Argentina, un año después, el fracaso económico del modelo Macri

“Quieren poner al enfermo en un refrigerador para bajarle la hipertensión”

Sergio Ferrari

Las promesas de la campaña electoral que lo condujeron a la presidencia en diciembre del año pasado se diluyeron en una especie de “amnesia política”. El empresario Mauricio Macri y su alianza “Cambiemos” destronaron 12 años de kirchnerismo prometiendo pobreza cero, estabilidad y mejoras salariales, reducción impositiva, control de precios, un plan económico gradualista y sin ajustes. A escasos 12 meses, las estadísticas más serias y el diagnóstico no solo de la oposición sino también de algunos de sus ex aliados indican el fracaso del programa económico actual. El Gobierno justifica sus incumplimientos en la “pesada herencia” dejada por las administraciones anteriores. La actual oposición responsabiliza a Macri por haber instalado un “gobierno de las corporaciones y a favor de los ricos”. La polarización política y social sigue siendo una premisa cotidiana en Argentina. En un marco de permanentes movilizaciones que expresan malestar social en aumento.

Economía tambaleante

El caballito de batalla pre-electoral del nuevo gobierno fue lograr la pobreza cero. “Y sin embargo en 12 meses constatamos que la pobreza ha aumentado. Pasó, según diferentes análisis, del 29% al 32 %”, subraya Antonio Bonfatti, ex gobernador de la provincia de Santa Fe, actual presidente del parlamento provincial y principal dirigente del Partido Socialista a nivel nacional.

El actual gobierno, “está haciendo honor a sus raíces ideológicas empresariales”, señala Bonfatti cuyo partido fue muy crítico en años anteriores a la gestión de Néstor y Cristina Kirchner. “Este plan económico es perjudicial para la mayoría de la población, principalmente para los trabajadores, aunque también golpea a las pequeñas y medianas empresas que padecen la liberalización del mercado” explica en entrevista exclusiva.

El balance crítico del dirigente socialdemócrata se completa con la “apertura indiscriminada de las importaciones, la  caída de la industria nacional, la  pérdida significativa del poder adquisitivo del salario; el aumento de la desocupación; así como el endeudamiento externo creciente”, que asciende ya a los 50 mil millones de dólares, la cifra más abultada de la historia contemporánea del país, superior incluso a la deuda contraída por la dictadura militar de los años setenta.

“No cumplieron las promesas electorales”, enfatiza. Y anticipa que en caso de mantenerse la actual tendencia económica de recesión sin señales de crecimiento, “el aumento de las tensiones sociales” se perfila como un hecho inevitable.

La protesta social: gran protagonista del 2016

Cerca de 200 mil personas se movilizaron en la capital argentina el pasado 18 de noviembre para exigir que el parlamento vote la Ley de Emergencia Social que permitiría tomar medidas a corto plazo para paliar la crisis  y contener el impacto de la misma entre los sectores más vulnerables.

Convocada por las cinco centrales sindicales y por los principales movimientos sociales, fue la última de una constante serie de movilizaciones sociales en este primer año de macrismo. La Ley, finalmente, no fue debatida en el parlamento aunque el gobierno debió salir al cruce de las demandas con promesas de respuesta a las exigencias de los movimientos sociales.

2016 fue un año de intensa protesta social, según la evaluación de Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), que con sus 800 mil afiliados es una de las cinco confederaciones de incidencia nacional. Y en la recapitulación de Yasky aparecen los momentos más significativos. La manifestación para repudiar el Golpe de Estado de 1976, que fue la más grande de todas las realizadas cada 24 de marzo. La multitudinaria del 29 de abril para conmemorar el día de los trabajadores, convocada unitariamente por todas las centrales sindicales. La Marcha Federal contra la pobreza, en septiembre, que superó todas las expectativas en cuanto a participación. La movilización para imponer la Ley Contra los Despidos que luego fuera vetada por Macri… “Un año donde el pueblo no durmió la siesta, expresó su descontento y ejerció en la calle la experiencia de participación acumulada durante el kirchnerismo”.

El balance de este primer año de Macri es “absolutamente negativo”, insiste Yasky. Los más perjudicados han sido los trabajadores, formales e independientes, del Estado o del sector privado. Hasta fin del 2016, unos 400 mil entre ellos – del sector formal e informal- serán condenados al desempleo.  La pérdida salarial acumulada oscila en estos últimos doce meses entre 12 mil y 14 mil pesos (750 a 900 dólares) que el Gobierno intenta compensar con un bono de fin de año de 2000 pesos. Y luego de una tanda de datos y cifras el dirigente sindical denuncia: “quieren enfriar la economía para bajar la inflación. Pero con medidas antipopulares y peligrosas. Un shock que es como tratar de resolver la presión arterial de un enfermo poniéndolo dentro de una heladera. Tal vez logran reducirla pero a costo de su propia agonía e incluso de su muerte”.

Entre diagnóstico y protesta, Yasky anticipa la cautelosa reflexión de futuro: “en tanto sindicalismo combativo, no podemos negar que venimos de una derrota electoral. Nuestro gran desafío es que el desgaste social que intenta agudizar el Gobierno no nos termine convirtiendo en una simple expresión de voluntarismo político”.

El desafío es enorme: “debemos seguir junto con la gente. Interpretando y dando respuesta al instinto de los trabajadores de movilizarse para defender sus conquistas y sus reivindicaciones. Atentos a cada movimiento y señal que nos lance la realidad para coadyuvar a modificarla…”, reflexiona.

“Democracia de baja intensidad”

En la actual pugna entre al Gobierno de Mauricio Macri y la oposición no se dirime solamente un proyecto de país sino también el concepto mismo de lo que es la democracia y la política.

Así lo enfatiza Agustín Rossi, diputado en el  Parlamento del Mercosur, ex diputado nacional por el Frente para la Victoria y ex ministro de defensa del Gobierno de Cristina Kirchner entre 2013 y 2015.

Macri tiene un profundo desprecio por la política, subraya Rossi. Desde su inicio, el discurso oficial intentó identificar a los militantes políticos con “ñoquis”, (ndr: aprovechadores del Estado). Crítica conceptual que viene de un Gobierno donde los principales ministros y muchos funcionarios son o han sido CEO de grandes empresas multinacionales.

“El modelo macrista no imagina la política como herramienta de transformación de la sociedad. En la práctica, promueve una democracia de baja intensidad, es decir con muy escasa participación. Ellos priorizan el protagonismo de los poderes corporativos y empresariales. Es decir, el interés empresarial por sobre el interés general”, señala.

De cara al 2017, un desafío esencial del debate político lo constituirán las  elecciones intermedias, donde se elegirá una parte de diputados y senadores,  explica. “Si el Gobierno saca un 30 %, representará un 70% de opiniones desfavorables. Si se acerca al 40% ya podría ser un resultado aceptable para ellos”.

Un problema actual de la oposición es la dispersión, reflexiona el actual diputado al Parlamento del Mercosur. El Gobierno podría perder en distintas provincias pero contra distintas fuerzas. “Me permito introducir otro elemento deformante de lo que es la democracia y la política para el actual gobierno. Según su concepción existe el oficialismo y lo que ellos denominan la oposición responsable, es decir fuerzas políticas y sindicales que aceptan el marco global del actual modelo. Trata de desprestigiar –e incluso destruir- lo que está fuera de ese marco reduccionista: el kirchnerismo y en particular la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner; diversos movimientos sociales y sindicales combativos; algunas organizaciones empresariales; iniciativas importantes como las multisectoriales contra el tarifazo; así como los organismos de derechos humanos, concluye.

Atrás