Democracia en transición

Publicado el: 2003-10-19 0 min. + -
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"LA GUERRA DEL GAS" EN BOLIVIA Democracia en transición Erick R. Torrico Villanueva Del problema de la existencia de un gobierno legal pero ilegítimo y sin propuesta programática Bolivia ha pasado ayer viernes 17 al de la existencia de un gobierno mínimo y de emergencia para un programa máximo.

"LA GUERRA DEL GAS" EN BOLIVIA

Democracia en transición

Erick R. Torrico Villanueva

Del problema de la existencia de un gobierno legal pero ilegítimo y sin propuesta programática Bolivia ha pasado ayer viernes 17 al de la existencia de un gobierno mínimo y de emergencia para un programa máximo.

Las tareas inconclusas que ha heredado de la frustrada gestión presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada y los desafíos que le han sido encomendados por los caudillos de las recientes movilizaciones políticas, sindicales y sociales componen un cuadro de suficiente complejidad como para que el nuevo gobernante, Carlos Mesa Gisbert, tenga al frente un horizonte que será decisivo para la vida nacional.

A ello se suman tanto la explosión de exigencias maximalistas como la salida a la superficie de las tensiones étnicas, clasistas y regionales que resultaron reavivadas por los últimos acontecimientos y, por lo ya visto, son tendencialmente violentas.

Y el difícil escenario político, del que no hay que descartar las presiones internacionales (estadounidenses, en particular), se completa con la explícita desvinculación del poder ejecutivo en actual conformación respecto de las organizaciones partidarias y, por tanto, de las fuerzas que constituyen el legislativo.

Tal vez este último hecho ?que es histórico en sí mismo, porque esta es la primera vez en la vida democrática del país en que los poderes del Estado serán efectivamente independientes uno del otro? deba ser valorado en su forma, pero sin duda incidirá con mucha fuerza en el desenvolvimiento práctico gubernamental.

Si algo representa el gobierno de Mesa Gisbert es la esperanza ciudadana de que la administración pública adquiera transparencia y eficiencia, las demandas acumuladas comiencen a ser atendidas y se encuentre un rumbo viable para la solución de la recesión económica y las necesidades sociales que afectan a la mayoría de la población.

En una comparación retrospectiva, el momento presente se asemeja al registrado hace 21 años, cuando fue reinstalado el proceso democrático en Bolivia: la expectativa colectiva era muy alta mientras el gobierno era congénitamente débil. El entonces presidente Hernán Siles Zuazo ?que de todos modos contaba con un cierto respaldo parlamentario? fue sometido al fuego cruzado de los empresarios, los trabajadores y los políticos, hasta que tuvo que interrumpir su mandato constitucional y adelantar las elecciones generales ante el descontrol en que cayó la economía y la protesta social.

Ahora se tiene un compromiso inicial para que un acorralamiento de ese tipo no se produzca, al menos durante un lapso indeterminado considerado "de tregua", pero se puede asegurar que no será posible que el presidente Mesa ejecute el programa que le ha sido encargado por las circunstancias sin que tenga que tomar en cuenta la correlación de fuerzas políticas y sindicales, así como la de diversos sectores de la sociedad y de las propias instituciones coercitivas.

No es dable, en los hechos, que el régimen democrático funcione y se sostenga en base a una suerte de "pacto de caballeros" o a una ansiada conducta racional de los actores que participan en él, y peor aún si la agenda que el gobierno está obligado a cumplir implica cuestiones estructurales como el rediseño de la carta constitucional, la sustitución de las reglas económicas vigentes y la definición de un proyecto gasífero vital para el país, todas las cuales alimentarán inevitablemente la confrontación.

La democracia boliviana está siendo impulsada a un período de transición del que se espera salga fortalecida y ampliada; por ello, también es deseable que los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones de la sociedad asuman su responsabilidad histórica con la mayor madurez y consideren el carácter igualmente transicional del nuevo gobierno. Cualquier paso en falso, de cualesquiera de los involucrados, casi podría significar un golpe de muerte.

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