Humanidades expuestas

Raúl Prada Alcoreza

Comencemos con una pregunta simple: ¿Qué es lo prioritario en el mundo y para la humanidad? La respuesta que encontramos, para nosotros indiscutible, es: la vida. Ahora bien, si es así, ¿no es esta primordialidad la que condiciona, por así decirlo, nuestras conductas y comportamientos, nuestras decisiones y estrategias, nuestras cosmovisiones, nuestros proyectos sociales? Si respondemos afirmativamente la segunda pregunta, la consecuencia ineludible es la siguiente: todas las otras premisas, puntos de partida, condicionantes, quedan relegadas a segundo plano, sino es a un tercer plano. Entre las otras opciones y proyectos; por ejemplo, el llamado crecimiento y desarrollo económico; o la proyección política de una institucionalidad nacional y mundial “democrática”; llevada a cabo, aplicada y respetada por todos. Para citar dos opciones y proyecciones que pueden ser aceptables por casi todos. Dejando de mencionar proyectos altamente rebatibles, desde la perspectiva humana, como las opciones geopolíticas de dominación. Estas opciones y proyectos quedan pues relegados a segundo o tercer plano, cuando la primordial perspectiva es la vida.

La tercera pregunta: ¿Por qué los estados y los gobiernos, así como las mallas institucionales y las redes empresariales insisten en imponer otras perspectivas y sus consecuentes proyectos, que son irrelevantes ante la crucial importancia de la vida? Esta pregunta ha tenido varias respuestas, de parte de las “ideologías”; desde las más reductivas, vinculadas al esquematismo dualista de fiel/infiel, hasta las que se reclaman portadoras de la esencia humana; como por ejemplo, las que se autoproclaman defensoras de la libertad y de la “democracia”; también las que se autodefinen como defensoras de la igualdad o la justicia. Sin embargo, todas estas respuestas, incluyendo aquellas que se consideran portadoras de la esencia de la humanidad, han soslayado la condición de posibilidad de cualquier condición de posibilidad, esta es la vida[1].

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Si no es así, como planteamos, como interpretamos esta nuestra relación como humanidad, como sociedades y pueblos, con la vida, no solamente con el mundo; entonces, estas otras opciones y proyectos tendrían más valor que la vida misma. Algo que parece insostenible. ¿Cómo explicarse este desatino? A lo largo de los ensayos anteriores[2], hemos interpretado este desatino a partir de la crítica a la economía política generalizada; crítica que comprende la crítica de la economía del poder, la economía política del Estado y otras formas de economía política, que, como todas, separan lo abstracto de lo concreto, valorizando lo abstracto y desvalorizando lo concreto. Ahora, queremos reflexionar sobre esta condición de posibilidad primordial y fundamental de la vida, sobre todo, en lo que respecta a dos tópicos; uno, relacionado a la humanidad; otro, vinculado al Oikos. A partir de esta reflexión, adentrarnos a escudriñar sus consecuencias en el análisis del conflicto social. Respecto a esta temática, escogemos un conflicto social y económico concreto, con consecuencias políticas; este es el conflicto minero, entre las cooperativas mineras y el gobierno “progresista”.

Sobre las consideraciones teóricas acerca de la humanidad, nos remitimos a lo que escribimos al respecto. A partir de esta consideración arqueología del concepto de humanidad, intentaremos reflexionar lo que parece ser una evidencia; por lo menos, de la mayoría de los humanos, en las sociedades modernas. Su vulnerabilidad, el estar expuestos a intervenciones que les afectan, en el sentido de vaciamiento del contenido histórico-cultural de la configuración hermenéutica de humanidad. Estas poblaciones vulnerables, para situarlas en un plano de intensidad demográfico, son aquellas que están obligadas a exponerse a las condiciones de trabajo impuestas por el sistema-mundo, en un periodo y en una coyuntura determinadas, del ciclo correspondiente económico del valor valorizable; por lo menos, estadísticamente.

Como se puede ver, a estas poblaciones vulnerables, no las nombramos desde la clasificación sociológica o económica, incluso política, pues consideramos, a partir de nuestra premisa de inicio, que esa clasificación y los nombres correspondientes, responden a las definiciones hechas por la institucionalidad del poder; concretamente, del Estado. Definiciones taxonómicas, que han tenido uso en las “ideologías”, así como en las teorías sociológicas y políticas. Usos que han sido pertinentes en su momento y en los periodos, si se puede llamarlos así, de luchas iniciales sociales y políticas. Empero, ahora, cuando hay una acumulada experiencia social y una constante actualización de la memoria social, particularmente, en lo que respecta a las historias políticas dadas en la modernidad, no parece pertinente tomar como verdades últimas a estas definiciones, que son, mas bien, provisionales, incuso cuestionables, desde la perspectiva compleja de la vida.  Por eso, lo más conveniente, parece ser, considerar a las sociedades y pueblos, en conflicto permanente, sobre todo, interno, como humanos, reconociendo la condición humana en la que se encuentran.

 

Si tomamos en cuenta lo expuesto en ensayos anteriores[3], estamos en la era de la simulación, que corresponde a la historia del nihilismo, que avanza irremediable hacia la nada, en sentido metafórico, al desastre, en sentido literal, por el camino de la decadencia. En consecuencia, toda la sociedad, en toda su estructura social, comprometiendo a todos los estratos sociales, a todas las clases sociales, según las clasificaciones, se encuentran afectadas por este recorrido nihilista. Ciertamente, que de distinta manera. Para decirlo fácilmente, las clases explotadas, discriminadas, marginadas, subordinadas y dominadas,  son afectadas cuando su humanidad es convertida en objeto; por ejemplo, económico; las minorías, las clases dominantes, como, por ejemplo, la burguesía, también están afectadas, pues su humanidad, así mismo, ha sido alterada en sentido de una restricción banal. Se trata de las clases privilegiadas que han optado, aunque lo hagan de una manera mecánica, inconsciente, si no es consciente, pragmática y oportunista, por sustituir la plenitud humana, que podemos llamarla felicidad, por el goce momentáneo de satisfacciones banales. En consecuencia, a pesar de las diferencias, ambas situaciones sociales, las privilegiadas y las subordinadas, están expuestas al deterioro existencial; es decir, a la decadencia.

Esto, que decimos, no es una defensa o relativización del papel dominante que juegan las clases privilegiadas; por ejemplo, la burguesía; de ninguna manera. Se trata de comprender el funcionamiento del sistema-mundo capitalista, su ubicación y situación, en el contexto mayor, donde se asienta, aunque no quiera reconocerlo, que es la ecología de la biodiversidad. Quedarse en el esquematismo dualista de burgueses y proletarios, dominantes y subordinados, por más pertinente que sea este esquematismo en la interpretación política, corre el peligro de reducir, incluso esta buena interpretación, operativa, al esquematismo dualista de buenos y malos; lo que es de por sí el colmo de la “ideología”. Colmo recurrente de las fuerzas sociales concurrentes.

Teniendo en cuenta los aportes de las formaciones discursivas histórico-políticas,  interpeladoras de las dominaciones y críticas de los discursos jurídico-políticos de legitimación del poder,  sobre todo, la interpretación luminosa, que hace inteligible las formaciones sociales, de la lucha de clases, parece, que se requiere, considerando la experiencia social política, ir más a fondo, por así decirlo, e interpretar el conflicto social desde la perspectiva de la complejidad.

Al respecto, de esta interpretación, desde la perspectiva del pensamiento complejo, por el momento, no encontramos otra premisa apropiada que el concepto de humanidad, por más renacentista que sea, por más universal que sea, por más esencialista, que pueda parecer. Sin buscar, una mejor conceptualización, mas adecuada a la complejidad, por razones de exposición, claridad y pedagogía; usando el concepto de humanidad, en el sentido arqueológico, como referencia teórica, partiremos de las connotaciones que contrae este concepto, por cierto, homogeneizante. Con estas aclaraciones pasamos a la anunciada reflexión.

NOTAS

[1] Ver El tejido humanista. https://pradaraul.wordpress.com/2016/06/17/el-tejido-humanista/.

[2] Ver La ilusión del poder. También Crítica de la economía política generalizada.

http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-ilusion-del-poder1/.

http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.  

[3] Ver El mundo como espectáculo. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/el-mundo-como-espectaculo/.

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Raúl Prada Alcoreza

Escritor, artesano de poiesis, crítico y activista ácrata. Entre sus últimos libros de ensayo y análisis crítico se encuentran Anacronismos discursivos y estructuras de poder, Estado policial, El lado oscuro del poder, Devenir fenología y devenir complejidad. Entre sus poemarios – con el seudónimo de Sebastiano Monada - se hallan Alboradas crepusculares, Intuición poética, Eterno nacimiento de la rebelión, Subversión afectiva. Ensayos, análisis críticos y poemarios publicados en Amazon.

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