Inseguridad y violencia
Bolivia y el cerco alteño a Goni Inseguridad y violencia Edgar Ramos (SDI), especial para Bolpress A casi una semana de haber comenzado el "paro cívico-movilizado e indefinido" de El Alto, la calma es muy tensa de cuando en cuando. Tras los disparos y gasificación, la gente a parapeta en esquinas. La tercera ciudad boliviana en cantidad de habitantes (casi un millón de personas) es la más insegura porque las fuerzas del orden ya no están en los barrios y solo controlan el acceso al aeropuerto y a la Autopista que va a La Paz.
Bolivia y el cerco alteño a Goni
Inseguridad y violencia
Edgar Ramos (SDI), especial para Bolpress
A casi una semana de haber comenzado el "paro cívico-movilizado e indefinido" de El Alto, la calma es muy tensa de cuando en cuando. Tras los disparos y gasificación, la gente a parapeta en esquinas. La tercera ciudad boliviana en cantidad de habitantes (casi un millón de personas) es la más insegura porque las fuerzas del orden ya no están en los barrios y solo controlan el acceso al aeropuerto y a la Autopista que va a La Paz.
Incluso en la parte superior de esta troncal vía (la autopista) grupos de jóvenes, especialmente de noche, arrojan piedras a buses, minibuses y vehículos particulares y los obligan a tomar la vía de contra ruta con el fin de llegar cerca de su destino. Muchos de ellos se quedan en el sector del cobro de peaje. No hay paso hacia la Ceja misma.
Los negocios, especialmente los medianos y pequeños solo atinan a abrir media puerta ante la presión de los dirigentes gremiales que les obligan a cerrar sus puertas o, peor, por prevenir un eventual asalto.
Y es que el vandalismo ha hecho presa de la gente. Al no haber control policial, grupos de jovenzuelos recorren, palo en mano, las polvorientas y oscuras calles alteñas. Nadie está libre de un eventual ataque porque otros grupos de jóvenes trasladan piedras hacia el centro de la calle, silban cuando un vehículo aparece o simplemente le arrojan piedras para obligarlos a retornar.
Pero también está el tremor de una intervención militar o policial. La represión del jueves 9 ha dejado huella: El gobierno, los policías y los militares son calificados de asesinos aunque la gente identifica a Goni como el principal responsable de la muerte de inocentes personas.
Paro la forma de responder a esas agresiones no se deja esperar. En una reunión de presidente de zona, alguien sugirió "ubicar y escarmentar" las casas de los policías que viven en El Alto, para que sus familias también sepan lo que es ser reprimido.
En este panorama, los mismos periodistas han visto en peligro su cotidiana actividad. Si la policía agredió físicamente a parlamentarios que se supone tienen inmunidad por Ley, ¿que les puede pasar a simples ciudadanos como los periodistas que por un magro salario se acercan más de lo necesario al escenario de la noticia?
El Alto es, por ahora, la ciudad más insegura de Bolivia.