El continente alterativo
de la transcivilización



Raúl Prada Alcoreza


El continente alterativo de la transcivilización

Raúl Prada Alcoreza

El continente alterativo
de la transcivilización



Raúl Prada Alcoreza


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La pregunta más importante, después de la revisión panorámica de la historia de las civilizaciones euroasiáticas, que comprenden como antecedente las migraciones africanas, es sobre el continente de Abya Yala, continente que parece haber estado oculto, por lo menos a la mirada de los europeos, aunque quizás también de los euroasiáticos. Independientemente del avistamiento y llegada de flotas chinas o, anteriormente, de flotas vikingas, que, en todo caso, no han tenido repercusiones en el continente de Abya Yala. La pregunta es: ¿Qué es este continente desde la perspectiva de la macrohistoria? ¿Por lo tanto, qué había en este continente? ¿Se puede hablar de otra matriz civilizatoria o, en plural, de otras matrices? ¿O, mas bien, de manera diferente, se trata de una alternativa alterativa a las civilizaciones, conteniendo y proyectando otras formas de sociedad, que podemos llamarlas correspondientes a la alteridad transcivilizatoria?

Ciertamente, con la última interpretación, hemos ingresado en el terreno de las hipótesis especulativas históricas, genialógicas, arqueológicas. Sin embargo, abren luces para nuevas interpretaciones, que, de todas maneras, se basan en la información tenida mano, en las revisiones de las informaciones, en los análisis, así como en las discusiones, que han llegado hasta nuestros días, a propósito de la conquista y la colonización, a propósito de la macrohistoria de las civilizaciones, a propósito de la crítica de la economía política, más aún, a propósito de la crítica de la economía política generalizada. Estas hipótesis especulativas tendrán que contrastarse con investigaciones macrohistóricas, arqueológicas, genealógicas, antropológicas, investigaciones correspondientes a las ciencia sociales y a las ciencias humanas, que incluyan las investigaciones lingüística. En el mejor de los casos, avanzar hacia la  investigaciones que tenga una perspectiva compleja, que articule una mirada más completa y dinámica, articulada a lo que llamamos ecológica compleja.

Desde Alaska al estrecho de Magallanes tenemos una variedad grande de lenguas, de pueblos, de formas de sociedad, de vinculaciones variadas con la tierra, con las aguas, con el aire, es decir, estamos ante una gama diferencial de relaciones con los ecosistemas, que se distribuyen en la geografía del continente de Abya Yala. Distanciándonos de esas descripciones esquemáticas y anacrónicas, acostumbradas en la academia, que distinguen sociedades nómadas de sociedades sedentarias, sociedades dispersas y distribuidas en gigantescos territorios de sociedades concentradas en urbes sacerdotales. Podemos dibujar otro panorama de la geografía de los pueblos del continente, teniendo en cuenta, en primer lugar, el carácter confederado de los pueblos. Lo que estamos diciendo es de que, las formas de organización territoriales, que vinculan las relaciones de filiación y las relaciones de alianzas político-territoriales, tienen que ver con la conformación intermitente de las confederaciones. Ahora bien, estas confederaciones pueden adquirir conformaciones rotativas de mandos, acuerdos y pactos o, en su caso, estas confederaciones pueden derivar en proyectos de carácter urbano y sacerdotal, con concentraciones densas de población, conllevando proyectos de mayor control y centralización. Estas últimas formas parecen haberse dado en la meseta mexicana y en los Andes. En cambio, hacia el norte y hacia el sur nos encontramos con pueblos que tienen características más marcadas de confederaciones abiertas, vinculadas a procesos de territorialización. Así mismo, hacia el este de los Andes, en el continente boscoso, selvático y acuático del Amazonas, nos encontramos con pueblos notoriamente vinculados a sus ecosistemas, pueblos que se mueven en territorialidades acuáticas, articuladas por los afluentes de la inmensa cuenca amazónica, conectados por la “serpiente sin ojos” del río Amazonas. Pueblos que se dispersan a lo largo y a lo ancho del espesor amazónico, que terminan conformando no solamente distintas distribuciones étnicas, por así decirlo, sino también desplazando nuevas modalidades lingüísticas. Las actuales investigaciones multidisciplinaria sobre la Amazonia han encontrado que se trata de un continente boscoso, selvático y acuático, en cuyo espesor habrían habitado sociedades altamente vinculadas con sus ciclos vitales. Estamos hablando de sociedades ecológicas, cuyos saberes articulan a las sociedades con los ciclos vitales, las sociedades forman parte los ciclos vitales; se trata de sociedades que han construido canales, lagos artificiales, irrigaciones agrícolas, que administraban el agua con variadas técnicas, inclusive han cultivado los bosques y la selva amazónica. La variedad y la gama de pueblos es proliferante en el continente de Abya Yala; no se puede resumir esta multiplicidad, de ninguna manera, a esquematismo simplones, a los que se han acostumbrado las ciencias sociales, los intérpretes y los historiadores del continente, que se basan fundamentalmente en los cronistas.

Este panorama, a vuelo de pájaro, nos muestra la complejidad de otras formas de vinculación de las sociedades humanas con los ecosistemas, con los ciclos vitales, con el continente llamado Abya Yala, en la lengua Kuna. Es precisamente esta complejidad geográfica y social, esta complejidad ecológica y de variedades de nicho ecológico, así como de estilos de sociedad, la que nos anima a sugerir la hipótesis de que en el continente de Abya Yala se conformó un proyecto de sociedad ecológico, que no tiene que ver con las civilizaciones, sino que, mas bien, tiene un carácter de transcivilización.

 

La guerra de conquista y colonización de la civilización

La aparición de las carabelas en el Caribe fue el comienzo del infierno. Lo que llegó es la civilización enajenada por el fetiche del oro y atrapada en la ilusión del poder. La civilización de la guerra, de las conquistas y de las dinámicas imperiales. La civilización de las religiones del desierto, que legitimaban la dominación absoluta. Aunque Europa ya incursionaba en el renacimiento y después iba a experimentar la ilustración, estos acontecimientos culturales no detuvieron el desenfreno de las violencias demoledoras, contenidas en una civilización patriarcal.

De fines del siglo XV a comienzos del siglo XVI la población nativa de la isla la Española había prácticamente desaparecido; lo mismo pasó en las islas aledañas. La vida cotidiana de las islas cambió drásticamente, del paraíso que encontrarán los españoles, que llegaron con Cristobal Colón, se transfomó en el infierno del trabajo, parecido a la esclavización, por encontrar oro, explotarlo y entregarlo a los señores de la conquista. A esto llaman proceso civilizatorio los apologista de la conquista y colonización europea del continente de Abya Yala.

Lo que viene después va a ser una continuidad de lo ocurrido, el despliegue de la destrucción ecológica, cultural y social de los territorios y sociedades nativas, solo que a una escala mucho mayor; esta vez continental. Sin embargo, a diferencia con lo ocurrido, hasta entonces, en las islas del Caribe, con el arribo a lo que se va a llamar Veracruz y el avance militar, político y de conspiración de alianzas contra los mexicas, hacia Tenochtitlán, va darse lugar el proyecto propiamente de la colonización.

Hay que tener en cuenta lo que podríamos considerar las condiciones de posibilidades históricas-culturales, añadidas a condiciones de posibilidades sociales-económicas, también, no estaría mal, incorporar las condiciones de posibilidades geográficas, dadas antes de la conquista. ¿Cuál es el mundo del conquistador? Él tiene una mirada eurocéntrica de lo que está ocurriendo, mirada devenida de su experiencia dramática, así como de la tragedia de las guerras, recientemente, de la guerra de reconquista contra los moros, cuyo logro mayor se encuentra en la conquista de Granada. Mirada política, mirada del Estado, mirada efectuada desde los campos definidos por los diagramas de poder. Mirada del campo político de entonces, incluso, como hemos dicho, más que política, mirada adulterada por las estructuras de poder, tal como estaban antes de la conquista. Tal como se componían y situaban las sociedades europeas. Sin embargo, como la historia es presentista, la reinventamos desde un presente vivido, debemos tener en cuenta nuestro presente, el de ahora, cuando ya contamos con investigaciones de las estructuras de los ciclos largos, como las hechas por la escuela de los anales y por Fernand Braudel, sobre El Mediterráneo y el mundo del mediterraneo en la época de Felipe II. Estas investigaciones nos sirven al momento de volver a interpretar lo acontecido, para darnos un idea de lo ocuirrido en Europa antes de la conquista.

¿La conquista y la colonización de Abya Yala era un proyecto de la Corona española, de Castilla y Aragón, del rey Felipe y de la reina Isabella, de la corte de la monarquía absoluta ibérica, o, mas bien, era un proyecto privado, que contó con financiamiento privado, o fue un proyecto aventurero, de osados guerreros, que habían participado en la conquista de Granada? Es posible que todas estas alternativas se hayan dado de una manera mezclada. ¿Cuál era la preponderante? En la medida que se revisa lo que ha venido aconteciendo, desde la llegada de las carabelas a lo que va a ser nombrada como la isla Española, después, su expansión a todo el archipiélago, siguiendo el avistamiento y el desembarco en Yucatán, se observa que el mismo proyecto inicial de Colón se va transformando. En plena búsqueda de la ruta hacia las Indias Orientales, por el océano Atlántico, se encuentran, sorprendentemente, con el archipiélago del Caribe, que creían que eran islas anteriores al Asia. Los conquistadores cuando se encuentran con Yucatán, que creen que es una isla, todavía no se dan cuenta que entre Europa y Asia hay todo un continente y otro océano, que va a ser nombrado el Pacífico. Poco a poco, en la medida que avanza la conquista, mas bien, las oleadas de conquista se van dando cuenta que, en realidad, el Yucatán forma parte de un continente. Entonces, podemos concebir todo un conjunto de procesos, de desplazamientos, de despliegues y de recomposiciones de la misma estructura organizativa de lo que podemos llamar la conquista.

No hay que olvidar, en todo este proceso de conquista y de transformación de la misma estructura de la conquista del continente, estructura compuesta, militar, privada, aventurera, eclesiástica, avalada por la Corona, que la transformación implica el trastrocamiento profundo de las sociedades y pueblos nativos, de sus culturas, sus formas de vida, sus propios mapas institucionales. La iglesia, los monjes de la conquista, fueron a nombre de la religión a convertir a los nativos, que, en principio, se consideraron algo parecido a los moros. En la medida que se fueron dando cuenta que son distintos,  que se trata de distintas poblaciones, diferentes pueblos, cualitativamentes distintas sociedades, con diferentes características sociales y, si se quiere, por el momento, civilizatorias. La religión parece haber servido para “legitimar” lo que se perpetraba con la conquista, la toma de posesión de territorios a nombre del rey y de la fe. Mientras todo esto pasaba en el imaginario conquistador, se iban cometiendo atrocidades, avanzaba el exterminio de las poblaciones, tanto por el trastrocamiento de su vida cotidiana como por la violencia perpetrada, no sólo militarmente, sino, sobre todo, por la obligación de trabajar para encontrar oro. Esta violencia transformaba la geografía de la población, así como la geografía humana, aunque también transformaba a los propios conquistadores, puesto que al asistir al despliegue de semejante violencia, la misma los convertía en en despiadados jinetes del apocalipsis.

Así como se dice que los dados estaban echados y había que esperar a leer el resultado, en el número del azar, se puede decir también que las naves estaban echadas y lo que habría que esperar era su llegada a tierra y el desencadenamiento de los desenlaces. Desde la primera expedición de Colón, que llegó primero a la Española, después, a otras islas, hasta la expedición preparada por Hernán Cortés, pasando por la expedición de Francisco Hernández de Córdoba, transcurren tres décadas. En todo este periodo se da lugar a conquistas diferidas en el espacio y en el tiempo, a destrucciones de ecosistemas y de sociedades, al genocidio y etnocidio de los pueblos nativos, al vaciamiento de sus territorios. En las distintas islas, incluyendo a la mayor, la que se va a conocer como Cuba, se dan también asentamientos, además de fundaciones y edificaciones de iglesias, así como al establecimiento de haciendas, basadas en las encomiendas. Por otra parte, no hay que olvidar que, sobretodo se desatan, desbordantes, la explotaciones mineras, que tienen que ver con la búsqueda y la extracción del oro.

La expedición de Cortés cuenta con la gente que ya había experimentado las anteriores expediciones, que tenía experiencia, inclusive había quienes venían de la experiencia militar en el continente de Europa. A diferencia de lo que había ocurrido con Colón, la expedición de Cortés si sabía dónde iba, sabía dónde se encontraba el Yucatán, sabía cuantos días iban a tardar, sabía los problemas que podían encontrar, inclusive también sabían los apoyos que podían encontrar en algunos pueblos nativos, que se encontraban bajo la jurisdicción de los mexicas. De manera muy clara la expedición de Cortés fue una expedición militar de conquista. No se puede decir lo mismo de la expedición de Colón, que consistía básicamente en la búsqueda de rutas hacia la India o hacia el Asia. En la expedición de Cortés se puso mucho esmero en la preparación militar, en llevar cañones, arcabuceros, ballesteros, además de menos de una veintena de caballos. Entonces, se puede decir que el propósito de Cortés estaba claro, la conquista, incluso en este proyecto de conquista estaba clara la idea de qué iban a asentarse y fundar, era decisivo de hacerse de las nuevas tierras, de sus riquezas, sobretodo de su metal precioso, el oro.

Antes de la preparación de la expedición de Cortés, se observa la distinta predisposición del gobernador Diego Velásquez de Cuellar, de sus inestables vínculos con la Corona, de sus diferencias con la expedición anterior al Yucatán, la de Francisco Hernández de Córdoba; distinta predisposición  que genera problemas entre Cortés y Velásquez. Todo esto nos muestra un inquietante mapa móvil de relaciones de poder, de personajes de poder, en distintos sitios de la estructura de poder, distribuida en la geografía expansiva de la conquista. Como se puede ver, no se trata de una estructura monolítica, sino todo lo contrario, fracturada y en constante recomposiciones. Tampoco se trata de una estructura del todo vertical o piramidal, sino de una estructura desestructurada, que tenía sus propias deformaciones o transgresiones, de parte de los que tomaban en sus propias manos el ejercicio mismo del poder. Muchos de los conquistadores eran hidalgos, fuera de los soldados de la tropa, algunos, muy pocos, eran ricos y financiaban la aventura, como una inversión en la perspectiva de lograr mayor riqueza; empero otros eran jóvenes, no contaban con riqueza, otros eran deudores. El gran contingente compartía esa esperanza de volverse ricos, una vez que pisaran tierra y la conquisten. El mismo Cortés llegó a definirse como una especie de corsario. Se vió obligado a maniobra y a manipular para lograr la realización de su expedición, tuvo que eludir la orden del gobernador Velásquez, que ya había decidido, al final, sustituirlo en el mando de la expedición. Enterado Cortés de lo que ocurría, manipuló habilmente, conspiró, se comportó, como se dice, maquiavélicamente, convenció a los capitanes, a los que integraban la expedición aventurera, haciendo uso de su manejo oratorio, de su destreza discursiva y convincente. La expedición de Cortés al Yucatán nos muestra la complejidad de esta fluida estructura de poder, que requería fundamentalmente de acuerdos, de pactos, de consensos esporádicos, pero también de lealtades, de amistades, de familiares con influencia, además de amigos de confianza, sobre todo de localidades de Extremadura.

La primera pregunta que nos hemos hecho es qué era el continente de Abya Yala, que después se va a llamarse América. Antes de la conquista era otro mundo, muy distinto al euroasiático, incluso al otro continente que se conocía, al África. La segunda pregunta es: ¿Qué pasó en la conquista? Que es lo mismo que preguntarse: ¿Por qué se dieron los desenlaces que se dieron,tanto en las Antillas como en el mismo continente, en Mesoamérica, pero también en los Andes, en la Amazonia? La tercera pregunta es: ¿Cómo comprender, entender y conocer el presente, en sus espesores espaciotemporales, es decir, concibiendo la simultaneidad dinámica de los tejidos espaciotemporales, territoriales y sociales? Remarcando: ¿Cómo comprender y descifrar este presente, en esta coyuntura de la crisis ecológica, de la crisis de la civilización moderna, de la crisis del sistema mundo capitalista, de la crisis múltiple del Estado nación y del orden mundial? ¿Cómo comprender todo esto a partir de el aprendizaje histórico-cultural, sobre todo el aprendizaje de lo que ocurrió durante la conquista?

La ruta al Oriente, encomendada a Cristóbal Colón, se fue transformando, como dijimos, en la medida que el recorrido maritimo se fue topando con el quinto continente, el continente desconocido, que se halla entre el Atlántico y el Pacífico, por eso el nombre de Abya Yala, que quieren decir entre ambas aguas, entre dos océanos. En principio, con la toma de las islas, primero, la nombrada como Española, y después, de Cuba y otras más, la conquista aparece como tránsito todavía hacia el objetivo de la primer empresa encomendada Colón. También aparece como demoledor el paso que deja su huella ecológica, genocida, etnocida y destructiva, vaciando las islas de su población nativa. A su vez aparece el delirio del fetichismo del oro, que es lo que ha obnubilado los ojos a los españoles y europeos, que emprenden esta aventura por el Océano Atlántico. Cuando se llega al Yucatán el proceso de conquista empieza a transformarse. Al parecer por las características de los pueblos con las que se topan estos marineros. Los pueblos con los que se topan primero son mayas. Es la expedición encomendada a Juan de Grijalva la que hace esto, no solamente toma contactos, sino realiza un recorrido por los bordes del Yucatán, con ciertas incursiones al interior. Esta expedición va a ser el antecedente importante de la expedición de Hernán Cortés. Hernán Cortés no solamente va a seguir la ruta de Juan de Grijalva, como siguiendo una huella marítima y terrestre, si no va a ir en busca de los lugares anotados por Grijalva, además de buscar a los dos españoles perdidos, atrapados y capturados por los mayas. Hernán Cortés no solamente tiene las mismas impresiones que Grijalva, sino que al corroborar las mismas, empieza a incubar un plan, un proyecto distinto de conquista. Se trata de una conquista con fundaciones territoriales, con fundaciones de ciudades, que iba no en la búsqueda de la ruta hacia el Oriente, sino de la conquista de el imperio de los mexicas. El encuentro con los totonacas y con otros pueblos que eran tributarios de los mexicas, alienta este proyecto de conquista de Tenochtitlán. Resulta que los totonacas le proponen que los colaboren en su liberación respecto a los mexicas, le dicen a Hernán Cortés que también otros pueblos estarían interesados en lo mismo. Totonacas y otros  pueblos van a ser clave en el ingreso y la conquista de Tenochtitlán, por parte de un contingente, de un ejército indígena, conducido por centenares de españoles.

Imaginarios

Antes de seguir es importante situarse o intentar situarse en los contextos imaginarios del siglo XVI, para tener referentes interpretativos de aquel entonces, que acompañan a las acciones de los involucrados en todos los sucesos, que se han dado en la conquista del continente de Abya Yala. Estamos hablando de los referentes más claros y evidentes, de los imaginarios encontrados; por un lado, la religión cristiana católica, por otro lado, hay que tener en cuenta los imaginarios de los pueblos nativos del continente. Imaginarios vinculados a una cosmovisión, por así decirlo, animista o vitalista de las fuerzas del cosmos y del mundo originario. Nos encontramos con mitos que dan cuenta de los orígenes, así como con mitos más elaborados, que tienen que ver, por decir algo, en comparación, con dioses. Tanto las ceremonias, los ritos, los procedimientos de iniciación, son cualitativamente distintos a los dados en Europa. Lo que más aborrecían, pues dejaba estupefactos a los españoles, eran los sacrificios humanos,  practicados por los mayas, así como por otros pueblos de Mesoamérica, incluyendo, claro está, a los mexicas de Tenochtitlán. Algo que sobresale en la diferencia de los comportamientos y simbolizaciones, que llama la atención, de manera inmediata, es la forma como se relacionan con las materias y metales preciosos, como el oro. En lo que respecta a los europeos, su codificación estaba vinculada al fetichismo monetario, que cuantifica la riqueza, también, por que no decirlo, el poder. Por las caractrísticas compulsivas de los conquistadores, llamemos a esto fetichismo del oro. En cambio, en lo que respecta a las sociedades nativas, el oro era usado como ornamento simbólico, en la vestimenta de las jerarquías, en los adornos, en los símbolos alegóricos de exaltación y sacrificio. Esta situación contrastante, nos muestra dos mundos, por así decirlo, distintos, tanto culturalmente, socialmente y económicamente; un mundo, que corresponde al capitalismo regional europeo, que tiene su contexto y su tradición genealógica en el capitalismo eurasiático, cuyo centro fue China; otro mundo, que corresponde a otras formaciones culturales, sociales y económicas, cualitativamente diferentes,  vinculadas al trueque, quizás al intercambio local y regional, pero también, de manera notoria, en caso de los mayas y los mexicas, al tributo, que se puede diferenciar de los impuestos, aunque dichas diferencias parecen de disquisiciones académica, no necesariamente conceptuales. Estas otras formaciones sociales tienen como substrato lo que se ha venido en llamar, por parte de la antropología, los circuitos del don. Para decirlo de otro modo, mas bien, restringido, estamos hablando de distintos modos de producción; para decir algo, manteniendo la comparación esquemática, en el caso, de Mesoamérica, estamos hablando de un “modo de producción tributario”; en el caso de Europa, estamos hablando de un modo de producción capitalista en ciernes.

La pregunta inicial no ha sido respondida: ¿En el continente de Abya Yala, que estructuras, formas y proyecciones de civilización o de  transcivilización se han dado? Los análisis históricos, inclusive los etnológicos y atropólógicos, además de los arqueológicos, se sitúan en la descripción de las jerarquías institucionales, tienen como arquetipo la estructura piramidal, donde aparece el emperador – término usado desde la perspectiva eurocéntrica -, acompañado o sostenido por los nobles, el estrato de la nobleza, ungido simbólicamente en la narrativa mitológica por los sacerdotes, sostenido funcionalmente por los funcionarios y administradores, sobretodo por los recaudadores de tributos. El resto de la sociedad, el pueblo desaparece; se situa en la nebulosa conceptual de ese tipo de interpretaciones. Sabemos que los que producen son la parte más importante de la sociedad; si hablamos de sociedades agrícolas estamos hablando de los cultivadores, de los trabajadores de la tierra, además de suponer la sabiduría de la domesticación del genoma de las plantas, así como de la domesticación de los animales, añadiendo el saber y las técnicas del uso de las semillas. Si hablamos de la alimentación, estamos hablando del saber culinario, el saber y el arte de la cocina, donde juegan un papel importante las mujeres. En el caso de Mesoamérica tenemos un bien fundamental para alimentación, que es el maíz. En consecuencia, hablamos de culturas del maíz. Hay animales que son parte típica de la alimentación. Todo esto entra en lo que podemos llamar la cocina, que separa lo crudo y lo cocido, tal como lo analiza Claude Lévi-Strauss en Mitológicas.

La sorpresa de los europeos en el continente es que se encuentran con la abundancia de bienes, la abundancia agrícola, la abundancia alimenticia, fuera de la abundancia misma de la naturaleza. Algo que no ocurría exactamente en Europa, donde todavía se ve, en contraste, la presencia abrumadora de la pobreza y los cuadros lúgubres de las penurias y del hambre, frente a núcleos privilegiados elitearios, de ricos, de nobles, de burgueses y sacerdotes, que acumulan riquezas. Otro contraste marcado, en este encuentro violento entre civilizaciones y culturas, en el contexto de la conquista, de la guerra de conquista, es la diferencia militar, la diferencia de tecnología militar, así como de organización militar. Los europeos venían de una larga historia de guerras y de desarrollo de las máquinas de guerra, de la evolución de la tecnología de la guerra, evolución de los instrumentos de guerra. En tanto que en el continentede Abya Yala si bien había guerras, no llegaban a la magnitud demoledora, al nivel de destrucción devastador, que  habían llegado en Europa y en Asia; es más, se puede decir que se trataba de guerras que buscaban el sometimiento, después del sometimiento de pueblos, la tributación de los mismos. Aunque después de las guerras venían los sacrificios, destinados a los dioses hambrientos; sacrificio de los vencidos seleccionados. Más que buscar matar en pleno enfrentamiento, se buscaba capturas, para después ofrendar capturados en los sacrificios, ofrendas que tiene un valor simbólico en las interpretaciones sagradas de Mesoamérica. Se trata de una comunicación con los dioses a través del sacrificio humano.

Pero, lo que describimos, a modo de ilustración, no ocurre en todo el continente de Abya Yala. En los casos mencionados, estamos hablando de sociedades centralizadas, no de confederaciones, no de alianzas territoriales de comunidades. Ciertamente, podemos diferenciar en el continente, sociedades cazadoras, sociedades itinerantes, sociedades agrarias y pastoriles, que no son centralizadas, que, mas bien, se oponen a la centralidad y a la jerarquización, como dice Pierre Clastres, se oponen al Estado. Estas sociedades aparecen en el norte y en el sur del continente, así como en la Amazonia. Las sociedades confederadas son distintas a las sociedades centralizadas, estructuradas, por así decirlo, en un modo de producción tributario o si se quiere, en un modo de producción hidráulico, como define Karl August Wittfogel. No pretendemos, ahora, discutir estos conceptos, lo hicimos antes, en otros ensayos, los usamos para ilustrar.  En el imaginario simbólico de las sociedades centralizadas, se ungía mitológicamente al monarca, al déspota o emperador, como hijo del sol. La magia también jugó un papel importante en las formas de comunicación de las sociedades del continente de Abya Yala, comunicación con lo sagrado o entre los mismos seres, no solamente humanos.

El Excedente, la parte maldita

No olvidemos la pregunta principal: ¿Cómo definir las figuras, las configuraciones, base de las conceptualizaciones, que tomen en cuenta las dinámicas, los funcionamientos, de la realidad efectiva, y no quedarse en los recortes narrativos de las ciencias sociales, que terminan sacando fotografías transversales, que hacen de imágenes ceremoniosas de los símbolos del poder? Estos esquematismos, en gran parte dualistas, no ven lo que ocurre en términos de genealogías del poder. No observan genealogías del poder que conforman diagramas de dominación, que capturan fuerzas sociales, fuerzas de la potencia social; esto es lo que hacen efectivamente las máquinas institucionales.

A propósito de las genealogias de poder, la pregunta es: ¿Cómo se convirtieron las familias, las filiaciones, los clanes, las alianzas de familias y clanes, las alianzas territoriales de las confederaciones, en estructuras piramidales? Estructuras jerárquicas que suponen estratificaciones sociales, diferenciaciones de mandos, de jerarquizaciones administrativas. Jerarquización que se corresponde con el imaginario mitológico, que encubre, por lo tanto, el acceso elitario a los beneficios, que define el acceso privilegiado en relación con el excedente social. ¿A partir de qué momento la alianza de los clanes es rota por un clan, que se convierte en dinastía? ¿A partir de qué momento la tierra, el acceso a los bienes comunes, al agua, a los bosques, a los animales, a los mismos bienes agrícolas, se convierte en propiedad del amo y el señor del tributo? Este es un aspecto de la pregunta, el otro aspecto tiene que ver con la necesidad de   invisibilizar al pueblo trabajador. ¿Cómo las partes encumbradas de la sociedad se apoderan del producto social, del excedente?

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En lo que respecta Europa, se sabe, de alguna manera, lo que ocurrió. El desplazamiento de las formaciones feudales, formaciones que devienen del sustrato del imperio romano, después de su caída. Posteriormente Europa  ingresa a la formación del capitalismo regional desde estos rasgos históricos precedentes. Estas características de la estructura social europea, de la huella de sus ciclos largos, reaparecen en los perfiles de los contingentes conquistadores.

Partamos de una base social, la comunidad. ¿Qué es una comunidad? Si suponemos que las relaciones sociales suponen asociación de mónadas, es decir, asociaciones de singularidades, podemos decir que una comunidad se logra a partir de un cúmulo de asociaciones, que conforman y configuran lo que viene a ser lo común entre una masa crítica de asociaciones, composiciones de asociaciones y combinaciones de las asociaciones dinámicas. Comparten territorios, paisajes, prácticas, saberes, memorias, leguaje, interpretaciones en forma de mitos y leyendas, además de representaciones del mundo, acotado y plagado de concepciones sobre lo que son, sobre lo que es la comunidad. Se da lugar una autoreferencia, se constituye una subjetividad singular. La comunidad puede estar compuesta por un clan o por clanes. En éste sentido por acuerdos, pactos, consensos, por reglas establecidas. Por adecuaciones a los ciclos, por el manejo de técnicas, así como por el manejo de ceremonias y ritos. Entones, una comunidad comparte bienes, memorias, lenguaje, responsabilidades, propósitos, además de una manera de asumirse a sí misma.

Ahora bien, las comunidades no son cerradas, sino que están abiertas a contactos y alianzas con otras comunidades. Las alianzas territoriales amplían el mundo social, amplificando las dinámicas comunales. Las asociaciones de comunidades, las alianzas, transforman el ámbito de relaciones, lo vuelven más complejo, lo que lleva a una organización mayor en la red extendida y comprometida de comunidades.

En el contexto de las alianzas territoriales sobresale el excedente del conjunto de comunidades asociadas. Es cuando el excedente tiene que ser usado o destruido. En principio, se lo usa de una manera simbólica, se derrocha; este derroche genera prestigio, lo que Gilles Deleuze y Felix Guattari llamaron plusvalía de código. George Bataille llamó al excedente la parte maldita, la parte que quema, la parte que ocasiona comportamientos culturales delirantes, interpretados por mitologías sublimes. De alguna manera, decía este filósofo, que el excedente  se consume imaginariamente. En sociedades de territorialización, inscritas por la memoria de la sangre de las filiaciones, así como por las huellas de las alianzas, la inclinación es por el derroche, el despilfarro del excedente; el gasto sin retorno, que puede implicar también el regalo, la donación, para adquirir prestigio. En este caso la valorización cultural se reproduce imaginariamente, en una estructura imaginaria, donde la dignidad radica en el donante.

Hablamos de sociedades no centralizadas, sino, mas bien, sin centro, sin jerarquización, sin estratificación del espacio, sociedades que no habrían sufrido la desterritorialización. Ocurre otra cosa con el excedente en sociedades centralizadas, que suponen ya la desterritorialización. Estas sociedades construyen ciudades, centro ceremoniales, centros de poder, centros de convergencia de distintas jerarquías, la simbólica, la sacerdotal, la administrativa de funcionarios, la relativa al control del mercado. Se puede decir que aquí nace lo que se viene llamar Estado. En estas sociedades centralizadas el consumo del excedente es distinto, no es de derroche, sino que su consumo diferencia estratos sociales, castas; la mayor parte del excedente es apoderada por la dinastía, los nobles, los sacerdotes, los militares. Es decir, el excedente es usado empoderando a los estratos dominantes, que, a su vez, son conformados por la centralización, por el Estado, como aparato abstracto de poder, que nace en estas sociedades.

Pregunta: ¿Cuándo se da lugar la centralización en las gestiones sociales, en qué momento se modifican las relaciones sociales, que corresponden a la comunidad y a las alianzas comunitarias, en qué momento se rompe el pacto entre mandos rotativos, en qué momento se da lugar a la dominancia de un clan, que se convierte en dinastía? A propósito podemos proponer una hipótesis especulativa, que corresponde a una mirada contra-genialógica y a un enfoque de contrapoder. Si suponemos que las comunidades se basan en la territorialización, lo que equivale no solamente a ocupar un territorio, a moverse en el territorio, a reinventarlo simbólicamente, sino también que corresponde a ceremonias que institucionalizan, por así decirlo, la territorialización, esto corresponde al dar, en el sentido pleno de la palabra, que la antropología ha usado como don, sobretodo la interpretación de Bronislaw Malinovski.  Quedémonos como lo define Jaques Derrida, se trata del dar, donde se derrocha, por así decirlo, el excedente, para obtener prestigio, plusvalía de código. Entonces, a partir de un momento, se produce una inversión, ya no se da, ya no se trata de dar, sino más bien de retener el excedente; es más, a partir de ese momento de inflexión o punto de inflexión se obliga al resto, al conjunto de comunidades involucradas a dar al que encarna y simboliza el mito despótico del poder. Esto corresponde a lo que se ha venido en llamar la tributación; en términos filosóficos dados por Deleuze y Guattari, se trata precisamente de la retención del excedente o del uso del excedente, para dar lugar a la reproducción de las castas, que acompañan al cuerpo que encarna el símbolo del poder. Pero, cómo se produce esto, cómo se da lugar de esta invención. ¿A partir de qué mecanismos de funcionamiento o disfuncionamiento, cambios de funcionamientos, cambios en el campo de fuerzas, se da lugar esta inversión, este punto de inflexión?

Se puede sugerir que pasamos de un campo de fuerzas a otro campo de fuerzas, pasamos del campo de fuerzas horizontal, por así decirlo, de las alianzas de comunidades, al campo de fuerzas vertical, por así decirlo, de la formación de la estructura social jerárquica, donde indudablemente se forma el Estado, ungido por la narrativa de los sacerdotes, sostenido por la administración de los funcionarios, defendido y expandido por los mandos militares. Empero, a pesar de estas contrastaciones, seguimos con el mismo problema, cómo sucede esto, cuál es el mecanismo, a partir de qué dinámicas, de qué funcionamiento, sucede esto, que denominamos cambio de campos de fuerazas.

Si decimos que viene de otro campo ya formado, de un exterioridad al campo de fuerzas de las alianzas de comunidades, de un campo de fuerzas estructurado estatalmente e incluso imperialmente, seguimos con el mismo problema. ¿Esos que vienen de la exterioridad, que conquistan y dominan, quiénes son, cómo se han conformado, cómo han llegado a ser lo que son, Estado, imperio, despotismo, estructura social diferenciada y jerárquica?

Vamos a sugerir otra hipótesis interpretativa, esta vez la hipótesis tiene que ver con el excedente. El tema es el excedente, la relación con el excedente de parte de la alianza de comunidades, en términos generales, qué se hace con el excedente de parte la sociedad. Hablamos que en la sociedades de la territorialización el excedente se derrocha, se convierte en fiesta, permite, en contrapartida, el prestigio, la plusvalía de código. ¿Pero, qué pasa en las sociedades centralizadas, de estructuras jerárquicas, de estructuras de poder y dominación, de estructuras que buscan ungir al poder de una narrativa que la glorifica y la justifica, que es la tarea de los sacerdotes? En este caso, parece ser claro que se usa el excedente para destruirlo. ¿En qué términos? En los términos de la reproducción de castas dominantes, de sacerdotes, de administradores y funcionarios, sobretodo de la nobleza y de la dinastía despótica. El excedente se usa para la reproducción de estas diferencias, de estos privilegios y, por lo tanto, de las dominaciones. ¿Pero, para que ocurra esto, qué es lo que ha tenido que pasar? Pasar de un campo de fuerzas horizontal a un campo de fuerzas vertical, jerárquico. ¿Qué es lo que ha ocurrido? La respuesta tiene que ver con lo que pasa con la relación con el excedente. Hay una relación con el excedente que termina encontrando una bifurcación, un punto de inflexión, donde la sociedad misma, de forma igualitaria, por así decirlo, o equivalente, se vuelve desigual e inequitativa.

La cuestión tiene que ver con la relación con el excedente, que según George Bataille es energía. El problema comienza, como hemos dicho, cuando se decide retener el excedente, no distribuirlo; es cuando se ingresa a un camino sinuoso y perturbador, que lleva a la disociación de la comunidad, de las alianzas comunitarias, de la territorialización. Es cuando se produce la desterritorialización, cuando todas las tierras se convierten en propiedad del déspota, cuando se inscribe en los cuerpos la deuda infinita. Cuando comienza el camino tortuoso de la sociedades de castas, de clases, de las desigualdades, el excedente sirve para reproducir a estas clases, castas ociosas, para mantener la ilusión del poder, el mito del poder, en la encarnación simbólica del poder, que es el déspota. De aquí en adelante de lo que se trata, entonces, es de apropiarse del excedente, incluso de más excedente;  para que ocurra esto, crear más excedente, se somete a la población no solamente a la tributación, no solamente a la deuda infinita, sino a trabajos extenuantes. No es difícil entender que, por este camino, llegamos al modo de producción capitalista, que es el modo de la producción de la acumulación originaria y ampliada de capital. La producción de excedente, a través de la proletarización de la población, alcanzan niveles industriales, es decir, se multiplica la producción y alcanza los niveles de la productividad compulsiva; en este sentido, se genera excedente en constante incremento. En estas condiciones históricas y económicas, la apropiación del excedente no solamente produce un consumo productivo, como dice la teoría del modo de producción capitalista, sino también genera un consumo destructivo, que es la guerra, además del uso en la reproducción de la burguesía, que adquiere gustos cada vez más lujosos, que envidiarían las nobleza de las monarquías absolutas. El recorrido de las civilizaciones, es decir, de sus genealogías, que lleva a la civilización moderna, es el recorrido de la relación con el excedente, como parte maldita, a través de los métodos y procedimientos de la destrucción. La relación con el excedente es destructiva, la prueba y su corroboración se encuentra en las huellas ecológicas. Remarcando, el problema radica en esta relación destructiva acumulativa y nihilista del excedente.

Conclusiones

Una primera conclusión tiene que ver con abundancia. Se concebía así a la naturaleza; por ejemplo, los fisiócratas atribuían la generación del excedente a la agricultura, pero también se puede atribuirle a la naturaleza este don. Decir que la naturaleza es algo así como el “excedente” primordial. Estas es una forma de decir, una representación; lo que importa es la idea de una abundancia primordial, antes de la generación del exedente por parte de las sociedades humanas. Sabemos que el concepto de excedente está ligado a la economía si quiere al campo económico, al espacio del consumo, la distribución y la producción. Se habla del excedente, en sentido económico, sin embargo, esta manera de concebir se da en una concepción restringida, es decir, economicista. Desde que George Bataille hablara de economía general es posible hablar de crítica de la economía política generalizada, como lo hemos hecho nosotros desde hace un tiempo. Entonces, en la economía política generalizada el excedente aparece tanto en el campo económico como en el campo cultural, repercute, si se quiere, en el campo social. El excedente es experimentado en el campo económico, es padecido en el campo social y es simbolizado, representado, en el campo cultural. En el ensayo hemos visto como el excedente generado por el pueblo trabajador aparece como producto en el campo económico, hemos visto también como es consumido socialmente, derrochado en la fiesta, en la circulación del don, en la distribución, diríamos para ilustrar, equitativa. También hemos visto la manera que es simbolizado y representado como plusvalía de código, como representación política y cultural, como valorización simbólica, como logro de dignidad reconocida. Esto ocurre en lo que hemos llamado sociedades descentralizadas, sociedades contra el Estado.

Cuando se trata de las sociedades centralizadas, donde se ha roto la alianza comunitaria, las sociedades asisten a su propia estratificación, a su propia jerarquicizacion, el excedente aparece como la parte maldita. Es más, en las sociedades capitalistas el excedente, que se multiplica y brota como acumulación originaria y acumulación ampliada de capital, aparece como una condena fatal y compulsiva. En la etapa avanzada del ciclo largo del capitalismo vigente, en la modernidad tardía, el excedente despliega demoledoramente toda su destrucción, dejando la marca expansiva de la muerte, las huellas ecológicas, en un planeta que se convierte en desierto.

Entonces, la primera conclusión tiene que ver con la abundancia desbordante del planeta, que podemos también interpretar como la abundancia de energía, de transformación de la energía, así mismo de conservación de la energía solar. Energía que se convierte en toda clase de energías múltiples, sobretodo por la capacidad biológica de retener y administrar la energía, con la capacidad de autopoiesis, de autoreproducción de la célula. Conteniendo la virtud de la neguentropía, la célula embarca a los seres orgánicos a un consumo de la energía en sentido vital. Las sociedades humanas se encuentran con este desborde de energía, este derroche de energía, en los distintos ecosistemas. Sobretodo aparece, de manera exuberante, en los trópicos, pero también, a su modo, en los valles, en otros contextos geográficos singulares, en otras geografías territoriales y acuáticas particulares, en territorios atravesados por ríos y sus afluentes. La vida prolifera abundantemente, en esa prodigalidad primordial de la vida, de la potencia creativa de la vida.

La segunda conclusión tiene que ver con lo que llamamos propiamente excedente, es decir, lo que excede al consumo básico de las necesidades sociales; este excedente, como hemos dicho, se puede consumir de una manera festiva, en la fiesta, pero también se puede consumir de una manera acumulativa, reteniendo el excedente, por así decirlo, en pocas manos, en los estratos privilegiados y dominantes. Esta retención puede aparecer en distintas figuras, es conocida la figura de la inscripción de la deuda infinita en los cuerpos, la tributación. Los pueblos se convierten en tributarios del dueño de todas las tierras del imperio, el déspota, que es la encarnación simbólica del poder concentrado, también es la encarnación simbólica de toda la tributación, realizada periódicamente. Así mismo, el déspota es el centro de esta estructura jerárquica, de esta estructura de poder y de dominación. Símbolo supremo, representación del poder en la narrativa sacerdotal, déspota ungido por el mito como hijo del sol. Todas las sociedades centralizadas, es decir, sociedades que han convertido al Estado en su síntesis política, son sociedades estratificadas, sociedades de clase, sociedades de castas, sociedades atravesadas por distinciones jerárquicas sociales y culturales, también religiosas. El consumo es destructivo, pues se consume en lujos, en ornamentos, en edificaciones fabulosas, en tumbas monumentales, donde viajan eternamente los faraones muertos, en pirámides destinadas a la ceremonias y rituales del sacrificio.

En las sociedades capitalistas el excedente, que se multiplica incesantemente, en la vertiginosidad moderna, donde todo lo sólido se desvanece en el aire, aparece como acumulación ampliada. La apropiación del excedente es de clase. La burguesía es la clase que se apropia del excedente, lo usa principalmente como inversión para amplificar el excedente; sin embargo, es también una clase que no renuncia al consumo no productivo del excedente, en términos de ostentaciones, lujos y dilapidaciones espectaculares.

 

La tercera conclusión tiene que ver con la macrohistoria. Con certeza, hablamos teóricamente, acudiendo a esquemas abstractos y a metáforas históricas, al referirnos a paradigmas de sociedad. Sin embargo, en la pluralidad de sociedades hay una diversidad de formaciones sociales, culturales y económicas. No estamos tomando en cuenta la multiplicidad de singularidades; esta no es una exposición histórica, no es una descripción exhaustiva sociológica, antropológica y etnológica de las sociedades. De modo diferente, esta es una exposición teórica, que reflexiona sobre la información arrojada por las investigaciones históricas, genialógicas y macro-históricas; en ese sentido, hemos distinguido tres grandes tipos de sociedades, las sociedades sin Estado, las sociedades con Estado y, en este conjunto, de las sociedades con Estado, hemos distinguido las sociedades antiguas, fuertemente centralizadas, ungidas por la mitología y las narrativas de los sacerdotes, teniendo en el centro de la cúspide  piramidal a la encarnación simbólica del poder, que es el déspota. Efectivamente hay una variedad de sociedades con Estado, donde se sitúan las ciudades Estado, que se expanden, que se articulan con otras ciudades, conformando reinos regionales, incluso imperios. Empero, no estamos haciendo hincapié en estas distinciones. Por otra parte, teniendo en cuenta a las mismas sociedades centralizadas, tenemos a las sociedades capitalistas, que, paradójicamente, suspenden los valores, las tradiciones, las instituciones antiguas. Decodifican los códigos heredados de las sociedades antiguas, ponen en cuestión sus creencias religiones, sacralizaciones y mitos, sin embargo, estas sociedades, a pesar de haber puesto en cuestión las antiguas instituciones, inclusive el antiguo Estado, vuelven a restaurarlo. Restauran el Estado oriental, tal como lo hemos dicho en otros ensayos, porque el Estado nace en el Oriente.

La sociedad capitalista lo usa para legitimar la apropiación del excedente, por parte de la clase dominante, la burguesía. Teniendo en cuenta estos tres paradigmas de sociedad, son las sociedades paradigmáticas que se encuentran durante la conquista y la colonización. No estamos hablando de un capitalismo desarrollado, que corresponde a los conquistadores, al mundo de los conquistadores, estamos hablando de un capitalismo incipiente, de un capitalismo mercantil, pero también de un capitalismo que ya tiene sus dominancias no solamente en el mercado, sino en la industria inicial, hablamos también un capitalismo financiero, correspondiente a la época. Génova y Venecia forman parte de los ciclos largos iniciales del capitalismo. Hemos dicho, más de una vez, que con la conquista de Tenochtitlán se inaugura, de una manera apocalíptica, para decirlo de esa manera, metafórica, el sistema mundo capitalista, es decir, el capitalismo mundial, el modo de producción capitalista propiamente dicho, el sistema mundo capitalista, que articula todos los dispositivos de los distintos planos de intensidad, para dar lugar a la acumulación originaria y a la acumulación de capital.

En las Antillas los españoles se encuentran con sociedades no centralizadas; cuando llegan a Yucatán se encuentran con sociedades centralizadas; al norte de México se encuentran con sociedades no centralizadas, con confederaciones; al sur del Incanato se encuentran con sociedades confederadas, como las sociedades correspondientes a los pueblos mapuches. En la Amazonia se van a encontrar con sociedades sin Estado, tal como lo define Pierre Clastres. A la pregunta de cómo centenares de españoles terminan conquistando a imperios altamente organizados y centralizados, que cuentan con contingentes militares, también grandes, podemos responder, comprendiendo el ámbito de contradicciones, que anidaban en el continente de Abya Yala. Los españoles no hubieran conquistado jamás Tenochtitlán si no hubieran contado con aliados, otros pueblos, otras sociedades centralizadas, vencidas por los mexicas, obligadas a la tributación. Algo parecido ha ocurrido con la conquista del Cuzco, sin obviar las distinciones geográficas, sociales, culturales y económicas específicas. No vamos a expandirnos, ni detenernos, en estas analogías y diferencias, entre incas y mexicas, lo hemos hecho en otros ensayos, donde tocamos estos temas. Lo que interesa es responder a la pregunta que hicimos. Entonces, podemos decir, de manera sintética, que son las contradicciones, que anidaban en las sociedades del continente, en el ámbito social diferencial del continente, lo que da lugar a las condiciones de posibilidad política y militar para la victoria de los españoles, para la conquista de los españoles. Esto no tiene nada que ver con una justificación de la conquista y la colonización, sino todo lo contrario, es parte de la crítica de la conquista y de la colonización. Se trata de una crítica radical, no de una crítica restringida, auto-contemplativa, que hace una apología de la derrota, convirtiendo en víctimas a los conquistados, cuando parte de los conquistadores también fueron pueblos indígenas. La crítica de la conquista y de la colonización toma en cuenta la demoledora violencia con la que nace el sistema mundo capitalista, cuyo antecedente inmediato, cuyo acontecimiento promotor del sistema mundo moderno, es precisamente la conquista y la colonización, que además cuenta con la esclavización generalizada de poblaciones del África subsahariana.

La cuarta conclusión tiene que ver con la evaluación crítica, retrospectiva, desde el presente, de lo que ha acontecido desde la conquista y la colonización hasta ahora. La conclusión taxativa es la siguiente: No se han aprendido las duras, dramáticas y trágicas lecciones de las oleadas de conquista y de las oleadas de colonización. De manera paradójica, las conquistas y colonizaciones continúan, se repiten, en una especie de eterno retorno de la conquista y la colonización. Se ha implantado en las tierras conquistadas el sistema mundo capitalista, en el norte, como centros de la geopolítica del sistema mundo capitalista, en el sur, como periferias de la geopolítica del sistema mundo moderno. En América Latina y el Caribe se ha desplegado el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, con algunos desplazamientos recientes en la condición de potencias emergentes.  

 

Raúl Prada Alcoreza

Escritor, artesano de poiesis, crítico y activista ácrata. Entre sus últimos libros de ensayo y análisis crítico se encuentran Anacronismos discursivos y estructuras de poder, Estado policial, El lado oscuro del poder, Devenir fenología y devenir complejidad. Entre sus poemarios – con el seudónimo de Sebastiano Monada - se hallan Alboradas crepusculares, Intuición poética, Eterno nacimiento de la rebelión, Subversión afectiva. Ensayos, análisis críticos y poemarios publicados en Amazon.

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