar con ese aval al encuentro de Brasil del año que viene.
El gobierno panameño coincidió con los expertos en la necesidad de realizar un esfuerzo conjunto y dar seguimiento al Plan de Acción de las Hojas de Rutas Nacionales como instrumento rector que define el marco estratégico para alcanzar las metas establecidas. Lo más importante que hasta ahora ha definido la OIT es la doble relación de causalidad entre el trabajo infantil y la pobreza.
Los niños, niñas y adolescentes que trabajan pertenecen principalmente a hogares con las mayores privaciones, y la incorporación temprana al trabajo limita sus posibilidades para que logren un pleno desarrollo. A ese proceso le llama pobreza inter generacional.
En el caso específico de Centroamérica donde hay localizados poco más de dos millones de niños trabajadores, en la reunión ministerial de agosto se adoptaron los compromisos individuales del grupo de nueve naciones, incluidas Belice, República Dominicana y Panamá.
En el caso de Belice se planteó lograr una integración más efectiva sobre las preocupaciones relativas al trabajo infantil y completar un plan estratégico de acción, mientras Costa Rica se comprometió a dar seguimiento al Plan de Acción de su hoja de ruta. El Salvador cumplirá metas políticas hemisféricas y de la Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo, y reforzará la inspección del trabajo. Guatemala incluirá los indicadores de trabajo infantil en los programas sociales y enfatizará también en la inspección para detectar explotación infantil.
Honduras incidirá en la asignación presupuestaria para la implementación de la política nacional contra ese problema mientras que Nicaragua seguirá impulsando las acciones que hasta ahora ha venido ejecutando con éxito. Adicionalmente hará esfuerzos para que se instale el Consejo de Ministros del Trabajo del Sistema de Integración de Centro América y coordinar acciones regionales.
Panamá hará efectiva la ejecución de la programación de su hoja de ruta y República Dominicana impulsará el programa nacional de trabajo decente, promoviendo el incremento de las oportunidades de empleo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.
Notas:
1. Solo como ejemplo, se estima que más de millón y medio de niños y adolescentes colombianos de entre cuatro y 14 años ejerce alguna actividad laboral, un incremento del 6,2% en relación con el 9,2% de tres años atrás. El total de la población de ese rango de edad asciende a 11,2 millones, con 15,4% dedicado a diversos renglones ocupacionales, entre ellos la esfera doméstica (limpieza, mandados, mantenimiento), reveló una encuesta del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane). De esa cifra, el 23% no asiste a ningún centro de enseñanza, el 10,7% labora en las ciudades y el 19,1% en las zonas rurales. Las ciudades con mayor densidad de trabajo infantil son Montería (18,1%) y Bucaramanga (14,4%). En contraste, Santa Marta y Sincelejo, son las dos urbes donde menos se presenta este fenómeno. El ministro de Trabajo Rafael Pardo aseguró que el Estado busca retirar del mercado laboral en los próximos dos años a 635 mil menores.
2. Uno de cada 10 niños de El Salvador se ven obligados a trabajar. Son casi 190 mil pequeños que tampoco asisten a la escuela porque laboran o lo hacen cansados y pocos motivados, de acuerdo con un estudio de la OIT. Los ejemplos los vemos más cotidianamente debajo de los semáforos haciendo malabares, limpiando vidrios, vendiendo flores o dulces, pidiendo monedas o también en los mercados y plazas públicas, aseguró René Vargas, de la DIGESTYC. De acuerdo con el estudio, de los pequeños que se ven obligados a trabajar, 73 mil lo hacen en zonas urbanas y 115 mil en las rurales, y de ellos 132.464 son niños y 55.879 niñas.
* Corresponsal de Prensa Latina en Panamá.